Salvador Illa acaricia la investidura. Ya se han materializado los acuerdos con las cúpulas de Esquerra y de los comunes. Tiene los apoyos garantizados teóricamente para lograr la semana que viene el Palau de la Generalitat. Pero falta el paso más difícil e incierto: la consulta entre los 8.700 militantes de ERC para decidir su voto con el principal atractivo de una nueva especie de concierto económico para Cataluña.
Durante estas horas la consigna es clara tanto en la dirección del PSC como del PSOE: no hay que perturbar esa votación, todas las palabras medidas, ningún gesto que pueda ser utilizado por los partidarios del ‘no’ en la votación de los republicanos. Los socialistas catalanes mantienen un perfil muy bajo y dejan todo el terreno de protagonismo político a la dirección de los republicanos.
Como analizan dirigentes socialistas, ERC es un partido en shock. Está viviendo una situación muy compleja y dolorosa. Una formación en la que se mezcla el batacazo electoral, el dolor por haber sido superados por Junts, las dudas sobre la efectividad de su posicionamiento junto al PSOE en Madrid durante estos años, las miradas a largo plazo para recuperarse políticamente, la lucha futura de un congreso para renovar la dirección en noviembre y los odios internos que se han acrecentado con el caso de los carteles de Ernest Maragall. "Tengamos fe", indican fuentes del núcleo duro del PSC respecto al viernes.
"Las militancias no son controlables"
“Nadie sabe quién manda ahí. Las militancias no son controlables. Los socialistas lo sabemos perfectamente”, como indica un cargo del PSC. Por eso, la idea pasa por el reconocimiento a ese partido durante estas horas empezando por el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que hizo de nuevo una defensa cerrada del preacuerdo desde el mismo Palacio de La Moncloa con motivo de su comparecencia para hacer balance del curso político. Y lo alabó con “pasión”, como él mismo se encargó de remarcar.
"¿Qué quieren que les diga? Yo estoy muy contento y muy feliz y reclamo, por supuesto, el respeto y reconocimiento de un partido político independentista como ERC, que gracias a la negociación y al acuerdo, ha logrado importantes avances para reforzar el autogobierno en Cataluña", lanzó el presidente del Gobierno. Además, puso en valor que se trata de una financiación basada en la bilateralidad, algo muy importante para el mundo independentista, y que supone un paso “incuestionable” hacia la “federalización” del país.
Sánchez lanzó también un mensaje interno muy importante ante el malestar de varios barones y federaciones socialistas y la incertidumbre que reina entre cargos del partido a nivel territorial. El apoyo es total a Illa y al preacuerdo. Minutos antes de comparecer en La Moncloa, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, hizo una declaración en la que señaló que se habían rebasado “todos los límites”. El jefe del Ejecutivo le contestó de manera muy directa: “La noticia sería que hiciera una rueda de prensa apoyando al Gobierno”.
Pero no sólo Page está nervioso por este preacuerdo, sino que también hay dudas en federaciones como Aragón, Madrid, Castilla y León, Asturias y Andalucía. Los críticos indican: “Esto no puede ser sólo salvar al soldado Illa”. Pero también otros líderes autonómicos movieron ficha para contrarrestar y mostrar públicamente su apoyo al PSC y a la dirección federal: Diana Morant (Comunidad Valenciana), Pablo Zuloaga (Cantabria), José Ramón Gómez Besteiro (Galicia), Pepe Vélez (Murcia) y María Chivite (Navarra).
"Entiendo las dudas"
Durante estas horas, la dirección de Esquerra asimismo trata de desplegar pedagogía para que las bases avalen el preacuerdo. Pero otra piedra apareció por el camino: Oriol Junqueras se ha puesto de lado. No ha apoyado explícitamente el texto y él es una gran influencia dentro de los militantes, además se quiere presentar para ser el líder del partido en el congreso del mes de noviembre.
“Este viernes la militancia tiene la palabra y decidirá lo mejor para el país, para avanzar hacia la independencia y para acercarnos cada día más a nuestros anhelos”, indicó en la red social X, para al hilo subrayar: “Entiendo las dudas expresadas por muchos compañeros y compañeras sobre el acuerdo y el cumplimiento por parte del PSOE y del PSC. Por tanto en caso de que la militancia valide el acuerdo de investidura propuesto por la Ejecutiva, el eventual apoyo al Ejecutivo central y al Govern de la Generalitat se hará validando el desarrollo del acuerdo y retirándolo explícitamente en caso de incumplimiento”.
Perfil bajo del PSC
Desde el PSC sólo se emitieron tuits de agradecimiento a Esquerra y a los comunes por parte de Llüisa Moret, viceprimera secretaria del PSC y una de las negociadoras de la investidura de Illa. Sus palabras pasaron por estos términos: “El preacuerdo con ERC, que hemos hecho público y hacemos nuestro, propone un pacto de país para hacer avanzar a Cataluña”. Supone “un salto adelante en financiación y fiscalidad, que será singular, justa y solidaria”. “Con el desarrollo decidido de políticas de izquierdas para mejorar la vida de los ciudadanos”, continuó la dirigente, que manifestó: “Es un preacuerdo muy bueno, ambicioso, sólido y transparente, que conjuga diversas sensibilidades y que los socialistas celebramos haber conseguido”. Para ella, con un “único objetivo: mejorar la vida de los ocho millones de catalanes y catalanas”.
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Los comuns avalaron además este miércoles su acuerdo también con el PSC, logrando un respaldo del 98,4% de su Consell Nacional. El pacto se centra especialmente en el aumento de la vivienda pública para esta legislatura (con la construcción de 50.000 nuevas pisos entre 2024 y 2030). Asimismo, se aleja la materialización del proyecto del Hard Rock, que fue precisamente el motivo que hizo caer la anterior legislatura tras retirar los de Jéssica Albiach su apoyo a las cuentas que propuso Pere Aragonès (ERC).
Lo que suceda en la consulta de Esquerra el viernes será también trascendental para la legislatura en el Parlamento nacional. Unas nuevas elecciones en Cataluña volverán a menear el panorama político en un momento en el que Sánchez quiere lograr la investidura de Illa como la guinda del pastel del fin del procés. Pero también la llegada del socialista al Palau puede alterar los planes de Junts, cuya apuesta es ir otra vez a las urnas con la esperanza de hacer president a Carles Puigdemont.
La prueba de fuego será la tramitación de los presupuestos generales del Estado para el año que viene. Los de Puigdemont ya dieron un aviso la semana pasada tumbando los objetivos de déficit, primer paso para aprobar las cuentas públicas. A pesar de las dificultades en el horizonte, el presidente del Gobierno se mostró confiado en su comparecencia ante la prensa en La Moncloa. Exhibió su convicción de que aguantará tres años más a pesar del “ocaso” que vaticina la oposición. Por el momento, él dice que en España no habrá “verano azul”.
Salvador Illa acaricia la investidura. Ya se han materializado los acuerdos con las cúpulas de Esquerra y de los comunes. Tiene los apoyos garantizados teóricamente para lograr la semana que viene el Palau de la Generalitat. Pero falta el paso más difícil e incierto: la consulta entre los 8.700 militantes de ERC para decidir su voto con el principal atractivo de una nueva especie de concierto económico para Cataluña.