Ramiro Feijoo: "Nos hemos acostumbrado tanto al franquismo que lo hemos aceptado como una normalidad"

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"Inmediatamente después de ser nombrado Jefe de Estado y Generalísimo a finales de septiembre de 1936, Francisco Franco se instala en Salamanca. Por unos meses, la ciudad del Tormes se convierte en el centro del mundo. [...] Nos vamos pues al origen de la España franquista, a los meses que alumbraron y dieron forma a las décadas posteriores". Es el viaje que propone Ramiro Feijoo a los lectores de su último libro: El quinto hombre. Una corte de los milagros en la Salamanca de 1936 (Laertes, 2018).

La ciudad como hervidero de "españoles huidos, trepas de distinto pelaje, políticos soñadores, soldados italianos o generales nazis". Un capítulo de la historia de la Guerra Civil quizá no tan reflejado en la literatura o el cine pero no por ello menos importante. Fue, a ojos de Feijoo, nada más y nada menos que la gestación de la dictadura

Feijoo

es escritor, profesor de Historia Cultural y Social de Washington University in St. Louis en España y colaborador de infoLibre. Como este último, ha escrito otros ensayos históricos: La ruta de los corsarios (que consta de dos volúmenes editados por Laertes), Corsarios berberiscos o El morisco. Todos ellos con el mismo hilo conductor: la Historia. Pero también tiene otras obras: La búsqueda armónica de Luigi Draghi, definidia por él mismo como una "novela no tan histórica" o La paradoja del mentiroso que, haciendo honor a su nombre, califica de "novela mentirosa". Su "pasión", según él mismo dice, es "investigar y comunicar en diferentes campos y con diferentes formatos"

PREGUNTA. Se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil, que también se ha llevado al cine en numerosas ocasiones. Sin embargo, este capítulo concreto de la historia, el de Salamanca como epicentro y lugar de nacimiento de la posterior dictadura no ha sido tan evocado, ¿por qué puede ser?

RESPUESTA. Buena pregunta. [Guarda un largo silencio] Bueno, sobre todo se conoce por el incidente de Unamuno y Millán Astray, que además ahora ha estado de actualidad y ha habido debates sobre ello. Pero es verdad que es un tema que ha sido poco tratado, y me sorprende porque ha habido reflexiones históricas desde siempre sobre los orígenes de los regímenes y sobre cómo inciden en el desarrollo futuro. Por eso es curioso que no haya sido tratado y que, efectivamente, no haya tenido un capítulo específico en los trabajos de los historiadores. Se ha escrito pero, desde luego, muy poco y, además, de manera bastante superficial. Para eso estamos los historiadores, para intentar llenar todos los huecos.

P. Porque a lo mejor este capítulo ayudaría a entender mejor lo que luego fue la dictadura.

R. Claro, ese fue un poco el late motiv de iniciar la investigación, el ver hasta qué punto eso podría ser así. Bueno, realmente el late motiv fue ver aquella concentración de personajes estrafalarios tan espectacular que hubo en aquella época, en esos meses en los que me ciño, que son los últimos de 1936 y los primeros de 1937. Ese fue realmente el primer late motiv. Pero la coincidencia en el tiempo de eso con el principio del régimen explica efectivamente qué influencia tuvo esta época. 

P. Precisamente esa época es contada a través de sus protagonistas, calificados como personajes "curiosos" y artífices de una "estética de lo grotesco". ¿Han servido estas personas para novelizar lo que en realidad es una obra más ensayística?

R. Primero hay que hacer una matización. Yo creo que ellos no son los creadores de una "estética de lo grotesco". Ellos son, desde mi punto de vista, grotescos. Para mí, son unos personajes que desde el punto de vista de hoy son realmente estrafalarios y extravagantes. Ellos no son los creadores, a lo mejor soy yo el creador y el que les ve de esa manera. Por otro lado, y volviendo a la pregunta, más que una novelización hay otro género también histórico y muy clásico: la biografía. Los hombres también somos resultado de nuestro tiempo, por lo que, a través de esas biografías, se puede intentar conocer su tiempo. Los personajes son, a la vez, causa y resultado de su propio tiempo. Hay una excusa, tal vez un poco literaria, en el hecho de que sean personajes bastante curiosos. Pero a parte del interés que tiene el ambiente también hay un interés biográfico de saber  por qué ellos fueron protagonistas de su época y cómo se convierten en manifestaciones de una "locura colectiva", como dijo Unamuno. 

P. ¿Por qué son personajes tan grotescos y estrafalarios?

R. Ahí es el lector el que tiene la última palabra. Habría que describir a todos y cada uno de ellos. Pero los personajes van desde Nicolás Franco, que era un personaje bastante curioso, un dandy para su época, hasta Millán Astray, que es bastante más conocido por su excentricidad y sus salidas de tono. También aparece un intelectual como Giménez Caballero que, incluso desde dentro del régimen, era considerado un personaje ridículo y soportaba burlas. A pesar de eso, su obra literaria tuvo bastante impacto. Hay que ver todos y cada uno de ellos por separado, pero tiene que ser el lector quien lo haga. 

P. El libro se titula por "el quinto hombre", personificado por Diego Martín Veloz, aunque asegura que hay muchos más, ¿por qué no por otro hombre?

R. El quinto hombre es, en cierto modo, la tesis del libro. Establezco que en esa época hay cinco caracteres políticos que van desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, que sería este quinto hombre. Antes de las elecciones, o en las mismas del año 1936, tuvo una representación absolutamente minoritaria dentro del parlamento. Pero este quinto hombre es finalmente quien toma el poder y se convierte en protagonista de la Guerra Civil y posteriormente de todo el franquismo. En el libro hago una especie de paralelismo entre su caracterización biográfica o su excentricidad personal y política, que lo era en el mismo año 36. De ahí el nombre. Pero la tesis también es diferenciarlo del cuarto hombre, que es la derecha más autoritaria que estuvo más en boga y tuvo más protagonismo en la dictadura de Primo de Rivera. A pesar de que era antidemocrática, todavía había algo más extremo: el quinto hombre. Si vamos más allá, podríamos decir que la posición política de este quinto hombre era muy cercana a las revoluciones del siglo XX como, por ejemplo, la china, la rusa o la francesa. Intentaron hacer una transformación total y radical de su tiempo, hasta el punto de necesitar exterminar, física o culturalmente, todo lo que se oponía a su visión del mundo. 

P. Pero estas revoluciones poco tuvieron de extrema derecha.

R. Por supuesto. No tenían nada que ver en términos políticos. Tienen que ver en el sentido de que intentan una transformación absolutamente radical, no una mera conservación, como creo que se ha visto al franquismo. La dictadura no fue sólo una conservación del status quo, sino que es una transformación radical reaccionaria. Y ese término es la diferencia con otras revoluciones que estaban a la izquierda. El franquismo pretendía transformar el país arrasando lo que fuera necesario y haciendo una extirpación cultural. 

P. Hablábamos del quinto hombre. Hay un cuarto, un tercero, un segundo... Las mujeres quedan completamente al margen en el libro, ¿qué papel tuvieron en este capítulo de la historia?

R. Hablo de quinto hombre desde un punto de vista genérico, pero tienes toda la razón en que entre mis personajes no hay ninguna mujer, son todas secundarias. Eso es muy característico de la época. En la izquierda había más mujeres, pero en la derecha no había prácticamente ninguna. Sabemos además que en el primer franquismo había un discurso de vuelta a un pasado en el que la mujer era un elemento secundario desde todos los puntos de vista. Pero es cierto que no hay protagonistas mujeres en este libro y eso, obviamente, es un reflejo de la realidad de la época.

P. ¿Y cuál era la realidad de las mujeres en este capítulo de la historia?

R. Como sabemos, en 1931 se les da el voto y la República, por primera vez en la historia de España, tiene entre sus objetivos equiparar la mujer al hombre desde el punto de vista jurídico e insertarla en la sociedad también desde la educación. Luego, una de las primeras cosas que hace Franco al llegar al poder es volver a la separación de los niños en la escuela. Él quiere expresamente poner a la mujer en el papel que tuvo antes de 1931. Por eso, en esa época estaban en juego también dos posiciones enfrentadas de la mujer. Habría que ver qué hubiera sucedido si la mujer hubiera accedido a una educación igualitaria 30 ó 40 años antes. 

P. Todos los personajes formaron parte de lo que, como recuerda en el libro, algunos historiadores han llamado "el laboratorio del franquismo". Añade que esta afirmación es cierta, pero sólo en lo político, no en lo ideológico y cultural, ¿dónde se fraguan esos ámbitos del franquismo?

R. El franquismo bebe de dos tradiciones. Una es el nacionalcatolicismo, que nace en España con la Ilustración y se trata de un discurso antiilustrado, antifrancés y profundamente nacionalista, ultracatólico y españolista. Luego, ya a través de la revista Acción española, todos los ideólogos del prefranquismo intentaron articular esta tradición con los nuevos fascismos. Otra de las tesis es que si hablamos del totalitarismo clásico, que es el nazismo y el fascismo italiano, hay notables diferencias. Pero la ideología franquista nace de antes, no se la inventaron. Podríamos decir, de hecho, que tiene un siglo y medio.

P. Es, simplemente, la ejecución política de esas ideas.

R. Claro, había que crear un nuevo Estado. Ahí está lo interesante. Salamanca es un núcleo muy pequeñito –lo que se llama estado campamental– e improvisado que más tarde se convierte en un Estado más estructurado. Esa es también la aventura que se va narrando en el libro.

P. Recientemente, una investigación de Severiano Delgado Cruz ha desvelado que Unamuno nunca le dijo a Millán Astray "venceréis, pero no convenceréis" cuando era rector de la Universidad de Salamanca. ¿Qué ha investigado sobre este acontecimiento concreto?

R. Lo que dice Severiano Delgado es que la versión canónica que conocemos viene de un escritor que realizó un artículo más o menos literario para una revista inglesa que luego se convirtió en historia, aunque era solamente una narración. Pero lo que también intenta Severiano Delgado, y de lo que se han olvidado algunos medios conservadores, es explicar que el escritor estaba bastante bien documentado y que su versión encaja muy bien, aunque es una reconstrucción literaria, con el espíritu de lo que pasó. Es decir, no conocemos la frase literal, pero hay otras personas que estuvieron allí que certifican que hubo una frase muy parecida. Lo que conocemos es una reconstrucción porque, precisamente por lo que dijo y por lo que ocurrió, no salió en los periódicos. Por tanto, la versión de Severiano Delgado es bastante ajustada a la realidad. La frase es, si no literal, muy parecida a lo que dijo Unamuno. 

P. Al final, más que las palabras exactas queda la idea que quiso transmitir. 

R. Claro, y las ideas que escribió este intelectual eran prácticamente las que Unamuno dijo. No se inventó nada, hizo una reconstrucción bastante fiel de lo que sucedió. Lo reconstruyó, no se lo inventó.  

P. ¿Ha quedado algo en la Salamanca actual de aquella época en la que se convirtió en el centro del nacimiento del franquismo?

R. Uno de los sitios más emblemáticos del libro es el Gran Hotel, donde se gestó buena parte de nuestro Estado. Fue una de las razones por las que el Estado se instaló allí: había un lugar donde recibir a alemanes, italianos y personas de prestigio. Todo lo que sucedió en esa época se forjó ahí. Pero a mí, lo que más me llamó la atención y lo que me pareció más sintomático es que el Gran Hotel murió de una manera bastante turbia en la época del pelotazo a pesar de que estaba protegido por Patrimonio. Lograron destruirlo y convertirlo en nuevos apartamentos. Por lo demás, hasta el medallón de Franco se ha retirado.

P. Precisamente, el medallón de la Plaza Mayor quizá ha sido el elemento más controvertido y el que más ha costado retirar. Hay quienes defienden que eliminarlo es borrar historia. Como profesor, ¿está de acuerdo? Es un caso distinto al del Gran Hotel que comentaba.

R. Esta pregunta tiene mucho que ver con la memoria histórica en general y con el Valle de los Caídos en particular. Lo podemos ver desde dos posiciones. En primer lugar, Franco es una figura polémica y que, además, intentó matar a una parte considerable de España. Por tanto, es alguien que ofende a muchos españoles, así que entiendo que se le quite de sitios públicos referentes. Por otro lado, yo empleo el Valle de los Caídos como método de enseñanza. Siempre llevo a mis alumnos y les explico todos los símbolos. Por eso, estaría absolutamente en contra de que se destruyera como dicen algunos porque es la mejor herramienta para que mis estudiantes entiendan la locura de ese régimen. Y yo intento ser absolutamente objetivo. Es un lugar que entra por la piel y da escalofríos. Por tanto, me parecería una grandísima pérdida para la historia y para los profesores porque realmente sirve para explicar el franquismo, para entenderlo y para detestarlo.

P. Precisamente la siguiente pregunta era sobre el Valle de los Caídos. Una cosa es esto y otra un medallón con la cara de Franco cuya retirada es el mero cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. De todas las propuestas sobre el futuro del Valle, ¿cuál es la mejor?

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R. Yo propongo un museo, contextualizarlo mejor y quitarle su función de lugar conmemorativo y convertirlo en un lugar educativo. A partir de ahí, ese lugar tendría que explicar todo, como la Guerra Civil, que no se ha explicado a través de ningún museo y ya es hora. 

P. ¿Podría el Valle de los Caídos la connotación franquista que tiene ahora y convertirse en un mero museo que no sea visto como un elemento propio de la dictadura y la represión como ahora?

R. Perdería su lugar de memoria y conmemoración de la supuesta gesta franquista, pero no se normalizaría, sino que se trataría de explicarlo de una manera científica, fría y objetiva posible para que llegue a las nuevas generaciones. Una de las cosas que digo en el libro es que nos hemos acostumbrado tanto al franquismo que lo hemos aceptado como una normalidad cuando es una profunda anormalidad en la historia. Tal vez un lugar como el Valle de los Caídos podría ayudar a entender esto. 

"Inmediatamente después de ser nombrado Jefe de Estado y Generalísimo a finales de septiembre de 1936, Francisco Franco se instala en Salamanca. Por unos meses, la ciudad del Tormes se convierte en el centro del mundo. [...] Nos vamos pues al origen de la España franquista, a los meses que alumbraron y dieron forma a las décadas posteriores". Es el viaje que propone Ramiro Feijoo a los lectores de su último libro: El quinto hombre. Una corte de los milagros en la Salamanca de 1936 (Laertes, 2018).

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