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Las razones que explican la escasa implicación de los españoles en los partidos políticos

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La política interesa cada vez más. El contexto en el que nos encontramos inmersos, de gran efervescencia y con dos nuevas formaciones rompiendo el tablero tradicional al que estábamos acostumbrados, ha provocado un aumento del interés que suscitan las cuestiones políticas en España. Un incremento registrado, sobre todo, en la última legislatura. Mientras que en el barómetro del CIS de junio de 2011 un 24,2% de los encuestados la consideraban muy o bastante interesante, en el de enero de 2016 un 48,7% de los preguntados aseguró haber seguido la campaña electoral para los comicios del 20-D con mucho o bastante interés. 

Unas cifras que, aunque no están a niveles de otras democracias del norte de Europa, muestran un cambio sustantivo. "La gente se ha dado cuenta de que es muy importante por la toma de decisiones que pueden afectar directamente a sus vidas", explica a infoLibre José Antonio Gómez Yañez, profesor de Sociología Política de la Universidad Carlos III de Madrid. "Es de los momentos más álgidos, solo comparable de alguna forma a la Transición", completa el sociólogo Enrique del Olmo, que añade que "no hay calle o bar donde no se hable diariamente de política".

Sin embargo, a pesar del fuerte incremento del interés, la pertenencia y participación activa en las formaciones políticas se ha reducido considerablemente en la última legislatura. Así, mientras que en el año 2011 un 4,4% de los encuestados por el CIS reconocían pertenecer a un partido, esta cifra cayó hasta el 2,9% en 2015, tal y como se recoge en el barómetro del mes de octubre. En total, un 92,9% de los preguntados afirmó, en esa misma encuesta, que nunca ha formado parte de ningún partido.

¿Qué explicación tiene esta aparente contradicción en un país en el que la situación política y el auge de nuevas formaciones están a la orden del día? Varios expertos consultados por infoLibre dan las claves para entenderlo.

Cambio cultural y tradición histórica

Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Valencia, avisa de que el aumento del interés "no tiene que entenderse como una mayor predisposición de los individuos a participar en los partidos". En su opinión, esta caída es fruto de un cambio cultural: "Hemos pasado a una cultura más individualizada en la que las formas tradicionales que implicaban mucha dedicación a asuntos públicos han entrado en declive", afirma. El politólogo añade que se ha evolucionado hacia "formas más discontinuas de participación puntual y de expresión política que permiten hacer movilizaciones intensas pero que luego no cristalizan en un compromiso estable".

Es en este punto cuando pone el ejemplo de Podemos y la participación política de las nuevas generaciones: "Es de muy baja intensidad, no existe ningún tipo de compromiso estable o activo en términos de dedicación de horas y ni siquiera implica un cierto compromiso económico". El hecho de no tener que pagar una cuota económica es un factor que explica que la formación morada , en su escaso tiempo de vida, haya superado los 380.000 afiliados, que sólo deben inscribirse en la página web. Sin embargo, recuerda que la participación en el partido liderado por Pablo Iglesias ha ido "decayendo" con el paso del tiempo, situándose en el 4% el pasado mes de noviembre, cuando votaron el programa para el 20-D. "La gente se sigue apuntando, pero muchos lo hacen para tener un vínculo con el partido", completa.

Por su parte, Xavier Coller, catedrático de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide, apuesta en mayor medida por una cuestión histórica. "Tradicionalmente, hay un rechazo de la sociedad española a participar en organizaciones rígidas, como sindicatos o partidos políticos", apostilla. Por eso, en lugar de poner el foco en la cifra de encuestados que aseguran pertenecer y participar en los partidos políticos, prefiere hacer referencia al dato de aquellas personas que nunca han pertenecido a estas formaciones: "Ronda, en todas las encuestas, el 90%, algo que en otras sociedades no ocurre", afirma Coller.

Los partidos como parte del problema

El catedrático de Sociología también apunta, como otro de los motivos de la "escasa afiliación endémica", la mala percepción que la sociedad española tiene de los partidos. "Los ven como una parte del problema", asevera. En concreto, el porcentaje de españoles que señala de forma espontánea en los barómetros del CIS a los políticos o formaciones como uno de los principales problemas del país ha ido in crescendo durante la última legislatura: 6,1% en 2011; 6,6% en 2012; 11,1% en 2013; 10,8 en 2014; 21,8 en 2015; y comenzó 2016 con el 23,4%.

Una visión que comparte Gómez Yáñez. "Señalan a las formaciones tradicionales, como PP, PSOE o CiU, como responsables de la crisis. No han sabido representar a sus representados y esto ha provocado una importante pérdida de sus votantes, de los que una parte son afiliados", explica el profesor de Sociología Política. En este sentido, pone como ejemplo la caída de la militancia en el PSOE. El partido dirigido por Pedro Sánchez ha visto cómo el número de personas que paga alguna de las tres posibles cuotas –30 euros el semestre, 2 euros al mes en el caso de parados de larga duración y estudiantes o 1 euro mensual para personas sin ingresos– ha disminuido de 216.952 en 2012 a 189.256 en 2016, tomando como referencia el censo del 38º Congreso y el de la consulta sobre el pacto con Ciudadanos.

En el caso del PP, la cifra de afiliación que ofrecen desde el partido muestra un aumento considerable durante la última legislatura, pasando de 772.741 personas el 1 de enero de 2011 a 860.426 el mismo día de 2016. "Es una fantasía que tenga ese volumen de afiliados", apostilla Gómez Yañez. "El PP maquilla el concepto. No está claro el porcentaje de los que pagan la cuota", asevera Rodríguez Teruel. Aunque la cantidad que se suele depositar mensualmente ronda los 12 euros, existe la posibilidad de pagar menos: "No hay una cuota fija, depende de lo que cada militante quiera o pueda aportar", explican desde la formación conservadora a este diario. Con todo ello, y haciendo mención a las cuentas anuales del partido, el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia cifra en 50.000 el número de militantes: "El resto, hasta los 860.000, son simpatizantes", concluye.

En Izquierda Unida, la caída también ha sido pronunciada en los últimos años, pasando de los 58.423 afiliados censados en 2007 a los escasos 30.000 en 2015, según señalan a infoLibre desde el partido. Sobre la cuota, IU también ofrece dos posibilidades: "Aunque hay ligeras variaciones entre federaciones, la cifra oscila entre 4 y 6 euros al mes. Además, existe lo que se denomina 'cuota súper-reducida' destinada a parados de larga duración, personas que cobran una pensión no contributiva o con pensiones bajas, quienes cobran una renta de inserción, en cuyo caso la cuota es simbólica de 1 euro al mes", añaden.

A pesar de mantener el modelo de afilición tradicional, Ciudadanos sí que ha visto cómo su volumen de militantes se ha incrementado en los últimos años, pasando de 3.000 a finales de octubre de 2013, justo cuando dio el salto a la política nacional, a 30.270 el 26 de noviembre de 2015. En apenas dos años, el número de personas que ha decidido abonar la cuota mínima mensual de 10 euros ha aumentado en más de 27.000

"Beneficios difusos"

Xavier Coller también hace referencia al cambio de tendencia a la hora de movilizarse. Así, mientras que el porcentaje de personas que pertenecen a partidos políticos ha disminuido, en el caso de organizaciones de apoyo social o derechos humanos se ha mantenido estable, aunque en niveles bajos. "Esto es porque en las ONG hay un objetivo concreto y los efectos de la participación son fácilmente visibles, mientras que en una formación política estos beneficios son difusos y diferidos en el tiempo", explica el catedrático de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide. "Se dan cuenta de que no pintan nada en esos partidos", completa Gómez Yañez.

"Cualquier actividad orgánica en las formaciones políticas tiende a ser rutinaria. Además, la estructura de los partidos provoca el rechazo de la sociedad", afirma Del Olmo, vinculado al PSOE. Sabe de primera mano que existe una "crisis profunda de participación en las formas orgánicas históricas": "Una agrupación socialista con 500 afiliados no logra juntar en una asamblea a más de 40", apostilla. "Y en los círculos de Podemos pasa exactamente lo mismo", añade.

Una visión que comparten el resto de expertos. "Muy pocos de los que participan lo hacen de forma intensa a través de los círculos, del debate o del planteamiento de propuestas", apunta Rodríguez Teruel. "Empezaron muy fuertes, con mucha involucración, pero como era de esperar la intensidad ha ido disminuyendo", completa Coller. Algo que, según explican a este diario, va a seguir sucediendo conforme el partido morado vaya centralizando su poder: "La lógica oligárquica y de concentración de poder en el jefe que tienen los partidos en España conduce a esta situación", sentencia Gómez Yañez. "Una estructura clásica que resta frescura al movimiento", completa Coller.

La situación de los sindicatos

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A pesar de que la confianza de las organizaciones sindicales está a niveles mínimos –fueron puntuados con un 2,45, 2,51 y 2,61 en los barómetros de abril de 2013, 2014 y 2015, respectivamente–, la participación de la sociedad española en sindicatos o asociaciones de empresarios en los últimos años ha permanecido estable, aunque a niveles bajos. En octubre de 2015, un 9,5% de los encuestados pertenecían a este tipo de organizaciones, siendo un 4,3% la cifra que participaba activamente y un 5,2% la que no lo hacía. Datos en la línea de los registrados por el CIS en octubre de 2011, 2012, 2013 y 2014 –11,1%, 9,7%, 8,4% y 8,5%, respectivamente–.

"Lo que explica que no se haya movido y que se mantenga con tasas muy bajas tiene que ver con el peso que sindicatos y afiliación sindical tienen en las decisiones laborales", afirma Rodríguez Teruel. Una explicación similar ofrece Del Olmo en conversación con este diario: "Toda la gente tiende a defenderse de alguna manera y sabe que el sindicato es un instrumento muy útil en esta defensa", apunta.

Gómez Yañez, por su parte, pone el foco en la pérdida de afiliados de los dos principales sindicatos a nivel nacional, Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras, para recalcar que "la gente piensa que los sindicatos no les han defendido". "Por lo tanto, no tiene sentido militar en ellos", concluye. En concreto, UGT ha perdido en la última legislatura un total de 278.141 afiliados, pasando de 1.206.987 en 2011 a 928.846 en el año 2015. En el caso de CCOO, las pérdidas superaron las 230.000 personas –de 1.139.591 a 909.052 del último ejercicio–. Una pérdida conjunta del 21%.

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