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Medio ambiente

Los ríos españoles están contaminados por plaguicidas y tóxicos que afectan a la salud humana y animal

El río Duero a su paso por Toro.

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El agua de los ríos españoles de diez Confederaciones Hidrográficas analizadas está contaminada por plaguicidas tóxicos y sustancias que actúan como disruptores endocrinos y afectan a la salud humana y animal, según un informe de Ecologistas en Acción que advierte de que el 70% de algunos de estos compuestos hallados fueron prohibidos en España hace años.

El estudio Ríos hormonados, realizado por la ONG en diez confederaciones hidrográficas, apunta que España es el país europeo que más plaguicidas utiliza, con un total de 78.818 toneladas en 2014. De este modo, señala que este uso "masivo" se observa en la presencia "creciente" de residuos de plaguicidas en alimentos y en el medio ambiente.

El trabajo analiza los datos oficiales de los Programas de Vigilancia de la Calidad de las Aguas que han aportado las 10 Confederaciones Hidrográficas que respondieron a su petición de información al respecto en las aguas superficiales, por lo que la ONG lamenta que se trata de una "imagen incompleta".

Si bien, en todas ellas se ha observado la presencia de plaguicidas tóxicos en las aguas de los ríos españoles y muchos de ellos son disruptores endocrinos, que afectan al sistema hormonal de personas, fauna y flora. Por ello, la ONG asegura que los ríos españoles están "hormonados".

En total, en 2012 las confederaciones detectaron 46 de los 95 plaguicidas analizados y en 2016, 47 de 105 sustancias analizadas. De estas, 21 eran insecticidas; 19, herbicidas y 5 fungicidas. La ONG alerta de que el uso del 70% de los plaguicidas detectados no está autorizado en España ni en la Unión Europea.

Sin embargo, aún siguen estando presentes en los ríos plaguicidas prohibidos "hace muchos años" por su elevada toxicidad, como el DDT, el lindano, la atrazina o el endosulfán, entre otros.

Además, 26 de los 47 plaguicidas que se detectaron en 2016 se identificaron como disruptores endocrinos o que se sospecha que lo son.

Las más agrícolas, las más hormonadas

Por cuentas hidrográficas, las más contaminadas son las que tienen una agricultura más intensiva. Así, Júcar es "con gran diferencia" la cuenca más contaminada, ya que en ella se hallaron en 2016, un total de 34 de los 57 plaguicidas analizados, 22 de ellos prohibidos y 21 posibles disruptores endocrinos.

De las sustancias detectadas con mayor frecuencia, el DDT, HCH, clorpirifós, imazalil, tiabendazol y endosulfan se encontraron en más de 100 muestras y varias de ellas muy por encima de los límites permitidos.

En el Ebro, la segunda con más tóxicos, en 2016 se hallaron 21 de las 37 sustancias analizadas, 16 de ellas son o se sospecha que son disruptores endocrinos y 18 de los plaguicidas detectados en esta demarcación no están autorizados.

En la cuenca del País Vasco se detectaron 17 de las 55 sustancias analizadas en 2016, 14 pueden ser disruptores endocrinos y 15 no están autorizados, como el lindano y sus isómeros, las sustancias detectadas con mayor frecuencia.

Por su parte, en el Tajo se hallaron 15 de las 17 sustancias analizadas y de estas, está prohibido el uso de 12 y 13 de ellas son posibles disruptores endocrinos. En cuanto al Miño-Sil, se han encontrado 13 de 58 sustancias analizadas en 2016, de las que cinco de ellas están prohibidas y 11 son posibles disruptores endocrinos.

Mientras, en el Duero se han hallado en 2016 un total de 12 de los 34 plaguicidas analizados; diez de ellas son o se sospecha que son disruptores endocrinos y no está autorizado el uso de 8 sustancias detectadas. En esta confederación hidrográfica la sustancia detectada con mayor frecuencia y concentración es el isoproturón, un herbicida prohibido.

En el Segura se detectaron 9 de las 57 sustancias en 2016, de las que 6 pueden ser disruptores endocrinos y 6 no están autorizados y en el Guadiana se hallaron 7 de las 27 sustancias analizadas, de las que se sabe o se sospecha que 6 son disruptores endocrinos y no están autorizadas 6 de 7 sustancias detectadas. En este caso, el herbicida disruptor endocrino terbutilazina "se detecta muy frecuentemente y en concentraciones muy elevadas".

Por su parte, en Galicia Costa "solo" se detectaron 3 de las 55 sustancias analizadas, pero entre ellas está el insecticida cloropirifós que es disruptor endocrino y dos herbicidas prohibidos.

En el Cantábrico, en 2015 se detectaron 2 de las 21 sustancias analizadas pero las dos están prohibidas y una de ellas, el lindano es un disruptor endocrino.

Sustancias

Por tipo de sustancia, en 8 de las 10 cuencas analizadas en 2016 se ha encontrado cloropirifós, un insecticida neurotóxico, lo que pone de manifiesto un uso extenso y prolongado. Se trata también del plaguicida que se ha detectado en el mayor número de alimentos en España.

El lindano o sus isómeros se detectan en 7 de las 10 cuencas analizadas en 2016, debido a la mala gestión de los residuos generados durante de su fabricación hasta principios de los años 90.

El glifosato se ha detectado en 3 de las 5 cuencas en las que se analizó en 2016. De hecho, en el Júcar se detectó en el total de las 48 muestras analizadas y en el Tajo es la sustancia detectada con mayor frecuencia (en 263 de las 421 muestras analizadas). En el País Vasco es el plaguicida en uso detectado en mayor frecuencia tras el cloropirifós, lo que muestra un uso extenso de este herbicida tóxico.

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La ONG alerta con preocupación la presencia de mezcla de varios de estos plaguicidas en la misma cuenca, con 34 en el río Júcar y 21 en el Ebro porque "diversos estudios" aseguran que la exposición a mezclas de plaguicidas disruptores endocrinos puede multiplicar la toxicidad de cada uno de ellos.

Por ello, Ecologistas en Acción reclama una transformación del insostenible sistema agrario actual a un sistema agroecológico e insta al Gobierno a prohibir los disruptores endocrinos y a poner en marcha un plan para reducir a la mitad en los próximos 10 años el uso de plaguicidas en España, igual que han hecho países como Francia o Dinamarca.

La ONG pide también que se actualice la normativa ambiental al conocimiento científico y que se amplíen y unifiquen los programas de vigilancia de plaguicidas en aguas.

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