Del sueldo de Feijóo al "que te vote Txapote": los ocho momentos de un debate de máxima tensión
Un debate dominado por el ruido, la ausencia de moderación y las constantes interrupciones que los presentadores, los periodistas Vicente Vallés y Ana Pastor, apenas se molestaron en corregir.
Estos son los ocho momentos que dominaron el debate electoral a dos, el único que se celebrará en estas elecciones después de que el candidato del PP se negase a celebrar más.
La llegada: papeles sí, papeles no
La manera de llegar de los candidatos intentó marcar el tono de partida, conscientes de que los ojos de los teleespectadores están puestos en ellos. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, más formal, cargado de papeles, repasando a última hora, escoltado también por su núcleo duro y, en particular, por su jefa de gabinete, Marta Varela. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, buscando transmitir distensión, posa relajado con sus colaboradores, incluido su jefe de Gabinete, Óscar López.
El saludo y los preparativos
Apretón de manos en tono educado y hasta cordial. Interactuando, comentando sobre los fotógrafos e intercambiando palmaditas en la espalda.
Durante la puesta en escena, Feijóo sentado, pendiente de las cámaras a las que tenía que hablar, muy concentrado hablando con Marta Varela. Repasando de nuevo papeles en el estudio, a diez minutos de empezar. Sánchez relajado, paseando por el estudio y sonriendo. Dominando aparentemente la situación. Nada hacía imaginar cómo se iba a desarrollar el debate.
Feijóo gana el primer asalto
La evolución de la economía en España es claramente positiva, sobre todo en términos de crecimiento de PIB y empleo y también de lucha contra la inflación. Era un punto fuerte del presidente del Gobierno, pero Pedro Sánchez no pudo hacer frente a la avalancha de datos tergiversados que, como hace en todas sus intervenciones, volvió a esgrimir para poner en entredicho la situación económica.
El presidente, a la defensiva todo el rato, fue completamente incapaz de imponer su discurso. Victoria completa de Feijóo en este punto.
Violencia machista
El debate se descontroló por completo en el segundo bloque, con constantes interrupciones, justo cuando Sánchez trataba de poner sobre la mesa los pactos del PP con Vox y Feijóo replicó acusando al presidente de poner en la calle a violadores y pederastas. Los dos evitaron responderse mutuamente sin que los moderadores tratasen siquiera de reconducir el debate.
Por primera vez, lo hizo repetidamente durante toda la emisión, Feijóo intentó plantear un acuerdo para que gobierne la lista más votada. Sánchez no le dejó ni terminar y le emplazó a proponérselo a Guillermo Fernández Vara en Extremadura, donde el PP ha preferido pactar con Vox a permitir un ejecutivo del PSOE.
Pactar con Vox o con ETA
En este bloque Feijóo trató de nuevo de marcar distancias con Vox, aunque reconoció que hablará con ellos si la del PP es la lista más votada y el PSOE no facilita su investidura. Sólo en el caso de que consiguiese “los votos necesarios” para gobernar en solitario, precisó, no hará a Santiago Abascal vicepresidente de su Gobierno.
Sánchez volvió aquí al ataque con los pactos con la ultraderecha y Feijóo lo despreció diciendo “ya empezamos con la cantinela de Vox” y resucitando a ETA. Para ello invocó asesinato de Miguel Ángel Blanco con el objetivo de acusar a Sánchez de gobernar con acuerdos con “el brazo político de ETA”.
Sánchez negó la mayor (“Nosotros no gobernamos con Bildu, ustedes sí con Vox”) y enumeró las posiciones sobre cambio climático y violencia machista de los dirigentes de la extrema derecha a quienes el PP ha aupado en sus gobiernos y en los parlamentos donde derecha y ultraderecha tienen mayoría .
El presidente echó en cara al líder del PP la utilización del etarra Txapote como eslógan de campaña contra el PSOE, citando además a la presidenta de la asociación de víctimas Consuelo Ordóñez. Le pidió además expresamente que lo condenara. Feijóo ni siquiera le respondió.
Sueldos y viajes inconfensables
Para minar la credibilidad de Feijóo, Sánchez le reprochó su “falta de transparencia”. Por seguir sin aclarar cuánto dinero le paga el PP desde que es su máximo dirigente, una cifra que sigue sin revelar al Senado ni publicar en la página web de su partido como le exige la ley, y por no haber explicado las circunstancias de todos su viajes, incluidos los que realizó por “mar”, en alusión velada a los paseos en yate que hacía en los años noventa con su amigo el narcotraficante Marcial Dorado. Un doble argumenrto que el presidente del Gobierno usó para presentarse como alguien con una trayectoria irreprochable. ”No soy perfecto”, admitió, “pero son un poítico limpio”.
Feijóo respondió con el Falcon. Y poniendo en duda el uso de los fondos públicos al anunciar una auditoría contable.
A vueltas con Marruecos
En el bloque institucional se repitió el esquema: Feijóo acusando a Sánchez de pactar con fuerzas contrarias a la Carta Magna y el presidente echando en cara al líder de la oposición que el PP haya incumplido con la Constitución durante cinco años al bloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
El debate más bronco: Sánchez carga contra los pactos con Vox y Feijóo utiliza el asesinato de Miguel Ángel Blanco
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La parte más tensa, sin embargo, llegó a cuenta de Marruecos. Feijóo insinuó que el presidente es un rehén de Rabat porque el reino alauita le robó datos comprometedores de su teléfono utilizando el programa Pegasus y le acusó de bloquear la investigación judicial, cuando el caso se ha archivado exclusivamente por la falta de colaboración de Israel.
Sánchez replicó reafirmando que es “un presidente libre y limpio” y devolvió el reproche a Feijóo sugiriendo que el que está condicionado es él porque no podría aprobar impuestos a los bancos, las energéticas o las grandes fortunas.
¿El minuto de oro?
La intensidad del debate, las interrupciones y el tono bronco dejaron en un segundo plano el minuto de oro final de los dos candidatos. Terminada la emisión, los corrillos de los dos protagonistas resumían lo ocurrido en el plató: franca satisfacción en el bando de Feijóo, sonrisas de cinrcunstancias en el de Sánchez.