Los nervios en la cúpula del PP están a flor de piel. Hace tiempo que Alberto Núñez Feijóo anunció cambios en los equipos que dirigen las oficinas de la calle Génova y el grupo parlamentario en el Congreso, pero el líder del partido se ha tomado cuatro meses para tomar una decisión que, si es fiel a sus costumbres, y suponiendo que ya la haya tomado, sólo conoce él.
El problema es que, con tanta demora, se han hecho muy visibles las diferencias entre dos de sus colaboradores más estrechos, el gallego Miguel Tellado y el andaluz Elías Bendodo. El primero se lo trajo Feijóo de Galicia, donde ejercía como portavoz parlamentario y ocupaba la plaza de secretario general de la franquicia autonómica del partido, y lo situó al frente de la vicesecretaría de Organización. El segundo aterrizó en la dirección de Génova apadrinado por su amigo y mentor Juanma Moreno para ocuparse de la coordinación general. El presidente andaluz fue el aliado clave de Feijóo para fraguar la rebelión de barones que puso fin al liderazgo de Pablo Casado cuando este enfrentó, sin éxito, la insubordinación de la lideresa madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
El choque entre ambos ha acabado siendo inevitable. Bendodo llegó con la vitola de experto en la planificación de campañas y principal hacedor del éxito de Juanma Moreno en Andalucía. Su misión sería reeditarlo a escala nacional, esta vez para llevar a Feijóo a la Moncloa. Pero enseguida se hizo evidente un solapamiento obvio: pese a estar por debajo en el escalafón, Tellado se convirtió en el encargado de controlar, activar y organizar la maquinaria del partido, tanto en Génova como en los territorios. Bendodo, igual que Cuca Gamarra, elegida secretaria general, se quedó sin funciones concretas. Con la agravante de que su compañera, al menos, tenía la excusa de la portavocía del grupo en la Cámara Baja.
El andaluz fue el elegido por Feijóo para capitanear la exitosa campaña de las municipales y autonómicas de mayo, que —con la ayuda de Vox— otorgó al Partido Popular una enorme cuota de poder territorial y local. Tellado se hizo cargo de la responsabilidad de coordinar la organización y movilización del aparato del partido y de sus militantes.
Este esquema se repitió en las generales, pero con una diferencia importante: Bendodo fue el coordinador ejecutivo y Tellado el coordinador electoral. Cada uno con sus propias responsabilidades. Y ninguno de ellos sometido a la dirección del otro.
El fiasco electoral
La campaña salió mal: el PP no logró el resultado esperado y, aunque fue el partido más votado, Feijóo ha visto cómo se desvanecía su sueño de llegar a la Moncloa a la primera oportunidad. Enseguida comenzaron los reproches internos: Bendodo culpó a Tellado de haber permitido que las encuestas inflasen las expectativas a riesgo de que sus cálculos estuviesen equivocados y el resultado acabase siendo percibido como una derrota.
Entre ambos dirigentes no hay química, según quienes han tenido la oportunidad de verles trabajar juntos. Bendodo está acostumbrado a tomar decisiones estratégicas, pero desde que se incorporó al equipo de dirección de Génova se quedó fuera del núcleo duro de colaboradores qie Feijóo se trajo de Galicia. Un grupo de expertos en comunicación y planificación que en su mayor parte le acompaña desde hace 14 años y que están acostumbrado a trabajar de común acuerdo, sin interferencias externas. Y que se fían poco o nada de quienes no están en él. Se llamen Bendodo, Gamarra, Borja Sémper o Esteban González Pons.
Feijóo tiene que elegir a quién pone al frente de la estrategia del partido, en la calle Génova, con responsabilidades en un aparato orgánico cuyo principal reto será mantener la movilización en la calle y coordinar, al mismo tiempo, la tarea de los barones con responsabilidades ejecutivas, que ahora son muchos y variados. Y decidir también quién situará a los mandos del grupo parlamentario, de donde ya ha confirmado la decisión de remover a Gamarra para marcar una nueva etapa aprovechando el cambio de legislatura.
El problema es tomar la decisión sin que parezca que alguien sale ganando. Y sin pisar el pie a nadie. Es muy improblable que el que salga mal parado sea Tellado, en el que desde hace años ha depositado una confianza aparentemente inquebrantable. Pero tampoco puede desairar a Bendodo sin enfadar a su principal aliado, el barón andaluz Juanma Moreno. Sobre todo porque eso le dejaría en una situación de debilidad frente a Ayuso, siempre disponible para hacerse cargo del liderazgo del PP.
Algunos apuestan por resolverlo salomónicamente: Gamarra ya ha sido confirmada en la secretaría general de representación, lo que le permite justificar la pérdida de la portavocía. Falta ahora saber si Tellado se hará cargo en el Congreso, con la tarea de liderar una oposición dura al Gobierno y eclipsar a Vox; y si Bendodo pasa a la sala de máquinas del partido. Pero nadie lo sabe. Todo indica que Feijóo dará a conocer los cambios en el Comité Ejecutivo previsto para la próxima semana.
Los barones, a lo suyo
Mientras el presidente del PP afina los cambios en la dirección del partido, con lo que se dispone a encarar lo que cree será una legislatura corta, bronca, inestable y con un apretado calendario electoral (gallegas, vascas y europeas) que quieren centrar en la amnistía y en la supuesta subordinación de Pedro Sánchez a los independentistas, los barones con mando en plaza van tomando decisiones. Y no siempre son compatibles entre sí.
Sin una coordinación expresa, y con Feijóo dejándoles espacio, algunos ya están echando cuentas para beneficiarse de la quita de deuda que van a demandar una vez que Cataluña ha abierto el melón de la condonación.
A favor de quienes quieren soltar lastre financiero se mostró este viernes el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y exministro de Economía, Luis de Guindos, al quitarle importancia diciendo que se trata “un ajuste meramente contable”.
La vicepresidenta cuarta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, echó leña al fuego asegurando que son varios los territorios que de forma directa o indirecta se han puesto en contacto con su departamento para conocer “qué parte es la que calcula Hacienda que le puede corresponder a su comunidad autónoma”. Pero no dio nombres.
Oficialmente, Andalucía no está entre ellos, pese a que según Fedea sería la que más podría beneficiarse. La condonación premia “al que lo hace mal, y castiga al que hace una buena gestión, esa es la realidad”, sostuvo este jueves Carolina España, consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos de la Junta. El Gobierno de Moreno, que ha aprobado numerosas rebajas de impuestos en los últimos años, mantiene que su prioridad sigue siendo una reforma del modelo de financiación que les otorgue “los 1.000 millones de euros que nos faltan todos los años”. Y, mientras tanto, una cantidad semejante en forma fondo de compensación.
También Galicia rechaza solicitar la quita. Lo dijo esta semana el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, según el cual hacerlo sería tanto como “blanquear” el “desastre de acuerdo” entre el PSOE y los independentistas catalanes. Aunque luego añadió de forma ambigua: “No queremos ser más que nadie, pero desde luego no queremos ser menos”.
A favor de la quita
En la Comunitat Valenciana, con una de las deudas más abultadas, Carlos Mazón (PP) ya busca el modo de subirse al carro de las quitas, aunque él prefiere hablar de compensación y no de condonación. Y se ha encontrado con la oposición de sus socios en el Govern, la ultraderecha de Vox, contraria a que la comunidad se acoja al mismo mecanismo que Cataluña. “Si llega [la quita a Cataluña], desde luego la Comunitat Valenciana exigirá el mismo trato o mejor”, declaró esta semana la consellera de Hacienda y portavoz del Consell, Ruth Merino.
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En Murcia también están haciendo cuentas. El consejero murciano de Hacienda, Luis Alberto Marín, sostiene que el 80% de su deuda, de 11.396 millones de euros al cierre de 2022, está ligada a la infrafinanciación. Y se mostró dispuesto a “comenzar a hablar” a partir de la cantidad mínima de quita de 3.200 millones de euros.
La consejera de Hacienda y Administración Pública de Extremadura, Elena Manzano, también se apunta al mecanismo, por más que critique la manera en que el PSOE lo ha pactado con los independentistas. La Junta, subrayó en la asamblea autonómica, va a exigir no solo la deuda con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) sino e pago del déficit que tiene la región en infraestructuras, en inversiones, es decir, la deuda histórica del Gobierno central con la región.
Los barones del PP ya han firmado y remitido al Gobierno una petición conjunta para que se reúna de manera inmediata la Conferencia de Presidentes con el objetivo de analizar “el alcance y los efectos que tendrán” los acuerdos que ha suscrito el PSOE con los independentistas, entre los que se encuentra la quita de la deuda.
Los nervios en la cúpula del PP están a flor de piel. Hace tiempo que Alberto Núñez Feijóo anunció cambios en los equipos que dirigen las oficinas de la calle Génova y el grupo parlamentario en el Congreso, pero el líder del partido se ha tomado cuatro meses para tomar una decisión que, si es fiel a sus costumbres, y suponiendo que ya la haya tomado, sólo conoce él.