Unidad de España, símbolos, caza y toros: claves del discurso socialista alternativo de Vara, Page y Lambán

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El presidente de Aragón, Javier Lambán, prueba un dispositivo de realidad virtual en Fitur.

Fernando Varela

Las apelaciones a la unidad de España, la defensa militante de la caza y de los toros, la reivindicación de la bandera y de los símbolos y la petición de mano dura para enfrentar las demandas del independentismo catalán no son patrimonio exclusivo de la derecha. Desde hace tiempo forman parte esencial del discurso de Emiliano García-Page, Javier Lambán y, en menor medida, de Guillermo Fernández Vara, los barones socialistas más críticos con Pedro Sánchez, a los que también une la disposición a explorar, después de las elecciones del 26 de mayo, acuerdos postelectorales con Ciudadanos para el caso de que la aritmética parlamentaria lo permita.

Los presidentes de Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura son a menudo considerados la punta de lanza el sector más tibio del socialismo español. Ya lo eran antes de las elecciones andaluzas que costaron la Presidencia a Susana Díaz, pero ese perfil se está viendo acentuado desde que en las filas socialistas se ha impuesto la creencia de que la cuestión catalana fue decisiva para la derrota del PSOE en Andalucía. De ahí que los tres estén enfatizando, más que nunca, posiciones políticos incómodas para el presidente Pedro Sánchez.

No es raro escuchar fervientes referencias patrióticas de labios de García-Page, en línea con las que se han hecho habituales en Pablo Casado y Albert Rivera. “Ninguna enseña local o regional sobrepasa la emoción que genera la bandera española, aunque para algunos sea un problema”, proclamó el pasado diciembre desde el Alcázar de Toledo, apenas dos días antes de que Sánchez se reuniese por segunda vez con el president catalán, Quim Torra. La bandera de España, añadió aquel día, “tiene una importancia que va más allá del símbolo” y alcanza a “lo que hay detrás, los sentimientos”.

Apenas tres semanas después, el 7 de enero, Garcia-Page volvió sobre los símbolos. Aprovechando una visita a un municipio toledano, anunció el compromiso de renovar su juramento a la bandera española en la Academia de Infantería de Toledo una vez se hayan celebrado las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo. Lo hará, dijo, como muestra de “responsabilidad” ante el actual contexto político. “Quien no quiere respetar una bandera es que no respeta ni lo que es en sí mismo, ni el país en el que vive y que le da de vivir”.

Los mensajes de fin de año de los tres presidentes resumen perfectamente su identidad de criterio. Javier Lambán eligió como escenario de su discurso el que mejor expresa las diferencias de su comunidad con Cataluña: el Monasterio de Sijena, destino de las obras de arte trasladadas por orden judicial desde el Museo de Lleida justo cuando la autonomía catalana se hallaba sometida a la intervención del Gobierno español. En ese marco situó la cuestión catalana como el problema más grave que tiene España y reiteró el interés de Aragón en implicarse en la solución.

En su mensaje, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, tampoco pudo resistirse a hablar de Cataluña y hacer una defensa expresa de “la patria indivisible e indisoluble de todos los españoles”. Y Emiliano García Page se mostró convencido de que "la inmensa mayoría" de los ciudadanos de la región "entienden y apoyan" su defensa de España contra quienes buscan "acabar con nuestra identidad común y con nuestra unidad, porque en el fondo quieren acabar con la igualdad”.

Los tres están convencidos de que poner el independentismo en el punto de mira da votos, así que no es casualidad que la unidad de España sea un tema recurrente para el presidente castellanomanchego. “Jurídicamente hablando, hay y solo habrá una nación, que es la española”, proclamó en agosto. De hecho, su oposición a la forma en que Pedro Sánchez quiere encauzar el problema catalán es frontal: se enfrentará, ha llegado a decir, a cualquiera que, con la idea de “mejorar” la Constitución pretenda “renegar” de la Carta Magna del 78, aunque sea de su propio partido. De ahí que defienda no “tocar la Constitución ni ningún Estatuto de autonomía”, justo lo contrario de lo que ofrece el presidente del Gobierno para intentar atraer a los independentistas a una solución negociada dentro del ordenamiento jurídico vigente.

Es más, en línea con las posiciones de Ciudadanos y del PP, dos formaciones partidarias de una recentralización de comperencias, Page defiende “iniciar una etapa de legislación armonizadora” que haga frente a “las tendencias centrífugas que ha tenido el Estado autonómico”. “Echo en falta legislación armonizadora que tenga rango de legislación orgánica, que no han hecho ni el PP ni el PSOE", critica cuando se le pregunta.

Yendo aun más lejos, el presidente castellanomanchego quiere revisar la legislación presupuestaria para que los gobiernos del país no estén ““ermanentemente vendidos a cualquier minoría” a la hora de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. “La estrategia presupuestaria no puede estar al pairo de uno, dos o tres diputados”, sostiene, sin explicar cómo le gustaría cambiar el sistema de mayorías del Congreso.

Sí ha sugerido la conveniencia de impedir a “partidos políticos o movimientos que dicen querer separase de España” poder presentarse “a las elecciones generales” y condicionar “la estabilidad del país”. “En España no hay estabilidad política fundamentalmente por el problema del independentismo”, sostiene García Page.

De ahí que en un momento dado especulara con la idea de prohibir la mera existencia de los partidos independentistas. Una propuesta que también abrazó Lambán, según el cual no hay que descartar ninguna posibilidad “en la defensa de la democracia y de la unidad de España”.

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PP y Ciudadanos son muy conscientes de las discrepancias de estos dirigentes con su jefe de filas y desde hace semanas no dejan de plantear iniciativas con el objetivo de obligarles a tomar partido y alinearse con sus tesis. Es lo que ocurrió en la Asamblea de Extremadura, donde el PSOE voto a favor de volver a aplicar a Cataluña “el artículo 155 de la Constitución Española de manera firme, con la amplitud y duración que se requiera, para frenar el desafío independentista catalán, recuperar la unidad entre los españoles, el respeto a la nación española y la historia que compartimos”. Y para defender “el español como lengua vehicular y común de la enseñanza en todas las comunidades autónomas”, sin que las lenguas cooficiales “sean impuestas y dejen sin efecto el derecho de todos los españoles a usar nuestra lengua común, el español”.

En diciembre, el PSOE permitió con su abstención que las Cortes de Aragón aprobaran una resolución en contra de “la concesión del indulto, y cualquier otra medida de privilegio, a los que resulten responsables del golpe separatista cometido en Cataluña durante los meses de septiembre y octubre de 2017 y que actualmente es objeto de enjuiciamiento ante el Tribunal Supremo” y que, por otra parte, todavía no han sido condenados.

La situación de Cataluña no es la única bandera que Page, Vara y Lambán comparten con PP y Cs. En las últimas semanas no han dejado de enfatizar su defensa de dos actividades que, sobre todo Vox, hizo suyas durante la campaña andaluza: la caza y los toros. Especialmente después de que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se pronunciara en contra de ambas. El PSOE de Lambán la consideró “inhabilitada para hablar de desarrollo económico y medioambiental del mundo rural”; Page le envió una carta de protesta y Vara salió en defensa de la tauromaquia, de la ganaderías extremeñas de reses bravas y de los cazadores de su comunidad.

Las apelaciones a la unidad de España, la defensa militante de la caza y de los toros, la reivindicación de la bandera y de los símbolos y la petición de mano dura para enfrentar las demandas del independentismo catalán no son patrimonio exclusivo de la derecha. Desde hace tiempo forman parte esencial del discurso de Emiliano García-Page, Javier Lambán y, en menor medida, de Guillermo Fernández Vara, los barones socialistas más críticos con Pedro Sánchez, a los que también une la disposición a explorar, después de las elecciones del 26 de mayo, acuerdos postelectorales con Ciudadanos para el caso de que la aritmética parlamentaria lo permita.

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