El futuro de Cataluña
Vía eslovena hacia la independencia: cómo se ejecutó y cuáles son las diferencias con Cataluña
La conocida como vía eslovena hacia la independencia ha sido una de las opciones más jaleadas en los últimos días por parte de determinadas voces independentistas, como el eurodiputado del PDeCAT Ramón Tremosa. Este último martes, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declaró asumir "el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de República" para, a renglón seguido, proponer una suspensión de la misma. "El Govern y yo mismo proponemos", declaró durante su intervención en el pleno, "que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada". La hoja de ruta planteada por el Govern catalán puede albergar puntos en común con la vía trazada por Eslovenia hace casi 27 años, pero las diferencias entre ambas no dejan de ser evidentes.
Situación previa
La independencia de Eslovenia se encuadra en el camino hacia la desintegración de la antigua Yugoslavia. Eslovenia, que cuenta con alrededor de dos millones de habitantes, étnicamente homogénea y sin problemas de fronteras con otras repúblicas, plasmó sus aspiraciones soberanistas en la creación de Demos –Oposición Democrática Eslovena–, una coalición formada por cinco partidos –la Unión Democrática Eslovena, la Alianza Social Demócrata de Eslovenia, los demócrata-cristianos eslovenos, la Alianza de Agricultores y los Verdes de Eslovenia– que nació en 1990 como respuesta a la pulsión independentista que comenzaba a germinar. Esta reunión de fuerzas estuvo liderada por Joze Pucnik, firme opositor del régimen de Josip Broz, Tito, presidente de la República Federativa Socialista de Yugoslavia.
La Liga de los Comunistas de Eslovenia organizó en abril de 1990 elecciones multipartidistas, en cuya articulación Demos se situó como actor fundamental. La coalición se consolidó como clara vencedora con el 55% de los votos y tras obtener 47 de los 80 escaños en la Cámara, formando el primer gobierno multipartidista del país, aunque sin lograr la presidencia, que queda ocupada por el comunista Milan Kucan. Demos entra de esta forma en el arco parlamentario controlando la mayoría de los asientos. Introduce así la voluntad de constituir un Estado independiente para Eslovenia.
Hacia la independencia
La aspiración emancipatoria pasa de la teoría a la práctica en un breve periodo de tiempo. El 23 de diciembre de 1990 se celebra un referéndum en el que participa el 90,3% de los 1,5 millones de electores. De ellos, el 88,2% se inclina por el sí a la separación de la república noroccidental yugoslava. Tras conocer la decisión electoral, Franc Bucar, el presidente del Parlamento esloveno, afirma que "las consecuencias de la decisión de los eslovenos son eternas", según publicaba entonces el diario El País. El dirigente de Demos, por su parte, señala que la independencia será reconocida "pronto" por la comunidad internacional.
El gobierno, no obstante, no proclamó la independencia de forma inmediata. "Estamos listos para sobrevivir sin Yugoslavia", aseguraba el Primer Ministro de Eslovenia, Lojze Peterle, pero "el plebiscito no significa la escisión". Aunque el 27 de diciembre el Parlamento proclama que la República de Eslovenia es "independiente y soberana", los planes de independencia quedan aplazados durante seis meses con el fin de negociar una salida pactada con Belgrado, que nunca cedió a sus peticiones.
No es hasta junio de 1991 cuando finalmente, y coincidiendo con Croacia, Eslovenia se declara independiente. Como respuesta, el Parlamento federal yugoslavo da luz verde para que la Policía y las Fuerzas Armadas adopten las medidas necesarias para impedir el cambio de las fronteras. La capital eslovena, Liubliana, comienza a prepararse para las hostilidades. Se inicia así la conocida como Guerra de los Diez Días, que se salda con un total de 74 personas muertas de ambos bandos.
El conflicto se sucedería hasta que el Parlamento esloveno aprueba, en julio de aquel año y con 189 votos a favor, 11 en contra y siete abstenciones, la declaración del acuerdo de BrioniBrioni. El documento, pactado entre Eslovenia, Croacia, Yugoslavia y la Comunidad Europea, pone fin a la guerra y congela la proclamación de independencia por tres meses. Las unidades de las Fuerzas Armadas yugoslavas se retiran y la Policía eslovena es reconocida como soberana en su territorio.
Finalmente, la coalición Demos experimenta sus primeros conflictos internos, al entender que su presencia deja de tener sentido tras haber cumplido los objetivos a los que aspiraba. Desaparece, finalmente, en junio de 1992.
¿Y después?
El reconocimiento internacional fue llegando de forma paulatina. Alemania fue el primer país en reconocer al nuevo Estado en diciembre de 1991, reconocimiento que llevó aparejado el de Croacia. A ella le siguieron, en enero de 1992, todos los Estados miembros de la Comunidad Europea. Menos de un año después de su independencia, una treintena de países ya la reconocía como país soberano.
Eslovenia comienza a funcionar con normalidad ya como país independiente y como primera república de la antigua Yugoslavia que consigue la emancipación. Milan Kucan es reelegido en las primeras elecciones del país en 1992, y volverá a serlo hasta el año 2002. El país se incorpora a las Naciones Unidas en mayo de aquel mismo año y en 1993 entra en el Consejo de Europa. En 2004 pasa a formar parte de la OTAN y de la Unión Europea, mientras que la moneda comunitaria comienza a circular en enero de 2007. Desde julio de 2010, además, forma parte de los países de la OCDE.
Respecto a su estructura económica, y según datos del Banco Mundial, entre los años 1995 y 2001 el PIB se mantiene de forma estable en torno a los 16.000 millones de euros (20.000 millones de dólares), y a partir de 2002 comienza a despegar, pasando de 19.800 millones de euros a 46.800 millones en 2008, su pico hasta el momento. El PIB del país, actualmente, se sitúa en los 37.000 millones de euros.
El presidente Kucan señalaba en una entrevista que el principal objetivo entonces se situaba en "la reconstrucción fundamental de la economía, sobre todo los cambios en la propiedad y estructurales". El país tenía que adaptarse "a los parámetros internacionales", subrayaba el mandatario, y para eso necesitaba "dinero fresco". Concretamente entre 1.000 y 2.000 millones de marcos (entre 360 millones y 720 millones de euros), aseguraba.
En 1990, paralelamente a la celebración del referéndum, el paro en Eslovenia no dejaba de aumentar y alcanzaba a un 6% de la población activa. Las previsiones apuntaban a una subida, y en 1992 el desempleo ya afectaba al 11%. Tras la independencia, la Cámara de Comercio de Eslovenia sostuvo que a largo plazo la secesión beneficiará a la economía. A partir de 1999 la tasa de paro se estabiliza en torno al 7%, y desde el año 2008 comienza a experimentar importantes incrementos hasta quedarse, de nuevo, en el 7,2% actual.
Diferencias con Cataluña
Si bien la ambición soberanista puede coincidir, las diferencias entre Eslovenia y Cataluña son notables. Aunque el referéndum no fue reconocido, las autoridades yugoslavas no trataron de impedir su celebración. Lejos de ser percibido como un plebiscito exento de garantías, la votación fue respaldada por más del 90% del electorado.
La situación política era, además, radicalmente distinta. Eslovenia venía de celebrar sus primeras elecciones multipartidistas y la capital serbia se encontraba bajo el mandato del dictador Slobodan Milosevic, que en 2006 murió en la prisión del Tribunal Penal Internacional mientras era juzgado por genocidio. El desarrollo democrático se encontraba, por tanto, en fase embrionaria.
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Tampoco es una nimiedad el conflicto armado que siguió a la proclamación de independencia. La Guerra de los Diez Días dejó a sus espaldas 74 muertos y más de 300 heridos, y sumergió a ambos bandos en una batalla campal.
Aunque en un primer momento las principales potencias internacionales, Estados Unidos y la Comunidad Europea, negaron el reconocimiento internacional de Eslovenia, menos de un año después de su independencia una treintena de países ya la reconocía como país soberano.
Finalmente, el contexto yugoslavo se encontraba profundamente marcado por una fractura que comenzaría con Eslovenia pero que seguiría con la emancipación de otras repúblicas, especialmente desde la desintegración de la URSS y la caída del Muro de Berlín. El proceso en Croacia fue prácticamente paralelo y enseguida concentró todos los esfuerzos de Serbia, con quien compartía fronteras.