Villarejo deslumbra ahora en Cataluña como enemigo público número uno del ‘procés’ (y de Pablo Iglesias)

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El excomisario Villarejo tiene ganas de hablar. Muchas. Aunque cada vez que lo hace le lluevan las denuncias y aunque la línea que separa la verdad de la ficción es, a menudo, más bien difusa. Y esta ocasión no fue distinta: en una semana, dos cara a cara y varios anuncios de querellas. Es el resultado de su debut en el programa de más audiencia de la radio líder de Cataluña, El Món a RAC1.

Dos meses y medio después de que la Audiencia Nacional lo condenara a 19 años de cárcel por revelación de secretos y falsedad documental, José Manuel Villarejo ha vuelto esta semana a romper el silencio, esta vez con un formato que ha dejado sin aliento. En pleno prime time matutino, el excomisario de Policía Nacional se ha enfrentado a dos de las principales víctimas de las cloacas del Estado que él mismo apuntaló a base de mentiras y grabaciones: el expresident de la Generalitat Artur Mas y el exlíder de Podemos Pablo Iglesias. Dos cara a cara que se han convertido ya en dos de las fotografías políticas del año. Pero Villarejo ha hablado también –y mucho– sobre fútbol, sobre Sandro Rosell y Florentino Pérez. Escenificación al margen, han sido dos encuentros de alto voltaje que dejan titulares inéditos.

El primero, que el objetivo de la denominada Operación Cataluña era "destruir" Convergència i Unió. Así lo admitió Villarejo durante su encuentro con Artur Mas, una cita tensa a la que el expresident llegó poniendo los puntos sobre las íes: “Esto es un encuentro entre el verdugo y la víctima”, espetó al excomisario en el momento de encajar la mano para saludarlo. “No, por favor, yo no soy nada verdugo. En todo caso, un observador”, respondió un Villarejo visiblemente descolocado por la bienvenida.

Verdugo u observador, Villarejo terminó reconociendo que actuaron al margen de la ley filtrando información para perjudicar a CiU porque era el principal “enemigo” de la unidad de España y que el CNI propuso enviar tanques a Cataluña en 2012, tras la primera gran manifestación independentista de la Diada. “Querían posicionar carros de combate en lugares estratégicos, como la televisión”, asegura.

¿Sabía dónde se encontraban las urnas del 1-O?

Por otro lado, también reveló que fue el entonces ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, quien ordenó personalmente las cargas policiales durante el referéndum del 1 de Octubre. E incluso que sabía dónde se encontraban las urnas empleadas en la consulta, pero que no le hicieron caso cuando informó de su paradero. Y más: dijo que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy lo llegó a felicitar por su papel en la Operación Cataluña después de que CiU perdiera la mayoría absoluta en 2012.

Entre sus muchas confesiones, Villarejo aseguró que el exconseller Felip Puig se convirtió en una de las fuentes del CNI cuando aún estaba al frente del Departamento de Interior: “La información la sacaba, fundamentalmente, de personas muy próximas a la Generalitat o de gente muy próxima a la familia Pujol”. Unas acusaciones de las que Puig ya ha salido al paso. No solo las ha negado tajantemente, sino que ha advertido que está estudiando emprender acciones legales.

Dardos contra Florentino Pérez y Joan Laporta

De prosperar, la denuncia de Puig podría no ser la única que se lleva Villarejo tras su paso por RAC1. El Real Madrid ha anunciado que su presidente, Florentino Pérez, se querellará contra el policía jubilado por acusarlo de haber sobornado a árbitros. Según Villarejo, con anterioridad al caso Negreira, en el Real Madrid “ya había detectado lo mismo”, pero las sospechas no llegaron a los tribunales: “Es imposible judicializar algo en este país que afecte a don Florentino. Sería un suicida el que se atreva a hacerlo”.

Se trata de palabras que pronunció mientras hablaba del expresidente del FC Barcelona Sandro Rosell, que fue absuelto tras dos años en prisión preventiva acusado de blanquear dinero de la compraventa de partidos de la selección de Brasil. Es más, de acuerdo con el comisario, fue el actual presidente del club, Joan Laporta, quien filtró información perjudicial sobre Rosell. Tras estas acusaciones, el Barça también ha exigido una rectificación o, de lo contrario, presentará querella.

La pregunta de Iglesias

Otro de los sonoros titulares surgió durante el cara a cara con Pablo Iglesias. El comisario situó a Pedro Sánchez como uno de los principales enemigos de su exvicepresidente: “Sabe que el señor Iglesias era su mayor competencia por su liderazgo y su fuerza”.

Al margen de la trifulca política, de los GAL y de Felipe González, del pendrive del caso Dina y del informe PISA (Pablo Iglesias SA), temas sobre los cuales trató de salir airoso a toda costa, el comisario se topó con una pregunta que lo puso contra las cuerdas. “¿Ha torturado a alguien alguna vez?”, disparaba Iglesias. “No”, contesta automáticamente Villarejo, contra quien un juzgado de Madrid admitió la querella por torturas que interpuso un militante antifranquista. “Es más -añade- yo jamás lo vi. Eso (las torturas eléctricas) lo inventó la CIA y lo distribuyó la Guardia Civil”. Si la respuesta es cierta, queda en el aire.

Las bombas de Villarejo

Pero más allá del contenido, si estas entrevistas están teniendo tanta repercusión mediática en Cataluña es también por el debate que suscita su personaje. No hay que olvidar el historial de Villarejo, delincuente condenado, adalid de las cloacas del Estado, durante años principal intoxicador de falsos titulares contra gobernantes, empresarios, fiscales y enemigos de todo color político. Un individuo ligado a incontables casos de espionaje y tramas de corrupción. Y cuya gran obsesión ha sido también uno de sus grandes lastres: grabar todas las conversaciones en las que participaba.

Grabaciones que, con el tiempo, se han ido soltando a cuentagotas o detonando como dinamita en función de sus intereses. También documentos, informes y borradores que han saltado a las portadas de diarios de ámbito estatal y que han puesto en jaque a políticos o empresarios sin que nadie supiera muy bien cómo apagar el ventilador. Un suelo de mentiras, medias verdades y alguna verdad sobre el que el excomisario ha ido caminando, mientras podía, a paso firme.

Por eso, dar voz a alguien como Villarejo, recolocarlo en el centro del debate y brindarle un micrófono que le permite amplificar su versión siempre genera dudas. Especialmente si quien lo hace es el equipo de uno de los periodistas más influyentes de Cataluña. Sabedor de ello, Jordi Basté quiso dejar claras sus intenciones antes de la emisión: “Consideramos que (la entrevista) tiene un valor político, social y periodístico importante. La historia reciente de España ha pasado por sus grabaciones”.

No sólo tiene Villarejo en su poder detalles, muchos de ellos suculentos, sobre la historia reciente del país, sino que guarda en su armario munición suficiente como para poner patas arriba cualquier versión sobre lo sucedido en los últimos años. “Es una de las figuras clave que ayudan a entender cómo se ha trabajado la guerra sucia contra el independentismo, contra Podemos y contra la trama de Bárcenas [el extesorero del PP José Luis Bárcenas]. Él suelta bombas informativas y el trabajo que tenemos los periodistas es ver qué hay de verdad en todo ello”, resaltan fuentes del programa a infoLibre.

Las mismas fuentes cuestionan que una entrevista de este estilo contribuya a blanquear la imagen del comisario jubilado: “Todo el mundo tiene ya una idea del tipo de individuo que es. Lo que hemos conseguido es una aproximación distinta al personaje y han salido muchos detalles nuevos. Aún no tenemos la verdad absoluta, pero estamos un poco más cerca de conseguirla”.

El propio Basté explicó en antena que optaron por el formato cara a cara porque no se sentían cómodos con una entrevista tradicional. “Este hombre tiene más oscuros que claros y no sabes qué es verdad o qué es mentira en todo lo que dice. Me veía incapacitado para mantener una conversación con Villarejo sin que me marcara goles por la escuadra en cada jugada”, admitió el presentador y director.

Enfrascados en el debate sobre si entrevistar a Villarejo y cómo hacerlo, decidieron seguir adelante, pero contraponiéndolo a víctimas de sus tejemanejes. “Es alguien con una credibilidad suficientemente cuestionada como para que tuviera delante a alguien que lo contrastara. Pensamos en personas de relevancia pública que hubieran sufrido la guerra sucia en su propia piel”, detallan las mismas fuentes a este diario.

Exponerse sin censuras

Pero ¿qué gana Villarejo con estos cara a cara? La pregunta del millón tiene múltiples respuestas, tantas como objetivos persigue el comisario, acostumbrado a utilizar la verborrea para probarse inocente: “Napoleón III decía que quien sirve al Estado sirve a un amo ingrato. Y los que tomamos la decisión de servir al Estado en un momento determinado somos utilizados por los políticos que nos gobiernan”, esgrime en su defensa durante la entrevista. Aunque no es el único recurso. También apela a la emoción. “El día que yo vuelva a ingresar en prisión, tardaré días. Me suicidarán”.

Desde El Món a RAC1 tienen su propia lectura: “Es importante tener en cuenta que Villarejo siempre tiene metas y, en cada una de sus apariciones públicas, trabaja para conseguirlas. En el último año y medio sus circunstancias judiciales han cambiado mucho y debe interpretar que debe utilizar la información que tiene de manera diferente”. Y es precisamente este contexto lo que hace aún más valiosas las palabras de Villarejo: “Cuanto más acorralado esté, más fácil es que libere la munición que tiene guardada”.

Más que acorralado, Villarejo se siente apartado, dado de lado. “Yo tengo mucho que perder, en la medida en que confío en la Justicia”, dice sobre el recurso que presentó contra su sentencia y que le permite, por ahora, mantenerse en libertad. Pero su argumento principal es otro: en Cataluña, a diferencia de Madrid, no hay “presiones”.

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“Es el único medio que me ha permitido exponerme sin censuras”, garantiza. Recuerda luego la entrevista que dio en mayo del año pasado en TV3, la primera que concedió a un medio de comunicación en cinco años. “En Cataluña me exponen sin censuras. En todo lo demás, en todas las emisoras y cadenas (estatales), cuando empecé a aceptar entrevistas, en seguida decían que les habían visitado señores de negro amenazándoles para que no saliera”, resume.

Lo que no menciona es el trasfondo. Ni palabra sobre la ingente cantidad de mercancía informativa averiada que ha logrado colocar en titulares del pasado. Como buen encantador de serpientes, Villarejo sabe atraer a su audiencia y los piropos a Cataluña no son una excepción.

Si la fascinación del público catalán es recíproca lo concluirán las audiencias. A la espera de las estadísticas oficiales, basta revisar las cifras de visitas al portal web: es la segunda entrevista más escuchada de la historia de la emisora, solo por detrás de la de Gerard Piqué tras la ruptura con Shakira. El EGM dirá, pero el resultado parece claro.

El excomisario Villarejo tiene ganas de hablar. Muchas. Aunque cada vez que lo hace le lluevan las denuncias y aunque la línea que separa la verdad de la ficción es, a menudo, más bien difusa. Y esta ocasión no fue distinta: en una semana, dos cara a cara y varios anuncios de querellas. Es el resultado de su debut en el programa de más audiencia de la radio líder de Cataluña, El Món a RAC1.

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