“Es una huella que se lleva toda la vida”. José Luis Rodríguez Zapatero echa la vista atrás. Han pasado veinte años del atentado terrorista en Madrid del 11M. Lo primero que se le viene a la mente es, “sin duda”, el dolor de las familias de las víctimas. Siente un profundo orgullo por la reacción de la sociedad española: “Hizo la democracia más fuerte”.
Después del atentado y de su victoria electoral, tres días más tarde, Zapatero sufrió en primera persona los duros ataques de la derecha política y mediática con la “malévola” teoría de la conspiración. Ningún dirigente ni periodista que contribuyó a ese gran bulo le ha pedido perdón. Y, según el expresidente, deberían hacerlo ante la ciudadanía.
¿En qué piensa cuando se acuerda del 11M veinte años después?
Sin duda alguna en el dolor de las familias de las víctimas. Es una huella que se lleva para toda la vida. La violencia es inútil e injustificable, no deja nada positivo. Siempre es un rastro de dolor, un malestar colectivo. Lo más positivo fue la reacción de la sociedad española en el medio plazo. A diferencia de otros países que han sufrido ataques, nosotros no declaramos una guerra contra el terrorismo.
¿Cuál fue el motivo?
Pienso que la sociedad española tiene aprendidas dos lecciones. Una: lo que fue nuestra historia y un rechazo a la violencia muy profundo. Y dos: cómo soportó con paciencia el terrorismo de ETA y cómo sabía que frente al terror no cabe más que reafirmar la democracia. Nunca buscar atajos ni pensar que el fin justifica los medios. Me siento muy orgulloso de una sociedad que no se volvió contra las personas que profesan la religión musulmana y que no intentó nada contra Marruecos y Túnez, que eran los países de donde habían venido los terroristas. Eso le sirvió mucho a nuestro país para hacer la democracia más fuerte.
Dice que ese atentado sacó cosas buenas de la sociedad española. Pero en los días posteriores también sacó lo peor de la política. ¿Cómo evalúa la gestión del Gobierno de José María Aznar?
Estos días inevitablemente he pensado mucho y he recordado momentos. Con el tiempo me he ido aproximando a una conclusión: democráticamente fue mucho peor construir y mantener la teoría de la conspiración que la notable desinformación que hubo del 11 de marzo al 14. Aquello fueron tres días, había un shock. Es verdad que nunca hubo una línea de investigación que apuntara a ETA, algo que me explicó un día la Policía. Mantener una teoría de la conspiración tan malévola, que venía a decir que se habían juntado ETA, los islamistas y Marruecos, acariciando al PSOE, para provocar un cambio de Gobierno fue el momento ético más bajo de la democracia. Para llegar a eso hay que tener muy poco respeto por la verdad, menos por la democracia y ansiedad para destruir al adversario.
La teoría de la conspiración fue un intento de deslegitimación y con ella viví la escasa autonomía política del PP. Un medio de comunicación sacaba una noticia y el Partido Popular tenía que ir detrás con acción parlamentaria. Hay un dato interesante para recordar: en el momento de mi investidura en 2004 Mariano Rajoy hizo un discurso en el que no cuestionó en absoluto la legitimidad ni dio pábulo a una teoría extraña. Pero luego se pasaron una parte de la legislatura con la comisión de investigación y lo demás. Ahí empezaron todas las teorías conspiranoicas que luego han ido cuajando en la democracia.
Viví la escasa autonomía política del PP porque un medio de comunicación sacaba una noticia y el Partido Popular tenía que ir detrás con acción parlamentaria
¿Cree que Rajoy y Aznar le deben una disculpa a este país?
Cada uno es como es. A lo mejor se puede esperar un gesto de Rajoy. Pero de Aznar, después de todo lo que ha dicho de Irak y las armas de destrucción masiva... Es incapaz e incompatible. Reconocer algo de los demás o una actitud crítica por parte de Aznar parece algo metafísicamente imposible.
¿Pero cree que deberían hacerlo?
Vamos a ver qué dicen. Hay que hacer un análisis de estos veinte años y los medios: qué medios y cómo recuerda cada uno, qué líderes políticos hablan y qué dicen. Vamos a verlo.
Usted vivió en primera persona esa teoría de la conspiración política y mediática. ¿Cómo se enfrenta un presidente del Gobierno a los bulos, mentiras y fake news?
Con paciencia y contención. La democracia es un sistema que lo exige. Sería un grave error dejarse llevar por las reacciones más instintivas cuando a uno le acusan con insinuaciones de ese tipo. Daríamos una mala lección. Creo que los líderes cumplen un papel pedagógico y referente. Procuré siempre huir de la descalificación, del insulto y del ataque ad hominem. Tengo mucha confianza en la sociedad democrática y en la opinión pública. La cancha de los medios esté inclinada, pero tengo confianza.
Hay que incitar a escuchar los argumentos. Sabemos que vivimos en una sociedad muy polarizada. Una vez que estás en un sitio ya parece que no quieres oír argumentos diferentes para que no te hagan dudar. Hay que romper con eso. Sigo militando en la democracia deliberativa. El mejor discurso político es la convicción. Esperemos que en este recuerdo podamos dar un paso más de lección democrática en nuestra historia. Una de las reflexiones que hago estos días es que el PSOE no tiene ningún problema en afrontar ningún momento histórico.
Sigo militando en la democracia deliberativa, el mejor discurso político es la convicción
¿Durante estos veinte años, algunos de esos políticos y periodistas que alimentaron la teoría de la conspiración le han reconocido que lo hicieron sabiendo que mentían?
No, es evidente que no. Pero mi visión de la democracia es la de una sociedad en la que se viva sin rencor y con perdón. Esa es mi manera de entender la vida. Cuando te encuentras a alguien que en un momento dado te reconoce un error grave o te pide perdón, es un comportamiento que merece la pena ser destacado. Pero no lo he esperado. En todo caso no sería a mí, sino a la ciudadanía.
Se vive un momento de total crispación veinte años después. Ha dicho que los ataques a Pedro Sánchez son incluso peores de los que sufrió usted. ¿Se ha degradado todavía más la situación? ¿Ahora hay más episodios de desinformación?
Las críticas y las descalificaciones personales fueron muy duras contra mí. Lo peor fue el intento de deslegitimación. Hay que tener mucha vileza para pensar que alguien puede estar detrás de un hecho que cuesta la vida a 192 personas para llegar al poder en España. Pensar eso de un compatriota es tremendo. Por tanto, ha habido pocas cosas peores en democracia. Pero la descalificación personal, el insulto y la falta de respeto absoluta al presidente Sánchez ha sido más sostenido y desde el primer día. Muy duro.
En un tiempo en el que no hay terrorismo de ETA, Feijóo le ha dicho a Sánchez en el Senado que es más generoso con los verdugos que con las víctimas. Eso, ahora, es peor. Yo sería incapaz de decirle a alguien: "Usted ha traicionado a los muertos". Ni siquiera se me vendría a la cabeza. Es imposible que se lo diga un demócrata a otro demócrata. ¿Qué hay detrás de ese político? ¿Qué entiende por convivencia, respeto y por la no incitación al odio? Cuando se llega a ese punto es que se tiene una sensación de prepotencia, de pertenencia del poder y una falta absoluta de proyecto político. Quien tiene ideas, proyecto y convicciones no tiene que descalificar a nadie ni insultarle.
No me ha pedido perdón ningún político o periodista por la teoría de la conspiración
Escuchamos a menudo que estamos a un paso de una dictadura y de un cambio de un régimen. ¿Qué cree que se puede hacer para recuperar un debate público sosegado basado en los hechos? ¿Tiene arreglo?
Pienso que el tiempo es un factor fundamental. He vivido otros momentos en los que también se ha exagerado extraordinariamente sobre la unidad de España y el fin de ETA. De mí llegaron a decir que entregaba la nación y que mi proyecto era el de la banda terrorista. Pero la verdad es la verdad y la historia es la historia. Desapareció la violencia. España está ahora en un muy buen momento histórico por la economía, el empleo, la mejora de situaciones sociales, el tren de la digitalización, el récord de turistas y con democracia plena. ¿Qué se necesita? Es muy importante un debate democrático donde primen los argumentos y los contenidos. Debe ser una exigencia de los medios y de todos. No tiene que primar la descalificación.
También se van a cumplir veinte años del 14M, su victoria electoral. ¿De qué se siente más orgulloso? ¿Cuál fue su peor error?
Hay varios errores que están ahí anotados. Recuerdo duramente que antes del atentado de la T4 dije a los españoles que un año después íbamos a estar mejor en la lucha contra ETA. Fue un error de apreciación y de información y fui al Congreso a pedir disculpas. Y luego, es evidente que en la gestión de la crisis económica hay que asumir las críticas, da igual el contexto europeo y que la política económica de un Gobierno en la zona euro está limitadísima por lo que haga el BCE. Europa no estaba preparada para aquella crisis. No puedo dejar de reconocer que después de estar en la mejor cifra de paro en 2008 tuvimos de manera inusitada una cifra altísima. No logré frenar aquella crisis, tuviera más o menos instrumentos. Nunca eludiré esa responsabilidad. No pongo excusas ni echo la culpa a nadie.
El sentimiento que tengo más íntimo y profundo es de un enorme agradecimiento a este país por haber sido presidente
¿Cree que su legado está siendo bien tratado?
El sentimiento que tengo más íntimo y profundo es de un enorme agradecimiento a este país por haber sido presidente. Agradezco especialmente a quienes me votaron, me aguantaron y trabajaron conmigo. También a las organizaciones sociales que dieron un impulso a leyes transformadoras. No tengo ninguna queja veinte años después. He recibido muchas críticas, hay mucha gente a la que no le caigo bien y otra me quiere. Es la democracia. Si algo quisiera dejar como legado es mi compromiso indeleble con el PSOE y las ideas del socialismo. Este partido ha protagonizado los mejores momentos de la historia política de este país. Por eso tiene 145 años. Hemos sido y somos muy importantes para España. Lo he pensado además estos días con la amnistía. Somos el partido que puede lograr un escenario en Cataluña y con Cataluña que supere de manera definitiva ese momento tan crítico de 2017. Ojalá. El PSOE ha hecho el 90% de las leyes sociales, de derechos y progresistas de este país. Y es el partido que siempre acepta con dignidad una derrota electoral.
Su partido está pasando una etapa complicada con la aparición del caso Koldo. ¿Qué le parece la respuesta?
Si repasamos la democracia, Sánchez es el presidente que ha dado la respuesta más contundente y rápida ante un escándalo de corrupción. El ejemplo más palmario es el 9 de febrero de 2009 cuando surge el caso Gürtel. La cúpula del PP compareció en Génova, encabezada por Mariano Rajoy, y dijo que no era una trama del PP sino contra el PP. Ahora hay un caso [el 'caso Koldo'], que a ver el alcance que tiene, y no ha habido ningún dirigente del PSOE que haya dicho que es una trama contra los socialistas. Yo quiero pertenecer a ese partido. Y el presidente ha dicho: “Caiga quien caiga”. Por supuesto, el caso es doloroso. Claro que sí. Pero la reacción democrática va mejorando.
La amnistía va a reforzar la democracia
¿Qué le parece cómo ha acabado redactada la ley de amnistía? Dirigentes del PP califican de terrorismo lo que pasó en el procés.
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Es un muy buen texto. Es una ley que exige una técnica jurídica muy depurada. Ha quedado muy bien porque el objetivo de la amnistía es que la reconciliación sea plena. Y para que eso pase, se tiene que garantizar que todos los actos se amnistían. Me viene a la cabeza aquello del Spain is different. Pues bien, no quiero que mi país sea la excepción democrática. Todas las democracias, la tengan o no en la Constitución, disponen de esa institución.
Cuando oigo lo de los siete votos… No, es algo más. Una parte de España ha entendido que el diálogo de los nacionalistas con el PSOE es la única manera de poder recuperar la estabilidad global y tener un Gobierno de progreso. Hay que tener una capacidad de diálogo sereno con la sociedad y explicar las cosas. Un país no puede tener personas pendientes del Código Penal por un conflicto político. La política ha de tener una respuesta de la política. Falla la democracia cuando la política no logra gestionar un conflicto.
La amnistía reforzará la democracia porque es un signo de confianza. Sólo es generoso quien es fuerte democráticamente. Y a la democracia le sientan bien las palabras reconciliación, convivencia y perdón. Frente a la imposición siempre defenderé la persuasión y frente al conflicto, el diálogo.
“Es una huella que se lleva toda la vida”. José Luis Rodríguez Zapatero echa la vista atrás. Han pasado veinte años del atentado terrorista en Madrid del 11M. Lo primero que se le viene a la mente es, “sin duda”, el dolor de las familias de las víctimas. Siente un profundo orgullo por la reacción de la sociedad española: “Hizo la democracia más fuerte”.