El futuro de la monarquía
La Zarzuela sostiene que el rey decidió abdicar dos días antes de que el juez imputase a la infanta
Si la abdicación del rey Juan Carlos sorprendió tanto el pasado lunes se debió, sobre todo, a la persistente campaña que desde la institución se había orquestado para negar siquiera que el monarca estuviera barajando esos planes. Una idea machacada hasta la extenuación en los últimos años, especialmente cuando sobrevenía a la Corona una nueva crisis, un nuevo escándalo, se llamara Nóos, cacería en Botsuana, debilitamiento de su salud o caída en picado de las encuestas. El propio rey había sido partícipe de esa campaña al desmentir que la renuncia al trono estuviera en su cabeza: de forma clara lo sostuvo en una entrevista en TVE previa a su 75 cumpleaños, el 5 de enero de 2013, y en su último mensaje navideño, el pasado 24 de diciembre.
El monarca cambió de opinión. Y decidió definitivamente abdicar en otro cumpleaños, el del 5 de enero de 2014. Tan sólo dos días después el juez José Castro imputó por segunda vez a su hija pequeña, la infanta Cristina, por el caso Nóos, y la llamó a declarar para el 8 de marzo.
La cercanía temporal de ambos hechos conduce a una duda no menor: si influyó en la determinación del monarca el señalamiento de la duquesa de Palma. La respuesta que dan los portavoces autorizados de la Zarzuela es esta: "No, la evolución de Nóos no ha tenido nada que ver en ninguna parte de este procesoNóos . Aunque la idea ya le rondaba de antes, el rey decidió abdicar el día de su 76 cumpleaños, antes de que supiera que el juez fuera a imputar a doña Cristina".
El auto de imputación, en efecto, se conoció el 7 de enero, pero todos los medios ya habían informado en los días anteriores que Castro estaba ultimando su resolución, y se manejaba como probable la hipótesis de que Cristina fuera llamada a declarar. Al final, la hija menor de los reyes acudió a los juzgados de Palma el 8 de febrero, dado que sus abogados renunciaron a recurrir el auto.
A la vuelta de la esquina, el auto del banquillo
Fuentes oficiales insistieron ayer jueves, a preguntas de infoLibre, en que la decisión de Juan Carlos y la preparación del anuncio ha caminado "totalmente al margen de Nóos Nóos". Por esa misma razón, tampoco ha pesado el hecho de que justo ahora Castro estuviese ultimando el auto en el que dirá si incluye o no a Cristina en la lista de quienes cree que deben sentar en el banquillo.
"No hay segundas intenciones ni nada. Es una decisión personalísima del rey, que creía que en 2014 tenía que pasar el testigo a su hijo, al margen del camino judicial de su hija y de su yerno", apuntalaron desde la Jefatura del Estado. "Las razones están en su mensaje a los españoles", abundaron. O sea, la necesidad de que una "generación más joven" pase "a la primera línea", con "nuevas energías", y porque el futuro Felipe VI encarna "la estabilidad".
Tomada la decisión, había que llevarla a término. A los pocos días de su 76 cumpleaños, Juan Carlos comunica su intención a la reina y a los príncipes, y también al jefe de su Casa, Rafael Spottorno, y al secretario general, Alfonso Sanz. En febrero, se consulta con los dos precedesores inmediatos de Spottorno, Fernando Almansa y Alberto Aza. La Casa comienza a estudiar cómo materializar la renuncia, partiendo de la única referencia presente en la Constitución, en su artículo 57. 5: "Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica". Las premisas que se establecieron entonces, siempre según la Zarzuela, era "respetar la juridicidad, que no hubiera tacha legal, y que no interfiera en el clima político".
Con el acuerdo de Rajoy y Rubalcaba
A finales de marzo, el rey comenta su decisión a Mariano Rajoy y, a los pocos días, a comienzos de abril, se la traslada a Alfredo Pérez Rubalcaba. Aquí también se produce otra coincidencia temporal: el 4 de abril, el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto por el que aforaba a la reina y a los príncipes de Asturias. El presidente, por tanto, ya sabía qué quería hacer Juan Carlos.
Los tres, el rey, Rajoy y Rubalcaba, fueron trabajando sobre el calendario. Se creyó que el otoño era "complicado" por el horizonte de la consulta soberanista en Cataluña, prevista para el 9 de noviembre. Después tampoco era oportuno por la acumulación de procesos electorales: autonómicas y municipales en mayo de 2015, y las generales a finales de año. Como tampoco se quería "interferir" en las europeas del 25-M, el momento idóneo era junio, pasada la resaca de los comicios. La fecha final, 2 de junio, y los detalles del anuncio se cerraron el jueves 29 de mayo. También lo hicieron los tres principales protagonistas: Juan Carlos, Rajoy y Rubalcaba.
"La fecha concreta tenía más que ver con las necesidades de la Casa, con la necesidad de que estuvieran en España los reyes y los príncipes en el momento del anuncio. La reina venía de Dinamarca el domingo [1 de junio], y volvía a volar el lunes por la tarde, a Nueva York, a la entrega del Premio Path to Peace; el príncipe regresó de su viaje a la toma de posesión del presidente salvadoreño el lunes por la mañana", relataron fuentes de la Zarzuela. De cualquier modo, resultó "clave" la "confidencialidad" en todo el despliegue de la operación.
A tenor del relato oficial hilvanado por la Zarzuela, tampoco "ha tenido nada que ver" el resultado electoral, el desplome del PSOE y la interinidad de su dirección. El rey "no le pidió a Rubalcaba que se quedase como secretario general" y no abocase a su partido a una gestora. El líder socialista sí consideró, no obstante, que no podía dejar abruptamente el timón del PSOE en una coyuntura tan delicada, y así se lo razonó a sus compañeros en la ejecutiva del mismo 2 de junio. Desde la Casa Real se negó asimismo que se precipitara el anuncio por miedo al viraje que pudiese tomar una nueva cúpula: "La decisión del rey es muy anterior, igual que se le confió a Rubalcaba en abril, mucho antes de conocer el desenlace del 25-M. El interlocutor ha sido sólo él, y la dirección del grupo también ha dejado clara su posición", apoyando la Ley de Abdicación y llamando al orden a los diputados. Sobre el brote de republicanismo en las filas socialistas y las manifestaciones contra el relevo monárquico, "nada que comentar". "Máximo respeto a la opinión de cada uno. Tampoco esto es nuevo", respondían fuentes oficiales.
El foco de 'Nóos', más lejos
Nóos no desaparecerá del horizonte, en cualquier caso, por mucho que haya relevo en la Jefatura del Estado. Pero la Zarzuela cree que el fuego arderá mucho más lejos a partir de ahora: la infanta Cristina, igual que su hermana, Elena, saldrán de la categoría familia real, para pasar a un segundísimo plano. Serán, simplemente, familiares del rey, como ahora lo son Pilar y Margarita, hermanas de Juan Carlos.
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Este será un nuevo "cortafuegos". El primero fue la decisión de apartar a los duques de Palma de la agenda oficial. Luego, se fortaleció el "núcleo duro", la almendra central de la familia –reyes y príncipes–, sacando de facto también a Elena de la primera línea. Más tarde, se hizo desaparecer a Iñaki Urdangarin de la web. Ahora, el muro, siempre a juicio de la institución, será más alto. Los príncipes han rehuido en todo este tiempo aparecer junto a los duques de Palma, y no han coincidido ante las cámaras desde que estalló el escándalo de presunta corrupción que ha erosionado enormemente la imagen de la Corona.
La Casa del Rey mira ya hacia el (ultrarrápido) visto bueno parlamentario de la Ley de Abdicación y la proclamación del príncipe como Felipe VI. Eso será el 19 de junio. Aún queda por despejar el tratamiento de Juan Carlos y Sofía –no será seguro el de condes de Barcelona– y la protección legal del monarca saliente, cuando pierda la inviolabilidad. Ayer, un portavoz de la Zarzuela subrayó que la institución cree "razonable" que se le haga aforado y sólo pueda ser juzgado ante el Tribunal Supremo. Pero eso tardará unos meses, porque requiere de una modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
"Desde aquí no damos ninguna indicación al Gobierno, porque esa es su potestad", recordó un portavoz. No hacía falta presionar más. Que un portavoz calificara ayer de "razonable" que Juan Carlos sea aforado, un titular que reprodujeron de inmediato todos los medios, ya surtía efecto. De cualquier modo, Juan Carlos sólo podría ser acusado por los delitos que pudiera cometer una vez que deje de ser rey, porque todo su reinado está amparado por la inviolabilidad.