La extrema derecha de Le Pen gana por primera vez en su historia las legislativas francesas
El terremoto que se preveía en la jornada electoral de este domingo se puede transformar en un auténtico tsunami el próximo 7 de julio. La extrema derecha de Rassemblement national (RN), el partido de Marine Le Pen, ha ganado, por primera vez en su historia, las elecciones legislativas francesas. Las proyecciones les colocan con una victoria aplastante: en torno al 33% del voto, con una ventaja de 5 puntos sobre el Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición de izquierdas, que se quedaría en un 28%.
Detrás de ellos, el partido Ensemble del presidente francés, Emmanuel Macron, que pasaría de ser la formación más votada a quedar relegada a la tercera posición con el 22% del voto. Tras ellos se coloca el partido de derecha conservadora, Los Republicanos (LR), que tan solo logran un 6% del voto después de una campaña donde parte de la formación, incluido su líder, Éric Ciotti, apoyó un pacto con la extrema derecha.
Pero la clave no estará tanto en los porcentajes sino en el reparto de escaños. Según las proyecciones de Ipsos, ninguno de los partidos tendría una mayoría absoluta clara y todo indicaría que Francia se asomaría a una situación de bloqueo institucional. Aunque la extrema derecha haya tenido un resultado contundente, en ninguno de los casos parece que llegará a la absoluta, que en la Asamblea Nacional se coloca en 289 escaños. El partido de Le Pen se quedaría a 9 asientos de hacerlo, si se tienen en cuenta las horquillas mayores (280 escaños), y en la predicción más baja, estarían muy lejos, con 230 escaños.
En el otro bloque, las noticias no son mucho mejores. El descalabro del partido de Macron, que pasaría de tener 172 asientos a entre 70 y 100, hace que sea necesaria una unión del Nuevo Frente Popular y de Los Republicanos (divididos entre quienes apoyan a RN y quienes optan por alejarse de los ultras) para que haya alguna posibilidad de desbloqueo. La coalición izquierdista sacaría entre 125 y 165 escaños, mientras que los conservadores estarían entre los 41 y los 61. En el caso de que al final se cumplieran las predicciones más bajas, ni siquiera una unión de todas estas formaciones llegaría a la absoluta.
Sin embargo, aún falta mucho para llegar a esta situación. Esta noche, según las mismas proyecciones, tan solo quedarán confirmados entre 65 y 85 asientos de la Asamblea Nacional, por lo que todo se decidirá en la segunda vuelta. El próximo domingo, más de 500 distritos todavía estarán en el aire, por lo que si, como todo hace indicar, el llamado Frente Republicano no se resquebraja, RN podría tener un resultado más bajo de lo esperado.
En ese sentido parecía hablar el presidente Macron, cuando en su valoración de las elecciones, ha llamado a "una gran concentración claramente democrática y republicana" para detener el avance de los de Le Pen. El tono del mandatario ha sido muy distinto al que ha llevado usando durante toda la campaña, donde continuamente equiparó a NFP y a RN como partidos igualmente "extremos". Incluso, sugirió que una victoria de cualquiera de las dos formaciones llevaría a Francia a una guerra civil. Ahora, parece que buscará el entendimiento con NFP y con las otras fuerzas para retirar candidatos en aquellas circunscripciones donde no pueda ganar a un candidato de la extrema derecha y así ayudar a concentrar el voto. De hecho, por parte de Ensemble, el primer ministro actual, Gabriel Attal, ha anunciado que todos aquellos candidatos de la formación que hayan quedado en tercer lugar se retirarán de la carrera en los lugares donde RN tenga posibilidades de ganar.
En la misma línea se ha ubicado en su discurso el líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, que también ha tendido la mano al resto de partidos para hacer frente contra la ultraderecha. "Nuestras instrucciones son sencillas: ni un voto para Agrupación Nacional", ha insistido el político izquierdista. También desde el Partido Socialista han llamado a la concentración del voto en la segunda vuelta. Raphaël Glucksmann, que fue cabeza de lista en las europeas por la formación ha sido igualmente contundente: "Seamos claros, cualquier candidato que sea tercero debe retirarse para evitar una victoria de RN en la segunda vuelta. Sea del partido que sea". Y ha añadido: "Nos enfrentamos a la historia, la extrema derecha está a las puertas del poder. No flaquearemos ni dudaremos. Estos momentos trágicos no toleran la debilidad."
La jornada ha estado marcada por la gran movilización de los franceses, casi un 70%, una participación altísima para unas elecciones que suelen tener números realmente bajos. Y es que los franceses sabían que estas no eran unos comicios más. Ya desde su convocatoria a toda prisa por Macron tras la victoria total de RN en las europeas, y con una campaña reducida de tan solo 3 semanas, las legislativas han puesto al país patas arriba.
Poco después del anuncio presidencial, las fuerzas de izquierda anunciaban la intención de crear una coalición para tener más posibilidades de vencer a la extrema derecha. El renacimiento de los socialistas el 9J tras años de irrelevancia, les colocaba en una posición preponderante para negociar con LFI con respecto a 2022, cuando ambas fuerzas también fueron unidas en la coalición Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES). Así, nació un programa más equilibrado que en la anterior unión y un reparto de circunscripciones donde LFI tendría mayor protagonismo. Esa combinación, sumada a una campaña donde el NFP ha intentado convencer tanto a votantes de la izquierda tradicional como a otros más moderados, ha logrado que la coalición sea la fuerza alternativa a la extrema derecha en estas legislativas.
Durante la campaña, también salió a colación en múltiples ocasiones quién sería el candidato a primer ministro en caso de una victoria del NFP. La paradoja de Mélenchon, un político capaz de movilizar a los votantes como nadie pero con una gran impopularidad entre aquellos más moderados, hacía que no fuera el candidato ideal de la coalición. El líder insumiso llegó a proponerse incluso para el puesto, pero rápidamente fue descartado por los demás miembros de la coalición. Ahora, si como parece, el NFP es segunda fuerza y el resto de partidos del Frente Republicano pueden sumar, la elección del primer ministro puede ser clave, ya que debe ser aceptado no solo por los partidos izquierdistas, sino también por el de Macron e incluso por parte de Los Republicanos.
Precisamente, el partido conservador ha sido uno de los nombres propios de la campaña. Si bien su fuerza se había ido reduciendo conforme ha pasado el tiempo, sus votos seguían siendo clave para la mayoría presidencial. Sin embargo, todo explosionó poco después de que empezara la campaña, cuando su líder, Éric Ciotti, se mostraba dispuesto a pactar con la extrema derecha. A partir de ahí, pasó de todo: intentos de echar al líder del partido, insumisiones de varios de sus más importantes figuras y, finalmente, una formación completamente dividida que ha perdido cuatro puntos con respecto a 2022.
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Aunque si algo ha explosionado en estas elecciones legislativas ha sido el centro político que durante años ha querido representar Emmanuel Macron. Su movimiento ha sido eliminado en esta primera ronda de prácticamente la mitad de los distritos de toda Francia, un golpe durísimo que parece anticipar una cohabitación casi segura hasta 2027. De hecho, solo el 56% de los votantes que le votaron a Macron en las presidenciales de 2022 han optado por la papeleta de Ensemble en estas legislativas. Los números tan malos de la formación se explican en gran medida por el amplio descontento de la población francesa con la presidencia del político liberal: Macron es uno de los mandatarios más impopulares de Europa, con un 70% de los franceses que se muestran "muy insatisfechos" con su gestión.
Esa insatisfacción ha sido un verdadero combustible para la extrema derecha, que ha alcanzado su techo histórico y la última parada de su largo proceso de "desdiabolización". Su candidato, Jordan Bardella, de tan solo 28 años, ha sido una de las principales caras de la campaña y pese a algunos resbalones durante las 3 semanas que ha durado, su perfil tranquilo, serio, nada histriónico y con una gran conexión con los jóvenes, ha vuelto a convencer, como ya hizo el 9J, a más del 30% de los franceses. El yerno perfecto, como lo llaman los medios en Francia, tendrá difícil ser primer ministro (él mismo había asegurado que solo una mayoría absoluta le daría la posibilidad de serlo), pero con estos resultados ha echado definitivamente la puerta abajo en unas elecciones que no solían ser favorables a RN.
Con todo, aún queda una segunda ronda que será fundamental para dibujar la composición del legislativo francés. La movilización en bloque contra la extrema derecha puede reducir sus opciones de llegar a Martignon, pero para ello tanto Macron como el NFP deben dejar al lado sus diferencias y animar a sus simpatizantes a votar contra RN, sea cual sea la alternativa. Es algo que no parece fácil después de una campaña polarizada y con un país cada vez más radicalizado, en el que la impopularidad de Macron y el miedo del electorado centrista a los sectores más radicales del NFP pueden dificultar la unión. En 7 días de campaña que se prevén frenéticos, RN intentará movilizar al máximo a sus votantes mientras que sus rivales tendrán que reconstruir a toda prisa un Frente Republicano cada vez más complicado de ensamblar.