La UE decide su futuro bajo la amenaza de la extrema derecha y con sus grandes políticas en el aire

El líder del PPE en la Eurocámara, Manfred Weber, y la actual presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, durante el cierre de campaña del CDU.

Este jueves, Europa conmemoraba uno de sus días más trascendentales. Hace 80 años, cientos de miles de jóvenes se dirigían hacia el infierno en 4 playas cuyos nombres en clave han quedado grabados: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. Fue, para muchos de los que escribieron después sobre él, el “día más largo” de todo el siglo XX y, sin duda, una fecha que ha vertebrado la historia moderna de todo el viejo continente. El Desembarco de Normandía significó el punto de inflexión en el frente occidental de la Segunda Guerra Mundial y un paso casi definitivo para la derrota del régimen nazi y de la victoria aliada. 

Resulta paradójico que este aniversario haya coincidido justamente con el comienzo, en los países más madrugadores, de unas elecciones que se prevén, tal y como dicen todos los analistas, como unas de las más trascendentales de la historia de la Unión Europea (UE). “Parece que todas las elecciones son históricas, pero en este caso sí es cierto que por primera vez desde el año 1979 existe la posibilidad de que haya dos mayorías posibles en el Parlamento Europeo. Una compuesta por el grupo centrado ampliado, si incluimos a Los Verdes, y la otra de derechas, si el Partido Popular Europeo (PPE) mira a su derecha”, describe Héctor Sánchez Margalef, investigador del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) y autor del informe Elecciones europeas 2024. ¿Un punto de inflexión para la integración de la UE?

Durante toda la campaña, el centro del debate ha estado precisamente en torno a esa disyuntiva de los conservadores. La presidenta de la Comisión, y favorita para repetir en el cargo, Ursula von der Leyen, se ha encargado de dar pie con sus palabras a un volantazo después de las elecciones y a la búsqueda de apoyos de partidos concretos del grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR). En él están integradas formaciones como Vox, los ultraconservadores polacos y el partido de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, a la que la presidenta de la Comisión ha llegado a calificar como “proeuropea” en los debates.

La alemana diferenciaba así entre una ultraderecha buena y otra mala, esta última integrada en el grupo Identidad y Democracia (ID), donde se agrupan los partidos de Marine Le Pen y Matteo Salvini, entre otros, y que cuentan con notorios vínculos con la Rusia de Putin. Sin embargo, en los últimos días de campaña, Von der Leyen ha parecido dar marcha atrás después de las críticas de varios pesos pesados de su partido, entre ellos el expresidente de la Comisión Jean-Claude Juncker, y por un repunte de liberales y Verdes en las encuestas, que pese a perder escaños, resistirían para poder armar una mayoría similar a la que la eligió en 2019,

Por otra parte, todos los sondeos prevén un fuerte ascenso de la derecha radical en Europa. En Francia, según las encuestas, el partido de Le Pen y su candidato, el jovencísimo Jordan Bardella, sacará más de 15 puntos a la formación del presidente francés, Emmanuel Macron, que corre el riesgo incluso de ser superado por el Partido Socialista de Raphaël Glucksmann. En Alemania, el Estado miembro con más representantes en Estrasburgo, los ultras de Alternativa para Alemania (AfD) han perdido fuerza conforme avanzaba la campaña, pero las encuestas siguen colocándoles como segunda fuerza, solo por detrás de los conservadores de la CDU y en un empate técnico con los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz. Y en Italia todo hace indicar que la formación de la primera ministra, Giorgia Meloni, ganará las elecciones con un margen más o menos sólido.

Con estos números, la derecha radical sería la fuerza más votada o la segunda en los tres Estados miembros con mayor representación en la Eurocámara. En otros, como Portugal, Países Bajos o Suecia también subirían con fuerza, aunque quizás no tanto como se podía prever hace unos meses. Por ejemplo, en Países Bajos, el Partido de la Libertad de Geert Wilders, ganador de las últimas elecciones nacionales holandesas, habría perdido las europeas (en Países Bajos se votó el 6) frente a la coalición socialdemócrata según los sondeos a pie de urna. 

Con este ascenso y sumado a otros bastiones clásicos de la derecha radical europea como la Hungría de Viktor Orban y la Polonia del PiS (aunque en estas elecciones con menor fuerza que antaño), la fuerza parlamentaria de la ultraderecha en su conjunto, podría incuso superar al PPE. Pese a eso, la unión de las derechas radicales en un solo grupo es un escenario posible, pero a priori lejano. El pasado mes de mayo, Le Pen ofreció a Meloni dejar a un lado sus diferencias y, junto con Orban, formar ese ansiado grupo unitario. Una propuesta a la que la italiana hizo oídos sordos justo después de que ID expulsara a AfD de su grupo tras las declaraciones de uno de sus candidatos sobre las SS nazis. 

Se unan finalmente o no después de las elecciones, lo que es evidente es que la derecha radical puede tener la fuerza suficiente para condicionar la política europea. “A la hora de elegir a Von der Leyen como presidenta de la Comisión, si los eurodiputados de Meloni le dan su apoyo, eso elimina automáticamente a los socialdemócratas, liberales y Verdes, que pueden ser en torno a 200 votos. Así que creo que podemos ir hacia un escenario en el que el gran pacto de legislatura se mantenga como hasta ahora, con PPE, socialdemócratas, liberales y Verdes para arrancar la legislatura y que después de esto, ya con Von der Leyen como presidenta, en votaciones concretas, el PPE se vaya más a votar con Conservadores y Reformistas”, señala Emilio Ordiz, analista de El Orden Mundial y periodista especializado en la UE en 20 minutos.

Los analistas consultados coinciden en que la UE, está en un punto clave de su historia, donde debe decidir si tomar un camino más integrador para hacer frente unidos a problemas como el cambio climático o la defensa o, si se decanta por un repliegue nacionalista donde ganen fuerza los Estados miembros y con el Consejo jugando un papel más prominente. “La integración es difícil de revertir, pero es verdad que puede haber miembros del Consejo que, si en sus países hay fuerzas a su derecha que ven la UE como algo negativo, se lo pensarán dos veces a la hora de impulsar una unión más estrecha”, explica Sánchez Margalef.

Las elecciones de este domingo también marcarán el rumbo de la UE en un tema tan trascendental como el Pacto Verde. “La inversión en seguridad tiene que ir en detrimento de algo, porque por mucho de que nos intenten decir que la UE puede hacer las dos cosas, no se puede o es muy difícil. El Pacto Verde en la Comisión de 2019 tuvo rango de vicepresidencia y eso creo que va a cambiar. Me parece que ahora se va a dar un mayor rango a lo industrial y uno menor al ecologismo. El cambio climático era una prioridad en 2019 pero ahora la industria y la defensa parecen más urgentes”, explica Ordiz.

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También está en el aire el desarrollo del llamado pilar social de la UE, que puede sufrir igualmente si los 27 se encaminan hacia una política más centrada en la defensa. En este sentido, Sánchez Margalef piensa que, pese a contar con recursos limitados, la UE podría optar por opciones alternativas para no vaciar el pilar social. Estas podrían ir desde reajustar partidas hasta una subida de impuestos o incluso que la UE pudiera crear impuestos a nivel europeo, siendo la propia Bruselas quien invirtiera en defensa de manera centralizada. “La defensa de la UE siempre se ha visto como un tema donde se podía avanzar a una mayor integración, pero también es cierto que para ello no se puede sacrificar el pilar social, porque esto tiene consecuencias que alimentan el crecimiento de los partidos de derecha radical”, zanja el analista.

Otro tema clave que en la siguiente legislatura sí continuará siendo central es la inmigración que, para Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas, es una de las cuestiones clave en caso de una alianza entre la derecha y la ultraderecha: “Caemos en el riesgo de que la derecha se pueda ir hacia posiciones más xenófobas con el objetivo de que la extrema derecha no le quite terreno y eso puede tener consecuencias muy negativas para los migrantes y también para el proceso integrador”, piensa el analista. 

Garrido, a su vez, también subraya la importancia de mantener la política expansiva que ha regido a la UE. “Países como España e Italia deben reivindicar esta salida de la crisis, que ha sido mucho más positiva que la que se hizo en 2008, e impulsar la utilización de fondos europeos para poder financiar la transición verde y digital. Es evidente que estos retos no se pueden acometer desde lo nacional, sino que es necesario hacerlo conjuntamente en la UE”. Para Sánchez Margalef, la política expansiva de esta legislatura demuestra que hay lecciones aprendidas de la crisis de 2008, pero sin olvidar que hay partidos que, ideológicamente siguen sin estar de acuerdo con, por ejemplo, una repetición de la fórmula de los fondos Next Generation. 

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