Miguel Ríos: "No hay nada mejor que atacar los dogmas con la irreverencia del bufón"
"Ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol, en que los hombres volverán a ser hermanos". En tiempos complejos, siempre agradece el oído atender al eterno Himno de la Alegría. Prestemos atención a estos versos: “En que los hombres volverán a ser hermanos”. Tal vez esa comunión entre iguales sea el trasfondo de un mensaje que debe resonar hoy más que nunca. El dueño de la emotiva pista, basada en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, no es otro que un rockero especial, el granadino Miguel Ríos, una leyenda musical.
Desde álbumes históricos como Rock and Ríos, grabado en directo en 1982 en el antiguo Pabellón de la Ciudad Deportiva de Baloncesto del Madrid y que fue emitido en TVE también en directo, algo pionero para la época, hasta llevar a cabo giras junto a referentes musicales como Víctor Manuel, Ana Belén o Serrat, el incansable Miguel Ríos no ha podido dejar a sus 80 años los escenarios, donde regresa una y otra vez.
Más allá del poder curativo del Himno de la Alegría, no duda el músico en hablar del humor como la mejor medicina para curarse de tanto odio y violencia, al tiempo que plantea que "no hay nada mejor que atacar los dogmas con la irreverencia del bufón". Tiene claro con lo que no bromearía nunca en público: los chistes de gangosos o tartajas. Los que le gustan a Alfonso Guerra, quien se quejó públicamente en El Hormiguero de que ya no se puedan hacer, recuerda el músico. No obstante, cree que lo “políticamente correcto” ha ido algo lejos, recordando que los que sufrieron la censura durante el franquismo aprendieron a emplear el más sutil doble sentido para saltársela con creatividad. Aquellos, asegura, son ahora los que tienen cintura para saber dónde está el límite y cómo poder transgredirlo.
Ríos recuerda sus vacaciones de barbecho musical en el 74 como las más divertidas, en las que, explica, compraron una Volkswagen matriculada y carrozada en Holanda para marcarse un loco verano de festivales, terminando en Reading, en Inglaterra. Inmiscuyéndose más en sus gustos personales, el cantante no duda en recurrir a Javier Ruibal y su gaditano disco Saturno Cabaret como recomendación musical para hacer esbozar una sonrisa a la persona más seria. No se olvida ni de las burradas que se dan en la serie Little Britain ni tampoco de los guiños de las páginas de La conjura de los necios, el libro de John Kennedy Tool. Con ambos, comenta, se parte de risa.
En cuanto a algo gracioso que le dé vergüenza reconocer, Ríos entona de nuevo con cachondeo el nombre de Alfonso Guerra, indicando que le provocan carcajadas las mismas cosas que a él, pero remarcando, en comparación con el político socialista, que él quiere evolucionar. Se atreve incluso a contar su mejor chiste malo a infoLibre: "Va la Iglesia e inmatricula la Alhambra, porque hay una iglesia…"
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Hay ocasiones en las que a todos nos dan ataques de risa en los peores momentos posibles. El cantante no es la excepción y recuerda divertido cómo en el pasado, cuando fumaba canutos, los funerales eran un incómodo escenario donde con frecuencia entraba en pánico y acababa conquistado por la risa.
Por otro lado, cree que en la intimidad habrá algún que otro político con más sentido del humor del que parece, pero lamenta que en el hemiciclo haya pocos. Destaca como referente el "gran maestro del humor involuntario", Mariano Rajoy. Ríos se continúa mojando y habla del lugar en España donde cree que prolifera más el sentido del humor. Habla de Cádiz como el territorio más gracioso. Y en el que menos, "un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”.
Nada más simbólico que tratar el humor con el humor, y para expresar ese sentir, nada mejor que la partitura mental de Ríos, que continúa cantando a la alegría.