Rufus T. Firefly: "El miedo a la carretera siempre está, a todos nos marcó el accidente de Supersubmarina"

El 14 de agosto de 2016 está grabado en el asfalto de la memoria de la música española como el fatídico día del accidente de tráfico de Supersubmarina. Una colisión frontal en el kilómetro 168 de la N-322, regresando a casa en Baeza después de tocar en un festival en Cullera, que estuvo a punto de acabar con sus vidas y que truncó su exitosa carrera musical.

La banda jienense no ha podido volver a subirse a un escenario y permanece desde entonces como señal de alerta en el imaginario colectivo de todos esos músicos que pueblan las carreteras de este país y que tantísimos kilómetros hacen al cabo del año saltando de festival en festival, de concierto en concierto, de verbena en verbena. Especialmente, claro, en pleno verano.

"Hemos tenido bastante sustos de averías, pero afortunadamente nunca de otro tipo que se pueda parecer a un accidente", cuenta Víctor Cabezuelo (Madrid, 1983), mitad pensante de Rufus T. Firefly junto a la batería Julia Martín-Maestro. Y añade en charla con infoLibre el cantante y guitarrista de la banda de Aranjuez: "El miedo a la carretera siempre está, de alguna manera vivimos con él y tenemos que ser muy respetuosos. Al final, todos tenemos en mente lo que les pasó a los chicos de Supersubmarina, a todos nos marcó ese accidente".

Por eso es "muy importante", según explica, tener una persona que se dedique "solamente a conducir y que esté descansada" para afrontar los muchísimos kilómetros por esas carreteras de España para presentar en todas partes su más reciente álbum, El largo mañana (2021): "Que cuando nosotros estemos terminando de tocar esa persona se vaya ya al hotel a descansar, a dormir sus ocho horas para poder hacer al día siguiente el viaje", apunta Cabezuelo.

La organización y la disciplina es, en definitiva, esencial en el engranaje de una maquinaria siempre en movimiento. Por eso, todos los días de concierto tienen una rutina parecida que comienza quedando "muy temprano" en su local de Aranjuez, "a veces a horas absurdas como las cinco o las seis de la mañana, para cargar la furgoneta y tirar para el sitio que sea". 

"Normalmente hay que llegar pronto porque la prueba de sonido suele ser por la mañana y, si te toca en un lugar lejano a seis o siete horas de viaje, hay que madrugar mucho. Por eso solemos ir con mucha prisa para llegar directamente al sitio a probar, intentar que todo salga bien cuanto antes y dejarlo todo listo para luego el concierto", relata el músico, asegurando que después apenas les da tiempo para ir a comer, "descansar una hora como mucho en el hotel y ya ir a tocar otra vez". "Hay poco tiempo libre para ver y disfrutar al margen de tocar, que por otro lado es lo más divertido y lo más guay", apostilla.

Es por todo ello que, entre risas, remarca Cabezuelo que se llevaría con ellos a esos que dicen que "todo es fiesta" en la vida de los músicos. "Te aseguro que no lo vuelven a decir", añade entre risas, pues la vida en la carretera es "bastante dura en realidad". "Tienes que estar mentalizado de que tu verano va a ser así. A lo mejor no te puedes ir quince días de viaje por ahí, pero es que salvo algunas excepciones la mayoría de las bandas no podemos decir que no a las cosas, porque siempre pueden ser muy contadas. Estamos un poco al límite siempre y tenemos que ir haciendo todo lo que nos salga", destaca.

Eso lleva a que, en ocasiones, haya que transitar largas distancias con el tiempo justo. De Terrassa a Ciudad Real en dos noches consecutivas como si tal cosa. "Nos han tocado cosas como de Galicia a Cádiz también", rememora el cantante: "Si sale así te tienes que apañar para estar, no hay otra opción. Madrugar mucho, tener un conductor que se vaya a dormir pronto para que luego te pueda llevar y ese tipo de cosas".

Es así como los músicos van de un sitio a otro para salir al escenario a la hora señalada, generalmente en ese medio de transporte tan musical que es en última instancia la furgoneta. "Es el vehículo que mejor funciona porque tenemos que llevar el equipo con nosotros. Por ejemplo, en nuestro caso tenemos una furgoneta de carga en la que caben nueve personas y podemos ir todos. Otra opción es llevar una furgoneta más pequeña para nosotros y otra aparte para el equipo", explica sobre estos carruajes casi mitológicos en la historia del rock, a pesar de que, tal y como asegura divertido, "normalmente" en su interior solo hay "gente durmiendo el 90% del tiempo".

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Claro que, en ocasiones, todos los que viajan en la furgo se despiertan "de repente" y a la vez en pleno viaje y tienen discusiones "acaloradas" sobre lo que sea, incluyendo también la situación política. En otras, el despertar es bastante más preocupante y molesto, como aquella vez que tuvieron que llamar a una grúa para que se acercara a recoger su furgoneta "en medio de la carretera". "Y fue muy gracioso porque al levantarla se volcó y se quedó con la parte de arriba levantada, de manera que tuvo que venir una grúa gigante a coger a la primera grúa pequeña y la furgoneta a la vez. Era una foto bastante impresionante", rememora jocoso.

Un contratiempo que no fue a mayores, como otra ocasión que recuerda Cabezuelo: "El tema del calor es bastante duro, a veces estás tocando en condiciones un poco peligrosas para la salud. Recuerdo el año pasado en el Palencia Sonora que hacía muchísimo calor, tocamos muy temprano y yo venía de pasar el covid y sentía que no llegaba por aquellas secuelas que te quedaban que no te dejaban respirar... Pensé que si duraba dos canciones más me quedaba ahí... tanto que me tuve que ir directamente a la ambulancia al acabar el concierto. Hay que intentar seguir, y a veces no pasa nada por que se note que lo estás pasando mal y que la gente sepa un poco las condiciones en las que estamos. A mí me gusta ser transparente en ese sentido y creo que no nos hace menos estrellas, sino más bien al contrario, que nos hace más personas, que es precisamente lo que hace falta".

Una vida con un punto nómada, no del todo convencional y más dura de lo que puede parecer, en la que la vuelta a casa también tiene su liturgia. "Hay quien se lo toma con calma, come en el lugar del concierto y se vuelve a casa. Nosotros intentamos tomárnoslo de una manera muy práctica y regresar muy temprano la mañana siguiente para no perder todo el día", señala la voz cantante de Rufus T. Firefly, quien no está en un momento de mucha fiesta nocturna: "Hace años que descubrí los domingos y es un día maravilloso que no me quiero perder para aprovechar y estar con la familia. Es curioso, porque para mí los momentos de más relax y vacaciones son estar en casa. Viajo mucho con los conciertos y con mi trabajo de productor, así que cuando más disfruto es cuando no tengo nada que hacer y me quedo en casa y estoy con mi pareja viendo una peli o cenando. O dando un paseo tranquilo por Aranjuez".

El 14 de agosto de 2016 está grabado en el asfalto de la memoria de la música española como el fatídico día del accidente de tráfico de Supersubmarina. Una colisión frontal en el kilómetro 168 de la N-322, regresando a casa en Baeza después de tocar en un festival en Cullera, que estuvo a punto de acabar con sus vidas y que truncó su exitosa carrera musical.

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