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‘Chacal’ y ‘Palomas negras’, dos series con protagonistas desasosegantes

Imagen de la serie 'Palomas negras'.

El antihéroe es un tipo de héroe de larga tradición. La novela picaresca lo tenía como figura central y la última edad de oro de las series se centró en ese tipo de personajes con Tony Soprano en Los Soprano, Walter White en Breaking bad o incluso Don Draper en Mad men.

Se representa en ellos a personas con su propia moral, a menudo anti social, que ponen a prueba nuestras convenciones con su inteligencia, carisma o con los beneficios que también procuran a otras personas.

Dos series de suspense con mucho en común

Coinciden en su estreno las series Chacal, en SkyShowtime y Movistar + y Palomas negras en Netflix. En ambas se ofrecen thrillers clásicos, con fórmulas mil veces vistas, contados con intensidad y buen pulso y con héroes peculiares.

Palomas negras es una producción británica protagonizada por Keira Knightley. La actriz ha participado en miniseries pero no había protagonizado una larga nunca hasta ahora, con lo cual se convierte en uno de los mayores atractivos del título.

Magníficos intérpretes

A su estupenda interpretación se une la aún más espectacular de Ben Whishaw, ganador de los más importantes premios por sus papeles en Un escándalo muy británico o Esto va a doler, entre otros muchísimos trabajos destacados.

Ambos encarnan a miembros de una organización clandestina que, tal como son presentados, parece que va a perseguir nobles fines. Sin hacer mucho estropicio a la intriga, no va por ahí la cosa.

La serie, que tendrá segunda temporada, está creada por Joe Barton, autor de la británico japonesa Giri/Haji, recomendada en la sección. En esta ocasión entrega también un buen entretenimiento, un producto de género correctamente elaborado, pero del que cuesta entender el punto de vista.

Incoherencia moral

A diferencia de una buena historia de antihéroes, aquí queda un regusto a incoherencia moral. No parecen compatibles unos rasgos de personalidad con los otros y algo rechina.

Les ocurre a los dos personajes principales, pero el masculino está un poco más desarrollado en el peso que suponen sus contradicciones mientras el de Knightley surfea por encima de ellas sin casi mojarse los pies.

Verosimilitud del comportamiento de los personajes

La verosimilitud de la personalidad de los personajes es fundamental, aunque nos tengan que sorprender con sus acciones. De alguna manera lo que hacen tiene que encajar en su perfil una vez que lo hemos visto.

Un antihéroe o una antiheroína tienen un pasado que les ha llevado a su posición y unos rasgos psicológicos, un entorno y unas motivaciones que les mantienen en ella. Esa es la gracia de tantos personajes turbios. Si están bien explicados nos hacen entender que, en determinadas circunstancias, cualquiera, incluso cualquiera de nosotros, podría hacer cosas que ahora nos parecen inimaginables.

El inagotable deseo de conocer la naturaleza humana

Esa manipulación que hace con la audiencia un buen guion ofrece un viaje de crecimiento, para conocer mejor la naturaleza humana. Nos fascina y siempre buscamos nuevas ficciones que profundicen en ello o aporten nuevos puntos de vista al comportamiento de las personas.

Cuando la manipulación es más burda se produce un rechazo. Recuerdo hace unos años una sobrina que estaba indignada por la película infantil Frozen. Yo la había visto pero no la recordaba.

Sorprender sí, mentir no

La niña se sentía estafada porque se había presentado al príncipe Hans como un personaje tan absolutamente encantador y amistoso que no podía ser una fachada, como era, que ocultara un villano. ¡Le habían dado incluso la mejor canción, y era todo mentira! Volví a ver la película y entendí perfectamente el reproche.

La serie Chacal, también británica, basada en el libro de Frederick Forsyth, está precedida por dos adaptaciones al cine de la historia, en las que se iba cambiando el contexto. El protagonista, eso sí, es un asesino a sueldo.

El asesino y la policía

Nada que reprochar aquí. Se asienta desde el principio y no puede haber incoherencia. Su antagonista es una policía especialista en armas que le sigue los pasos en un tenso juego del gato y el ratón.

Eddie Redmayne interpreta a Chacal y Lashana Lynch a la agente. Es el personaje de ella el que salta líneas morales con sorprendente ligereza. Nada que objetar tampoco a un personaje de policía oscura para quien el fin justifica los medios.

Del bien al mal sin evolución

Pero ella comienza como una agente convencional, que cuida a sus informadores e intenta evitarles riesgos, y en un parpadeo pasa a no poner objeciones a la tortura, los daños colaterales y lo que se le ponga por delante.

Lo extraño en ambos casos es querer hacer que sus vidas familiares basadas en valores éticos comunes y que, como un espejo en ambas familias, a pesar de tratarse de personas inteligentes, no sospechan nada.

Un matrimonio muy poco creíble

La familia de Chacal es andaluza, de Cádiz, aportada por su esposa, interpretada por Úrsula Corberó. Se trata de una mujer espabilada y sensata, que se supone que comparte su vida con un asesino sin saberlo. Ponen en común charlas, valores, habrán hablado de como educar a su hijo, pero omitiendo ese pequeño detalle.

En el caso de la policía pasa algo parecido, con menor presencia en la trama. Tiene una familia unida, cálida, muy íntima, pero sobrevuela todo llevada por la urgencia de su trabajo como si fuese la primera vez que se disocia por completo.

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Vuelve a sorprenderme la incoherencia. Los aspectos de los personajes están bien contados por separado pero no suman, no casan creando algo creíble. Dejando la ética por la estética, han querido hacer un Chacal elegantísimo y acaba resultando de lo más engolado.

Dos estrenos con virtudes y debilidades parecidas

Creo que el efecto de haber simultaneado el visionado de las dos series ha acentuado sus defectos y ha amortiguado sus virtudes, bastante parecidas, además. El conjunto me ha dejado una sensación insatisfactoria, de personajes mal cosidos.

Las historias se han quedado en los mecanismos de la intriga y pierden esa capa fascinante y más profunda de volver a contar una y otra vez los apaños que hace cada conciencia para poder seguir viviendo consigo misma.

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