Cancelando a Picasso

Los señores del esto lo pinta mi hijo han encontrado un nuevo adversario. ¡Ñiiic! ¡Ras! ¡Ay! Una minoría mezquina y silenciosa levanta sus lorzas del sofá de escay. ¿Lo oyen? Es el churretoso ruidillo de los nobles ideales. ¡Hay que defender a Picasso!

¿Quién habrá matado esta vez al archiduque? Los dedos apuntan a un ministro. Iceta dijo que en la conmemoración del cincuenta aniversario del fallecimiento de Pablo Ruiz se mencionaría su biografía. ¡Cáspita! ¡Intolerable! ¿Cómo se va a hablar de Picasso en el año Picasso?

Los intrépidos detectores de artimañas izquierdosas no han reparado en el título de la efeméride. No se festeja el aniversario de la etapa azul ni del Guernica, sino el de su autor. "Caravaggio era un asesino", decía el otro día un espabilado, como si alguien hubiese ido a arrancar sus cuadros de las paredes. En El Mundo, Julio Valdeón escribía (en la sección "genios") que Picasso había hecho "inmortales y ricas" a algunas de sus amantes. El tocino. La velocidad. Incluso la simpar Andrea Ley ha tecleado una tribuna en favor de separar al autor de la obra. Solo nos falta Trapiello gritando que en las celebraciones picassianas hay pocos cuadros de Solana y el botarate de Boadella nombrándolo presidente de Tabarnia en la ultratumba. Reviso lo publicado y, recórcholis, ni una línea sobre pintura. ¿Será que los defensores de la superlativa obra del separadísimo autor no tienen ni puñetera idea de arte?

Hay un tipo de homo sapiens que se interesa por asuntos que ignora, pero que le cabrean. Hordas de cuarentones bramando contra una sirenita negra. Miríadas de detractores del cine de súper héroes enfadadísimos porque haya supermujeres. Tu cuñado, el que quemaría el Pompidou con sus trabajadores dentro, defendiendo la honra de un tipo que dibujaba raro.

Una minoría mezquina y silenciosa levanta sus lorzas del sofá de escay. ¿Lo oyen? Es el churretoso ruidillo de los nobles ideales

Felicísima noticia para los columnistas moderados: la cultura occidental vuelve a estar amenazada por la izquierda woke revisionista e inquisitorial. Encaramados en su hombre de paja, los defensores del statu quo nos propinan estocadas flácidas. "La polémica será falsa", dicen, "pero eso no quita que pueda ser verdadera". Se agotan las camisas de fuerza en la zona centro del país. Uno suelta: "No lo han cancelado porque era de izquierdas". Otra replica: "No le han perdonado que renegara del comunismo". ¿En qué quedamos?

El genio, ¡hay que salvar al genio! Los hagiógrafos de Woody Allen calientan sus Olivetti al compás del chachachá. La cosa ha llegado a sede parlamentaria. Inés Arrimadas rebotaba en sus redes una picante diatriba de uno de sus secuaces: "Indultan a corruptos y rehabilitan a secuestradores, pero exigen borrar a Picasso por su vida privada". Fulgencio, ¡las sales!

Los oligofrénicos corretean en el corro de la patata. Voy a ir haciendo palomitas, porque la cosa promete. Estoy deseando la respuesta de los aludidos del otro lado por la respuesta a una polémica que nunca fue. La tontería, ya lo dijo Descartes, es la cosa mejor repartida del mundo y los oportunistas están de fiesta mayor.

En fin, la semana que viene hablaremos del gobierno.

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