El retroceso del revólver contra el feminismo Cristina Monge
Burbuja cómoda y elefante inesperado
Dicen las encuestas que la misión que tiene encomendada Alberto Núñez Feijóo marcha por buen camino porque el PP ya prácticamente ha absorbido al electorado de Ciudadanos y ahora va a por los decepcionados del PSOE, pero la crisis de Castilla y León de esta semana ha demostrado que la ultraderecha sigue siendo el elefante en el despacho de la séptima planta de la calle Génova, lo ocupe quien lo ocupe. Con menos fuerza de arrastre que en tiempos del malogrado Pablo Casado, pero con mucha capacidad de dominar la agenda y de poner a los populares ante el espejo de sus contradicciones. De distorsionar, en definitiva, su estrategia de partido atrapalotodo que toca a rebato con un único argumento: hay que echar a Pedro Sánchez de la Moncloa.
Decididos a que todas las elecciones que vienen sean un plebiscito sobre lo mismo (Sánchez y sus compañías sí o Sánchez y sus compañías no), el nuevo equipo de Génova no vio la necesidad de redefinir el proyecto del PP antes de las próximas elecciones. Objetivo: no pisar charcos hasta conquistar el poder. Rechazaron la celebración de convenciones ideológicas para evitar debates incómodos como el del aborto, que es uno de los que más temen. Tan delicado es este asunto dentro del partido que incluso han renunciado a presentar en las Cortes un texto alternativo al del Gobierno, que es lo que se le presupone al principal partido de la oposición cuando rechaza frontalmente una ley, que además lleva el sello de una de sus bestias negras, Irene Montero.
Azuzar el miedo no funcionó la última vez que lo hicieron, en Andalucía, pero el escenario electoral de allí era bastante singular y muy distinto al nacional
Los populares renunciaron a registrar una enmienda a la totalidad contra la nueva ley del aborto y, de paso, no alimentar enfrentamientos entre los sectores más moderados y esa otra alma popular totalmente alineada con las tesis de Vox: hay diputados y senadores del PP que no ocultan su posición favorable a las políticas del latido, que rechazan que se persigan las protestas a las puertas de las clínicas y que esta semana han tenido que oír a su líder decir que el aborto es un “derecho”.
Porque a Núñez Feijoó no le ha quedado otra que retratarse. Salir de la burbuja en la que estuvo cinco días esperando por si escampaba, repasando sus notas sobre los independentistas y los violadores. Pero no. Vox ha detonado la bomba del aborto y ha aprovechado además para enseñarle los dientes al PP que, aunque no lo diga en público, cuenta con la ultraderecha para formar gobiernos después de las municipales y autonómicas. No por gusto, sino porque puede que no les quede otra vía si quieren poder. Y el socio necesario se ha encargado de que sepan en el PP que no se va a dejar ningunear y les ha demostrado que, si se lo proponen, pueden hacer daño. Por lo pronto, esta semana le han hecho una pinza con el PSOE en Castilla y León que deja a su presidente en una posición de gran debilidad y que ha permitido a la izquierda alertar a los suyos de que la desmovilización supone asumir altos riesgos en materia de derechos.
Azuzar el miedo no funcionó la última vez que lo hicieron, en Andalucía, pero el escenario electoral de allí era bastante singular y muy distinto al nacional. Moreno Bonilla compitió con un PSOE convencido de que iba a perder y Núñez Feijóo tiene enfrente a un Sánchez decidido a dar la pelea y empeñado en quitarle el cartel de caballo ganador, que es el requisito imprescindible para arrastrar voto útil. Desde la derrota andaluza, la Moncloa se emplea sin disimulo al desgaste de la figura de Feijóo y en crear un marco en el que no aparezca como posible futuro presidente. Unos días porque dicen que es “insolvente”, otros porque “no habla idiomas”, el siguiente porque “no tiene equipo” y ahora porque es “cómplice” del intento de retroceder en derechos, que es la ofensiva que han desplegado en los últimos días gracias al psicodélico episodio de Castilla y León.
Hablando de psicodelia. Una confesión. Me gusta mucho el disco que han hecho en coalición Los Estanques y Anni B Sweet, pero tengo que reconocer que hasta esta semana, que los he visto en un conciertazo en Madrid, no he logrado encajar el título. Le viene al pelo al trance en el que se encuentra Núñez Feijóo: ‘Burbuja cómoda y elefante inesperado’. Tal y como se ha metido Vox en la campaña, puede juntarse con una manada. Quedan once meses de giros de guión.
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