Dejar X para quedarse en Twitter Cristina García Casado
Buzón de voz
Apuntes de investidura (II): pacto de la concordia frente a las “derechas retrógradas”
Será imposible encontrar una nube de tags tan ofensiva e hiperbólica en la historia de los debates de investidura. “Golpista”, “indigno”, “traidor”, “dictador”... Aquella famosa tarde en la que Alfonso Guerra destrozó a Adolfo Suárez fue una retahíla de pellizcos de monja en comparación con lo que Pedro Sánchez ha escuchado este miércoles en el Congreso (hasta un “¡qué hijoputa!” se oyó decir a Ayuso en la tribuna de invitados, propinado al candidato y presidente del Gobierno en funciones. “Me gusta la fruta”, traducen sus acólitos, graciosillos). Escarbando entre toda esa maleza, algo ha quedado claro: lo que se vota este jueves no es tanto la investidura de Sánchez como la elección entre dos formas muy diferentes de entender la democracia, la política y España.
- Dedicó el candidato buena parte de su discurso (ver aquí texto íntegro) precisamente a esa disyuntiva: avanzar o retroceder; subirse a esa ola reaccionaria que azota a distintos países del mundo en los que la extrema derecha populista “ha parasitado” a los partidos conservadores tradicionales o apostar por una mayoría tan amplia como compleja, pero capaz de acordar una hoja de ruta basada en una palabra que suena igual en todas las lenguas del Estado: “concordia”.
- Insistió en un concepto que debería preocupar a Feijóo: las “derechas retrógradas”. Y argumentó esa definición repasando las medidas que ya han ido tomando los gobiernos de PP y Vox en comunidades y ayuntamientos contra la igualdad, contra el feminismo, contra los derechos LGTBI, contra el diálogo social, contra la libertad de expresión… Sí, ejerció en este tramo Sánchez de “oposición a la oposición”, como le reprochó Feijóo, pero logró enfocar las luces largas más allá de la amnistía. Se trata de aceptar, proteger y asegurar la democracia o bien ceder ante quienes discuten la legitimidad parlamentaria que sale de las urnas con artimañas recurrentes como la de la lista más votada. Se lo dijo más crudamente Sánchez al líder del PP en la réplica: “Lo que la Constitución dice es que se respeten las elecciones, no que se repitan”.
- Ha habido anuncios concretos en materia económica y social, acordados ya con Sumar, blindados o pendientes del apoyo del resto de socios de investidura (ver aquí). Y dan continuidad a la senda iniciada en la última legislatura, zarandeada por pandemias, guerras y volcanes, pero con hitos importantes como las subidas del salario mínimo, la reforma laboral o la de las pensiones. Estableció Sánchez como prioridad la recuperación del poder adquisitivo, con prórrogas en la rebaja del IVA a los alimentos o en la gratuidad del transporte público para jóvenes y desempleados. Otros compromisos, como la reducción de las listas de espera o un gran pacto por la salud mental, dependerán de la disposición positiva u obstruccionista de las comunidades autónomas. Anunció incluso una Ley de Derechos Culturales, cuyo desarrollo podría con el tiempo ser más eficaz que cien debates políticos en el combate contra la crispación y el insulto.
- Y llegó el momento más esperado y necesario, el de argumentar y explicar esa Ley de amnistía que no sólo encrespa a las “derechas retrógradas” sino que preocupa a amplios sectores de la ciudadanía progresista. Adujo Sánchez dos principales motivos “de interés general” para “hacer de la necesidad virtud”: 1) Es imprescindible para “consolidar los avances logrados en estos últimos años y seguir avanzando por la senda de la convivencia y el progreso”, y 2) “Nos puede ayudar a superar la fractura que se abrió el 1 de Octubre, a seguir acercando posturas y a persuadir a muchos catalanes de que España es un buen país para ellos”. Por supuesto, defendió el candidato que la amnistía es “perfectamente legal y acorde a la Constitución” (ver aquí). Sólo el tiempo demostrará si se logra el doble objetivo buscado y si, por el camino, se rompe o no el Estado de derecho o la igualdad entre ciudadanos o entre territorios. Para dar una oportunidad a este camino, obviamente hay que compartir una idea de España que (se diga o no explícitamente, con mayor o menor convicción) consiste en un Estado plurinacional.
En estos tiempos de ruido, Feijóo habrá convencido a los suyos. Pero no ha sido capaz de responder a la principal cuestión que le incumbe como alternativa de gobierno: ¿cuál su proyecto para Cataluña, y por tanto para España? Sin novedad en ese frente
- Ha hecho Feijóo un discurso tan duro como cabía esperar, acusando directamente a Sánchez de “fraude electoral”, de “corrupción política” y de actuar guiado por “un hambre insaciable de poder” (ver aquí). Más allá de errar en su cita a Machado (ver aquí) y de salir en defensa de su aliado Abascal (“tiene más sentido de Estado que usted”) lo grave del discurso del líder del PP ha sido su insistencia en negar la legitimidad de la mayoría absoluta que este jueves otorgará su confianza a Sánchez, hasta que no ha tenido más remedio que reconocer que la investidura “es legítima”. Es un paso, pero escasamente creíble cuando a la vez se denuncia un supuesto “pacto encapuchado con el señor Otegi” y se vuelve a las andadas de rescatar el uso del terrorismo en el debate político.
- En estos tiempos de ruido y de burbujas polarizadas, probablemente Feijóo habrá convencido a los suyos, incluso a una parte de quienes fibrilan sólo con escuchar el nombre de Puigdemont (apenas pronunciado en el Congreso). Pero no ha sido capaz de responder a la principal cuestión que le incumbe como alternativa de gobierno: ¿cuál su proyecto para Cataluña, y por tanto para España? Sin novedad en ese frente. Del brazo de Abascal, asume de alguna forma lo que el líder de Vox proclamó en plena campaña del 23-J: que una victoria de las derechas incendiaría de nuevo las calles catalanas.
Yolanda Díaz resumió muy gráficamente ese agujero negro de las derechas: “Es más fácil incendiar España que construirla”. De este debate de investidura saldrá este jueves una propuesta compleja de gobierno, se supone que con un compromiso de estabilidad, pero sobre todo guiado por dos coincidencias: poner freno a la opción de las “derechas retrógradas” y una idea de España que no teme a su esencia contradictoria y plural. “Se hace camino al andar” (Antonio Machado, con absoluta seguridad).
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(Aquí se puede leer la primera entrega de estos 'Apuntes de investidura'.
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