Una Iglesia católica oscura, falaz y siempre con el poderoso
Cuántas veces, de una forma coloquial y espontánea, hemos expresado la frase “con la Iglesia hemos topado”, cuando hemos visto o hemos hablado de los beneficios que la Iglesia católica tiene en nuestro país y lo poco que se puede criticar a esta por el apoyo externo que tiene. Pues bien, esto viene a cuento por la permisividad que se está teniendo con la Iglesia católica para enajenar bienes públicos e inmatricularlos para hacerlos propios y sacar beneficios de estos impunemente. Por el oscurantismo que se tiene con la cantidad de casos de poca transparencia a la hora de justificar sus cuentas, muchas de ellas recibidas con dinero público o extrañas donaciones. Y lo peor, la pederastia, que en caso de no ser de la Iglesia es y debe ser penada por la justicia, mientras a la Iglesia se le permite formar comisiones, falsas y absurdas, para ocultar y no condenar la cantidad de casos de violaciones y abusos que algunos prelados cometen y que, como personas que son, deben ser condenados y la justicia civil, y no eclesiástica, debe condenar. Pero está claro, «con la Iglesia hemos topado».
Es triste ver cómo la Iglesia católica en España, la cual debería ser garante de la libertad, el respeto y de priorizar en la sociedad la convivencia, se empeña una vez y otra en entrometerse en la política
Es triste ver cómo la Iglesia católica en España, la cual debería ser garante de la libertad, el respeto y de priorizar en la sociedad la convivencia, se empeña una vez y otra en entrometerse en la política para llevar a sus seguidores a unos postulados que no van ni con el siglo en el que nos encontramos, ni mucho menos con lo que se entiende que deberían pregonar en sus púlpitos y en sus mensajes. Se empeñan una y otra vez en abrir y generar en sus seguidores el odio y la crispación. El generar la falacia como argumento de fidelidad a los postulados católicos. Lo cual está, o ha estado siempre, muy alejado de lo que en realidad pregonan. Desde siempre la Iglesia Católica en España ha estado con el poderoso y por desgracia muy alejada de la realidad de lo que en verdad necesita el pueblo, e incluso sus propios feligreses. Ya desde la Edad Media tenían cuotas de poder alejadas de lo que el pueblo necesitaba. Posteriormente, en las siguientes etapas de la historia vemos como la Iglesia se aleja cada vez más. Y en el siglo XX, desde el golpe de Estado y la posterior represión de los vencedores, tienen un papel más de represión e incluso inquisidor que de unir y perdonar. Y para postre, ya en el siglo XXI se permiten dar cursos de reeducación a situaciones que la Iglesia considera enfermedades. Todo ello sin reconocer ni pedir perdón por los cientos de personas que han sido humilladas, e incluso han sufrido maltrato infantil por algunos de sus sacerdotes con el permiso por ocultación de los obispos correspondientes. Total: falacia tras falacia. Y más cuando predican caridad e incluso ponen carteles de dar limosna o recoger dinero para los parados o gente necesitada y junto a este cartel ponen una cantidad que después no declaran para ver sus tesoros y su riqueza crecer. Basta ya de falacias, basta ya de que la Iglesia intente condicionar la política. La Iglesia tiene un papel y puede tener una opinión, como todos los ciudadanos y ciudadanas, pero no tienen el poder absoluto de la verdad y menos cuando basan sus discursos en la falacia y la continua mentira.
La verdad es que es triste observar cómo la Iglesia continúa marcando no solo la política sino el propio bienestar social y humano del pueblo. Apoyado en un discurso falso y en unas creencias que imponen a la fuerza mediante el adoctrinamiento de cientos de miles de catequistas que en forma de maestros se impone en centros públicos (concertados) de nuestro país. Es tan marcando el devenir de un pueblo que cree en la libertad, en sus creencias no impuestas a base del miedo y el adoctrinamiento falso y lleno de odio para generar división y enfrentamiento y que utiliza a su dios como arma beligerante para la sumisión y la desunión. Y lo peor es que algunos políticos no solo los creen sino que los defienden y postulan como el único camino a seguir. Desgraciadamente, cuando cualquier iglesia quiere marcar el devenir del bienestar, de la libertad y no permite las opiniones contrarias y que para postre goza de privilegios que los demás no tenemos, la libertad de un pueblo se socava y entra en la barrena de la discordia y del conservadurismo más cruel e hipnotizador del pensamiento humano. Solo este tiene el derecho a decidir y nadie y menos la Iglesia a marcar su devenir.
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Ximo Estal es socio de infoLibre.