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La salida de la crisis

Las dudas sobre la recuperación fuerzan al BCE a abrir una 'barra libre' de estímulos

Mario Draghi durante el reciente congreso Foro del Banco Central Europeo en Sintra (Portugal).

El Banco Central Europeo (BCE), tras meses de amagar y no dar, ha decidido actuar con artillería pesada para estimular la economía de la zona euro. El BCE tiene dudas sobre la consistencia de la recuperación y para evitar males mayores ha decidido rebajar los tipos de interés del 0,25% al 0,15%, cobrar a los bancos por mantener dinero inmovilizado e inútil en el banco central (tipo de interés negativo del 0,10%) e inyectar 400.000 millones de euros en el sistema bancario para que fluya el crédito y la economía crezca.

Las medidas del BCE son la prueba de que las políticas de austeridad, tal y como se han venido aplicando, han estrangulado las arterias de la economía (consumo y crédito) y han convertido el fantasma de la deflación (caída prolongada de los precios) en una amenaza real. Una prueba de que la tan manoseada tesis de la recuperación está inflada de optimismo es que el BCE ha rebajado las previsiones de crecimiento de la zona euro del 1,2% al 1% este año.

Las medidas del BCE, que han ido incluso más allá de lo que muchos expertos esperaban dada el historial de contención, tuvieron un inmedito reflejo en la subida de las Bolsas, la caída de la prima de riesgo de los países más debilitados tras años de ajuste y el descenso en la cotización del euro. El impacto inmediato, sin embargo, no despejó la duda de si las medidas no han llegado demasiado tarde, con los precios en la zona euro en el 0,5%  (dato interanual en mayo) y con un crecimiento de tan sólo el 0,2% en el trimestre.

Contundencia

De las tres medidas adoptadas, bajada del precio del dinero en 10 puntos basicos, tipos de interés negativos para los depósitos bancarios en el banco central e inyección de liquidez, la más contundente es la última. Se trata de inyectar en la vena de la banca hasta 400.000 millones con la condición de que ese dinero llegue a la economía real, pymes y consumidores. Queda desterrada la práctica, tan rentable para la banca, de tomar dinero barato del BCE con una mano y comprar deuda pública con rentabilidades elevadas con la otra (carry trade)

Esos préstamos condicionados para la banca tendrán un vencimiento de cuatro años. Las entidades podrán pedir un 7% de su cartera crediticia sin tener en cuenta hipotecas y podrán solicitar hasta tres veces el dinero destinado a préstamos a particulares y empresas.

Además de las medidas concretas, el presidente del BCE, Mario Draghi, fiel a su estilo, adelantó que el banco central prepara posibles medidas de compra de deuda por si fuera necesario volver a actuar. Un nuevo amago, aunque alejado de la frase que pronunció el 26 de julio de 2012. Entonces fueron sólo palabras, pero bastaron para contener la presión de los mercados y, según sostienen muchos expertos, salvar el euro.“Bajo nuestro mandato, el BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, será suficiente” dijo Draghi entonces.

¿Son suficientes las políticas monetarias para impulsar el crecimiento en la zona euro?

Compra de activos

Ayer dijo más, aunque también dejó resquicios para actuar más adelante como lo ha hecho por ejemplo la Reserva Federal de EE UU con la compra de activos. Esta acción consiste en adquirir paquetes de préstamos (mediante titulizaciones) emitidos por los bancos a partir de créditos a empresas. 

Para España, la medida más importante es la inyección de liquidez para que fluya el crédito. Con cifras de morosidad por encima del 13% y los exámenes de solvencia pendientes, el crédito es algo tan caro como escaso. Aunque los bancos atribuyen esa escasez a la falta de una demanda de crédito "solvente", sólo una medida como la adoptada por el BCE puede mejorar la situación.

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