Documentales

Tenemos que hablar de Chad

Hablando de Rose

En marzo de 1999, la cámara de los lores británica anunciaba que Augusto Pinochet debía someterse a la extradición solicitada por España a través del juez Baltasar Garzón. Aunque solo por una serie de delitos aislados cometidos a partir de 1988, es decir, no por todos los asesinatos y torturas de los que fue responsable, su estatus de impunidad emanado de su capacidad como jefe de Estado quedaba revocado.

Más de 15 años después, aquella decisión sigue reverberando, incluso más allá, mucho más, de las fronteras de Chile. El próximo 20 de julio comenzará en Senegal el juicio contra Hissène Habré, quien entre 1982 y 1990 fuera dictador de Chad, país de poco más de 10 millones de habitantes en pleno corazón de África. Y como explica Reed Brody, abogado estadounidense y portavoz de Humans Right Watch (HRW), que lleva trabajando desde el cambio de milenio en este caso, este logro no es sino “fruto” de aquel de Pinochet, “porque entonces se abrieron las vías para llevar a la justicia a otros líderes”.

A Habré —antes de su ascenso al poder jefe guerrillero, y a quien se conoce precisamente como el Pinochet africano— se le acusa de crímenes de guerra, de tortura y crímenes de lesa humanidad. Brody se encontraba en Londres trabajando en el caso del militar chileno cuando se produjo aquella resolución de los lores. Fue allí y entonces cuando se le acercó una mujer chadiana para solicitar su intervención. “Pusimos la primera demanda en el año 2000, y pensábamos que para el 2001 ya habría un juicio”. Pero no fue así. “Habré usó el dinero del tesoro chadiano para sobornar a la justicia, a los políticos, a comunidades religiosas, y tuvimos que aguantar durante 12 años”.

A dos meses vista del juicio, que será televisado y en el que participarán como acusación un centenar de víctimas, el abogado no oculta su satisfacción y su nerviosismo ante lo que está por ocurrir. Junto a él concurría este viernes en un cine de Madrid Isabel Coixet para presentar Hablando de Rose (Parler de Rose), un corto documental de 30 minutos realizado por la directora barcelonesa que se puede visionar gratuitamente en Youtube o en la web de HRW. En él, y junto a varios supervivientes del régimen de Habré, Brody recuerda el valor de una mujer, Rose Lokissim, que a sus 33 años pasó a engrosar en 1986 las listas de asesinados por la Dirección de Documentación y Seguridad (DDS), la policía política chadiana.

El abogado y portavoz de HRW Reed Brody.

Quizá nunca se sepa cuántas personas murieron o fueron brutalmente torturadas —los grupos pro derechos humanos de Chad dicen que fueron 40.000 muertos y 200.000 torturados; HRW calcula que las cifras se sitúan en 1.200 y 12.000 respectivamente—, pero lo que sí es seguro es lo que sucedió con Rose. Existen pruebas documentales de los dos años que pasó en la cárcel y de las vejaciones a las que fue sometida dado que, en su huida, Habré no pudo deshacerse de todos los archivos que atestiguaban su política del terror. En un edificio llamado La Piscina, que se utilizó como sórdida prisión en aquellos años, se hallaron en 2001, bajo una gruesa capa de mugre, decenas de miles de papeles que listaban torturas, interrogatorios o ejecuciones.

El nombre de Rose Lokissim figuraba repetidas veces en aquellos documentos. Era la única mujer entre seis decenas de hombres encerrados en las fétidas instalaciones de La Piscina. A pesar del martirio al que la sometían, los funcionarios dejaron constancia por escrito de su fortaleza. Nunca decaía en su espíritu, mantenía sin arrugarse que su lucha era la del pueblo chadiano, y que si moría la historia recuperaría el sentido de su causa. Cuando un grupo de víctimas chadianas encontraron aquellos documentos, remitieron una copia a HRW. “Así fue cómo descubrimos el último testimonio de Rose, que yo sentí como si ella hubiera mandado un mensaje en una botella a través del tiempo”, recuerda Brody. “Al leer que ella creía que la historia hablaría de ella, me sentí con el deber personal de hacerlo”.

La cineasta Isabel Coixet | CARLA SOSPEDRA

Lo primero que hizo Brody fue escribir un libro. “Luego tuve la suerte de que Isabel (Coixet) quisiera hacer una película”, un documento audiovisual al que se sumará un largometraje que ya está preparando un cineasta de aquel país. “Todo se rodó de manera más o menos clandestina, porque Chad es un Estado policial”, recuerda la directora sobre esta experiencia. “Aunque lo más importante de la película es el material de archivo”, diferentes imágenes de La Piscina que le cedieron los autores del filme de 2007 The Dictator Hunter  (El cazador de dictadores), en el que recogen el trabajo realizado por Brody, que se ha quedado con el apelativo. “Aunque los hechos ocurrieron hace años, las secuelas de la tortura trascienden las cicatrices”, dice Coixet, “y la justicia es el único bálsamo”.

Clases de autoescuela con Isabel Coixet

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Narrada por la actriz francesa Juliette Binoche , su Hablando de Rose quiere servir de altavoz para dar a conocer la historia reciente de Chad. Porque el juicio a Habré, como explica Brody, será crucial no solo para aquel pueblo, sino para toda África, un continente donde no escasean precisamente los dictadores ni las injusticias. El abogado de HRW, que denuncia el papel ambivalente y muy cínico de su propio país, EEUU, así como de Francia (consta que Habré "era el hombre de Ronald Reagan", y ahora EEUU está a favor de juzgarlo), se muestra en todo caso optimista, entre otras cosas porque, como explica, ya existe un precedente para pensar en positivo: “Otro juicio muy importante que se ha celebrado en Chad”.

Una vieja imagen de Rose, que es la joven de la derecha.

“A raíz del arresto de Habré (en 2013)”, abunda Brody, que habla en castellano, “las autoridades chadianas actuaron por las demandas interpuestas y se juzgó a 25 de sus cómplices, de los cuales 21 fueron condenados. También se impuso una multa de 114 millones de euros que el Gobierno debe pagar a las víctimas, además de que deberá construir un monumento en su memoria y convertir La Piscina en un museo”. Sobre su propio trabajo, el abogado resume así su misión, para la que define un objetivo primoridal: “Mostrar que sí se puede: que las víctimas pueden llevar a la justicia a un dictador”.

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