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8 de marzo

8 de marzo: un año más de desigualdad laboral entre hombres y mujeres

La situación laboral de las mujeres se encuentra definida por todo un conjunto de términos que confluyen bajo el paraguas de un mismo concepto: desigualdad. Fenómenos como la brecha salarial y el techo de cristal, lejos de tratarse de hechos aislados, se enmarcan dentro de las muchas consecuencias que derivan de un sistema cuyos intereses beben directamente de la inequidad entre hombres y mujeres.

La disparidad salarial es una de las principales denuncias de sindicatos y organizaciones feministas, dentro de un amplio abanico de desigualdades latentes en el ámbito laboral. El último informe de UGT respecto a la brecha de género, elaborado en febrero del 2017, apuntaba a una diferencia salarial del 23,25% en 2014, cifra que aumenta al 28,46% en el sector privado y se equilibra sutilmente hasta el 10,93% en el público. En los servicios administrativos y auxiliares, no obstante, la brecha se convierte en abismo: la diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 31,36%. Según el sindicato, la brecha disminuye en los grupos de edad más jóvenes –la sitúa en el 15,82% respecto a la población de entre 25 y 34 años– debido a que "los salarios son más bajos en ambos sexos y la precariedad está generalizada", mientras que aumenta para las empleadas mayores de 55 años, que sufren una brecha del 27,25%.

La grieta se alimenta de variables como los complementos salariales y las horas extraordinarias, que conforman los aspectos más alarmantes. La brecha en cuanto al salario base entre hombres y mujeres es del 17,99%, pero al comparar la disparidad entre los complementos salariales la cifra aumenta al 30,44% y al 33,03% si se trata de complementos por trabajo a turnos o fines de semana. El ascenso continúa en el caso de las pagas extraordinarias, donde la diferencia entre hombres y mujeres es del 36,07%.

A juicio de UGT, "las elevadas brechas de los complementos y especialmente los vinculados a la turnicidad, nocturnidad y fines de semana, pueden deberse a que los sectores feminizados como el comercio, donde se dan con elevada frecuencia la turnicidad y los fines de semana, no se retribuyen de la misma manera que en los sectores masculinizados", mientras que en otros como el sanitario, donde además se paga la nocturnidad, "las mujeres generalmente ocupan categorías inferiores a las de los hombres".

Los numerosos análisis al respecto derivan en conclusiones similares. Según el Foro Económico Mundial, la brecha gira en torno al 23,5%, mientras que la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) detecta en su informe del 2016 una brecha del 20%. CCOO, por su parte, señala que "según la Encuesta de Estructural Salarial (EES) 2014, el salario anual de las mujeres debería incrementarse un 30% para equipararse al de los hombres". Tal y como expone el sindicato, la desigualdad salarial es más acusada en los complementos salariales, de modo que en el caso de las mujeres éstos "tendrían que aumentar el 44% para llegar a equipararse a los de los hombres", lo que indica que "es en los complementos salariales en los que hay que incidir para corregir las desigualdades existentes en los salarios".

El techo de cristal

Otro de los signos más claros de la desigualdad por razones de género es el conocido como techo de cristal, es decir, la escasa presencia femenina en puestos directivos. Según el informe de Mujeres en los Consejos de Administración de las compañías del Ibex 35 –elaborado por Atrevis e IESE–, el peso relativo de las mujeres en los consejos se sitúa en el 19,83%. En el caso de las organizaciones no gubernamentales, la Coordinadora de ONG de Desarrollo señala que prácticamente el 70% de los puestos de presidencia están ocupados por hombres y en junta directiva están ocupados por el 57%.

Respecto a la carrera judicial, sólo cinco mujeres han llegado a ser magistradas del Tribunal Constitucional, en el Tribunal Supremo tan sólo un 12% de sus magistrados son mujeres, y ninguna mujer ostenta una presidencia de sala. Asimismo, un solo Tribunal Superior de Justicia está presidido por una magistrada y únicamente nueve Audiencias Provinciales tienen una presidenta mujer. En cuanto a la carrera fiscal, según la Unión Progresista de Fiscales (UPF), "a pesar de que el 63% de sus miembros son mujeres, en 2016 tan sólo ostentaban el 28% de los cuadros directivos".

Según informó en 2015 la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (Fape), sólo el 10,9% de los puestos directivos en prensa impresa son mujeres, cifra que se reduce al 7,8% en el caso de los medios audiovisuales y al 3,9% en los digitales.

El Foro Económico Mundial, por su parte, habla de un 60% de mujeres licenciadas, frente a un 14% en puestos de alta dirección, y Fedea detalla que sólo el 10% ocupan puestos de responsabilidad en empresas privadas y el 17% en consejos de administración.

A este escenario se suma la ya de por sí dramática situación de desempleo. En enero de 2017 el paro subió un 2,1% en el caso de ellas, mientras que el aumento fue del 0,8% para ellos. En febrero, la tasa de paro descendió pero también con evidentes desequilibrios: el descenso fue del 0,51% respecto a los hombres y sólo del 0,04% respecto a las mujeres. A día de hoy, 1.646.954 varones se encuentran en situación de desempleo frente a las 2.103.922 mujeres en la misma tesitura.

Lejos de los objetivos marcados

La dificultad de revertir la situación se intensifica debido a la falta de reacción y a la normalidad impuesta. Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres y Pilar López Díez, experta en Comunicación y Género, coinciden en que "la situación no ha variado cualitativamente respecto a hace 20, 30 o incluso 40 años".

López Díez evidencia las causas de la desigualdad laboral al señalar que "en una sociedad patriarcal, como la vigente en el mundo entero, existe desigualdad de retribución en el trabajo porque todavía las mujeres y lo que hacen ellas está desprestigiado". A su juicio, "se han encargado de perfeccionar el sistema patriarcal para que la valoración social y política de hombres y mujeres sea desigual, terriblemente desigual".

Recuerda López Díez las palabras del europarlamentario Korwin Mikke, quien proclamó que las mujeres debían ganar menos por ser "más débiles, más pequeñas y menos inteligentes". Se trata de "exactamente lo mismo que creen los empresarios españoles retribuyendo menos a las mujeres". La diferencia, subraya, es que "unos lo verbalizan, como el europarlamentario nazi polaco", mientras que "otros lo practican, como el empresariado español".

Uno de los motivos por los que la situación se encuentra altamente enquistada es, según la experta, que "el imaginario social y cultural construido bajo las premisas patriarcales sigue dañando a las mujeres: las ideas desautorizadoras de lo femenino que supura la industria cultural, con la televisión a la cabeza, ridiculizando a las mujeres, faltándoles al respeto –y, por desgracia, las alienadas, permitiéndolo– siguen construyendo identidades femeninas de género devaluadas". Lamenta, en este sentido, que aunque "la palabra estereotipo se haya visibilizado, la desestereotipación no se practica".

Soleto censura que, "a pesar de que la relación de las mujeres con el hecho laboral ha cambiado sensiblemente respecto a generaciones anteriores, también es verdad que probablemente no hemos sido capaces de arreglar del todo ninguno de los problemas que adolecían la situación laboral de las mujeres hace 30 años". Las cifras, a su entender, "siguen revelando que existen fenómenos de segregación horizontal y vertical, que el desempleo de las mujeres siempre está por encima del de los hombres, o que la población activa sigue estando sensiblemente por debajo y alejada de los objetivos de políticas europeas de plena inserción".

En el año 2007 fue aprobada la ley de igualdad que pedía a los consejos administrativos un 40% de mujeres, y hoy no llegan a la mitad de la meta planteada, porque "los procesos de participación laboral están siendo muy resistentes al tratamiento en igualdad de hombres y mujeres". Todo ello, continúa Soleto, "demuestra que seguimos sin aplicar correctamente las medidas de igualdad dentro de lo que son las estructuras laborales y seguimos teniendo un estereotipo social que prefiere a los hombres trabajando antes que a las mujeres".

Como ejemplo, la experta consultada plantea la evolución del sector turístico, "que lleva años batiendo récords y sin embargo una de las ocupaciones más precarias sigue siendo la de camarera de hotel". Por tanto, aunque "el sector está evolucionando muy notablemente, hemos sido incapaces de trasladar eso a otro tipo de empleos más feminizados". Las mujeres "están perdiendo oportunidades de empleo", y los sectores más perjudicados por la crisis que empiezan a recuperar posiciones "no generan un empleo femenino".

A juicio de Soleto, es necesario "aceptar de forma definitiva que existe una preferencia de las relaciones laborales por que sean los hombres quienes trabajen, y eso deviene en aplicación de diversas formas de discriminación hacia las mujeres, que van desde los procesos de selección en las empresas hasta cuestiones relacionadas con desarrollo de carrera".

Soluciones reales

Según la última memoria del Ministerio de Empleo, la Inspección de Trabajo realizó en 2015 un total de 1.357 actuaciones relacionadas con asuntos de discriminación por razón de sexo, que resultaron en 25 infracciones y 75 requerimientos. También llevó a cabo 769 actuaciones respecto a planes de igualdad, con 19 infracciones y 304 requerimientos, y 653 actuaciones referidas a derechos sobre conciliación de la vida familiar y laboral, con nueve infracciones y 55 requerimientos. Las expertas en cuestiones de género, no obstante, denuncian la ineficacia de tales acciones por parte del Gobierno.

López Díez critica que "el Gobierno actual es buque insignia de la extrañeza ante la exigencia de igualdad por parte de las mujeres", e incide en que "tomarse en serio la lucha por la igualdad es más serio que presentar unas inspecciones y algunas sanciones como logros". 

En la búsqueda de soluciones efectivas, Soleto censura que se continúe entendiendo "la relación laboral como una cuestión de plena disponibilidad", y que como consecuencia no se obligue a las empresas a que "sepan manejar relaciones laborales de calidad en el marco de acciones diversas de las personas", incluyendo en este contexto el asunto de la corresponsabilidad. Apunta, asimismo, a la necesidad de "identificar prácticas no discriminatorias e incentivar ese comportamiento", algo que en España "no se hace".

Reivindica, además, que "todas las medidas aprobadas en favor de la igualdad tienen que estar debidamente ejecutadas y se tiene que hacer un seguimiento serio de ellas", también mediante la identificación de situaciones discriminatorias para poder sancionarlas. 

Finalmente, López Díez lamenta que no haya "voluntad política para legislar a favor de la igualdad de salario y –agrega– una de las razones importantes es porque no existe oposición mayoritaria por parte de las afectadas". Lanza, en esta línea, un grito a la sociedad civil: "Sin la lucha determinante de las mujeres españolas, seguirán cobrando menos que los hombres".

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