Mostra de Venecia
'Sweet Country' y 'Ammore e malavita' elevan el nivel en Venecia, indiferente ante 'Loving Pablo', de León de Aranoa
No le ha ido bien al español Fernando León de Aranoa con el estreno mundial de Loving Pablo, fuera de concurso, este miércoles, en la Mostra de Venecia. Obviamente, la presencia de los oscarizados Penélope Cruz y Javier Bardem (doble este año tras Mother!) y la reducida competencia estelar en el concurso, le dieron el protagonismo de las cámaras, pero la película española dista mucho de ser la mejor del autor de Los lunes al sol y Un día perfecto. En la competencia, el australiano Warwick Thornton presentó el western antirracista Sweet Country y los italianos hermanos Manetti (o Manetti Bros., como se autocalifican) un sorprendente musical sobre camorristas napolitanos, Ammore e malavita. Ambas fueron aplaudidas.
La aproximación de León de Aranoa a la figura del narco colombiano Pablo Escobar se ha estado gestando durante demasiado tiempo, tanto que llega tarde y mal. Tarde porque rozamos la saturación sobre el capo de la cocaína más popular de todos los tiempos, después de una teleserie colombiana, Escobar, el patrón del mal y otra internacional, Narcos, y de la película del italiano Andrea Di Stefano Escobar: Paraíso perdido, y mal por varias incongruencias propias.
La primera, y no nos vale la excusa de que así se puede vender a todo el mundo, es la elección del idioma: casi toda la película está en inglés, lo que le resta credibilidad (aunque algunas palabrotas muy colombianas pretendan dársela). La cinta sigue a Escobar a través de la mirada de quien fuera su amante, la estrella televisiva colombiana Patricia Vallejo, que plasmó sus años de pasión con el capo del cartel de Medellín en un libro, Amando a Pablo, odiando a Escobar, en el que se basó León de Aranoa para escribir su guión. Ella (interpretada por una glamourosa Penélope Cruz) cuenta su historia, omnipresente con su voz en off, incluso al contar hechos en los que no estuvo presente (?). El guión es impropio de un cineasta de la talla de Aranoa. Comete errores de principiante como la redundancia de contar de viva voz lo que luego nos enseña con la cámara.
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Próxima a la telenovela, Loving Pablo, que de aquí viajará a Toronto y luego a San Sebastián, está bien donde está, sin opciones de competir, fuera de concurso, porque no merece estar en la competencia de un certamen internacional. Me dirán que lo mismo les pasa a varias de las películas que yo concursaron este año, y no seré yo quien les quite la razón. Pero en este caso, está justificado. La prensa internacional acabó la proyección en silencio, pero luego se desquitó en sus computadoras.
En cambio, las dos películas a concurso este miércoles, sí fueron aplaudidas. La primera, Sweet Country, del australiano Warwick Thornton, es un austero western en su estilo, aunque se situe en la Australia de los años 20 del pasado siglo, país aún colonial donde los aborígenes estaban marginados y explotados. Uno de ellos, por hacer un favor, acaba matando en defensa propia a un repelente colono racista, y sobre él –en fuga junto a su mujer– recae todo el peso de la ley. Lo apoya su amigo, un pastor protestante que representa la cordura y humanidad en un territorio semivirgen y tan duro como el viejo Oeste.
A la italiana de los Manetti Bros. Ammore e malavita la jalearon sobre todo los italianos, tras ver en días pasados dos películas de su país que rozaron lo bochornoso. Ciertamente, tratar a la camorra, la mafia napolitana, a través del género musical, es un atrevimiento cuando menos original. El resto de los espectadores no fueron tan entusiastas, pero a veces, un poco de transgresión en medio de tanto sesudo "autor" se agradece.