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El rincón de los lectores

Arte público

Uno de los talleres del Festival Buñuel-Calanda.

Sonia Asensio

El final del verano llega siempre y se va de forma casi inesperada.  Sigiloso anuncia el comienzo de un nuevo curso y su página en el calendario nos previene con noches frías de la inminente llegada de los cielos violentos del otoño donde ubico, al menos, los versos leídos y releídos, amados y reamados de Ángel González.

Pero antes de que comiencen a caer las hojas siento aún en la piel la emoción del arte público al que somos invitados los pobladores nómadas cuando las noches tan cálidas regalan música, teatro, cine o poesía.  Porque el verano es generoso y nuestros pueblos y ciudades acogen a público abierto, a corazón abierto, todo tipo de festivales. Por eso este artículo pretende mostrar reconocimiento a todas las personas que hacen posible las noches de tanto arte con tanto talento.

La primera semana de agosto se celebró en Calanda (Teruel) la XIII Edición del Festival de cine Buñuel-Calanda. En este certamen se rinde homenaje a la figura y obra del gran cineasta aragonés. Se proyectan películas de manera gratuita para todo aquel que quiera acercarse a la sección oficial de donde saldrían los premios en una gala surrealista que estuvo apadrinada desde algún sitio por don Luis. Vicky Calavia ganó el suyo merecido por María Moliner. Tendiendo palabras. Además de cine, se trató el guion y la literatura. Con la presencia en Calanda durante varios días de Guillermo Arriaga, escritor, productor, director cinematográfico y guionista que nos sedujo desde el primer momento con su discurso cercano y comprometido, compartimos noches y veladas amables y talentosas charlando con él y con otros directores tras la proyección de la cinta nocturna que al aire libre invita a calandinos y amantes del cine a disfrutar del arte, que siempre debería ser público y accesible. Por cierto, la última novela de Guillermo Arriaga, El salvaje (Alfaguara 2017), es una novela imprescindible que se lee con los ojos y con las tripas. Absolutamente recomendable.

En estos días también pudimos conocer y hablar de cine o de literatura con Paula Ortiz, directora como saben de La novia, basada en Bodas de sangre de Federico García Lorca. Guardo un recuerdo entrañable que me encantaría compartir.  Tengo una hija de dieciséis años que deseaba decirle a la cineasta que después de ver su película leyó todas las obras dramáticas de Lorca por amor a lo que intuyó cuando Leonardo se escapa con la novia. Ortiz me dijo después que “todos los productores deberían haberlo oído” y como comparto su opinión lo dejo aquí para constatar que los jóvenes sí leen y sí van al cine. Solo que para muchos de ellos sigue siendo un artículo de lujo que cuesta permitirse. En cambio, en los festivales te regalan cultura. Y apuestan, con mucho trabajo, con muchos colaboradores anónimos, por llevar a cada persona que se acerque ese halo mágico que envuelve toda creación artística. 

En La Puebla de Montalbán (Toledo) nació el bachiller Fernando de Rojas. ¿Es La Celestina mi libro favorito? Puede ser. Lo que sí sé con absoluta admiración es el hecho de que durante los últimos 19 años se represente esta obra en la plaza de La Puebla para todos los espectadores que deseen asistir, también de manera gratuita. La compañía La Recua Teatro, con María Elena Diardes al frente, derrocha ingenio, agudeza, sentimiento, no solo para traernos cada año a Calisto y Melibea y Areúsa y Pármeno y Sempronio y magia e hilado y homenaje al vino, sino para ponernos la piel erizada, para que nos emocionemos, para que el lamento de Pleberio nos recuerde que el amor y la literatura nos pertenecen. Así que de nuevo gracias a tantos actores, colaboradores, regidores, técnicos, que desinteresadamente o quizás interesados en este arte que hemos llamado público nos acercan la belleza y la pureza del teatro con un hilo visible que nos ata con La Barraca, por ejemplo, con ese Lorca siempre citado que creyó como todas las personas aludidas en este artículo que el teatro era tan importante como el pan.

Vayan ustedes a escuchar siempre que lo vean anunciado al juglar Crispín D’Olot. Vayan a festivales de poesía como el que acontece en Toledo el primer fin de semana de septiembre: Voix Vives, con la poesía en la calle, en cada rincón de esta ciudad mágica. Yo, gracias a ellos, he escuchado los poemas de Miguel Hernández en la voz de Carmen Linares al lado de mi profesor Gutiérrez Carbajo. En la balanza queda mi admiración, mi agradecimiento, mi aplauso largo y sincero, sentido, para todas las personas que regalan arte, talento y amor por todas las calles de todos los pueblos de todos los países de todo el mundo. Disculpen que hoy solo hable de belleza.

*Sonia Asensio es profesora de Literatura. Sonia Asensio

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