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Poesías, de Safo.

Mònica Vidiella

PoesíasSafoTraducción y comentarios de Juan Manuel MacíasLa OficinaMadrid2017Poesías

 

“Pero yo amo la ternura;.../ mi suerte es esto y la brillante/ ansia de sol y la belleza.” Los versos, escasos y fragmentados, de la poeta griega Safo, que han llegado hasta nosotros tras un periplo de más de dos milenios y medio, son un canto, una celebración a la vida. Y más allá del mito de su existencia, de las leyendas forjadas alrededor de su figura, más allá de las afinidades o las animadversiones que haber sido tomada como símbolo de tantas cosas han provocado, la poesía de Safo sigue cautivándonos, apelando a todos nuestros sentidos, nos contagia la intensidad y la fuerza con las que fue escrita.

Nacida en la isla de Lesbos, que hoy, nos duele en la mirada de los miles de refugiados que huyen del horror de la guerra, la poeta griega propone, ya en el siglo VI a.C., una visión de mundo desde la intimidad, sus versos transitan de lo comunitario al ámbito de lo privado, apelan a “la propia conciencia individual”. Alejándose de la exteriorización, de lo heroico de la poesía épica, del canto a las gestas militares de sus contemporáneos, Safo interioriza la concepción del sentimiento dirigiéndose a otro, generalmente una mujer, y la importancia de esa poesía amorosa intimista que nos regala, reside en la constante reflexión desde y sobre esa intimidad. Desde ese espacio íntimo, Safo irrumpe en la Grecia clásica, descubriendo los símbolos de un imaginario femenino, sensible y pasional, que busca y encuentra la belleza y la intensidad en la naturaleza —“La luna se ha puesto. / Se han puesto las Pléyades. / Media la noche. Pasa la hora. / Y yo duermo sola”—, en el rito —“Aquí, pues, tú, chipriota coronada/ en copas de oro, delicadamente/escáncianos el néctar ya mezclado/ cuando la alegre fiesta” o en la música “Vamos, divina lira/ hazte habladora…”—. 

Biblioteca La Oficina reedita ahora una cuidada edición bilingüe de sus Poesías en la magnífica traducción de Juan Manuel Macías que ya publicara hace tiempo DVD ediciones. Macías filólogo, poeta y traductor (Premio 2013 de la Sociedad Griega de Traductores de Literatura) reivindica en el prólogo la obra de Safo más allá de todo lo que su figura ha suscitado. “Hablar de Safo es hablar de las palabras y el resto, los mapas de su vida, sus odios y sus amores, las casualidades de ser mujer y griega, de haber vi­vido en una isla de Asia Menor de afamadas sonoridades y perte­necer a ese colectivo que solemos llamar «los antiguos», todo eso no es más que materia del tiempo y de las nubes”.

En la frontera entre la música y el canto, la obra de Safo aporta a la lírica de occidente la expresión de una manera de sentir, la creación de ritmos y metros nuevos, especialmente la conocida como estrofa u oda sáfica. Su obra fue acogida con entusiasmo desde la antigüedad y ha supuesto para muchos una influencia innegable. A lo largo de los siglos, autores como Platón, que la llamó la décima musa, Catulo, Petrarca, Leopardi, Hölderlin, Byron, Rilke, Baudelaire, Guillén o Szymborska entre otros, han admirado su obra, considerándola una cumbre indiscutible de la poesía universal.

La poeta griega escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos. De estos solo quedan algunos fragmentos y solo la “Oda a Afrodita” puede considerarse un poema completo y, pese a ello, nos sigue maravillando esa capacidad de su poesía para sugerir, para invitarnos a la fuerza de su misterio. “Sueño, tú que la negra noche/ frecuentas, siempre que el letargo…/ Dulce dios, de verdad que es asombroso/ librarse del poder del sufrimiento./ Y yo no espero en nada tener parte de los felices…”.

Las palabras de Safo nos llegan atravesando el tiempo y no dudamos en reconocernos en una voz que, como dijo Juan Gelman “alteró las pautas culturales dominantes en materia de sexualidad y de género y cuestionó, tal vez sin proponérselo, una sociedad jerarquizada”. Y hacemos nuestras esas palabras, mirando consternados hacia la isla donde fueron escritas, hacia todos los lugares donde el deseo de poder olvida que “Lo más bello es lo que uno ama”.

*Mònica Vidiella es profesora de Literatura.Mònica Vidiella

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