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En defensa de la lengua

Tomàs Garcia-Espot

Con el pretexto de tener secuestrado el autogobierno en Cataluña, el Ejecutivo de Mariano Rajoy quiere seguir adelante con el plan de dinamitar la inmersión lingüística catalana. Hablando en plata, Cataluña siempre ha sido un hueso duro de roer para el PP y las fuerzas herederas del régimen franquista, aquéllas que creen que España solo puede ser una e indivisible y en donde solo se puede hablar una lengua, la española. Ya desde la Transición, un periodo en el que presuntamente se consiguió “la concordia y el entendimiento entre todos los españoles”, dichas fuerzas han pretendido que la enseñanza del catalán en las escuelas no sea una realidad.

Uno de los casos más flagrantes fue El manifiesto de los 2.300, en 1981, en el que un grupo de intelectuales denunciaba una supuesta persecución de la lengua castellana en Cataluña. Un manifiesto, que además de ser una sarta de patrañas y falacias, hizo reaccionar a la sociedad catalana, propiciando que saliera en defensa de su lengua, que por mucho que algunos quieran negarlo, estuvo prohibida durante la dictadura que no pocos miembros del Partido Popular (y su marca blanca, Ciudadanos) aún siguen alabando en secreto.

Todos los ataques al catalán han ido en esta dirección. Se ha acusado al sistema de inmersión lingüística de querer imponer el catalán en las escuelas y de denigrar a los alumnos de habla castellana. Paradojas del destino, los que formulan estas acusaciones son los herederos de un sistema autoritario que prohibió, persiguió el catalán y no tuvo reparos en detener, humillar y dar palizas a todo aquel que hablara dicha lengua. Memoria. Lo que falta en este país es memoria y no tanques o submarinos, señores del Ministerio de Defensa. Evidentemente, sin ningún tipo de mayoría social en Cataluña, el Partido Popular nunca ha podido tumbar el sistema lingüístico.

Su única baza ha sido acudir a su tribunal más fiel, “el Constitucional”, para que tumbara todas las leyes posibles que aprobara el Parlament de Cataluña, sin importar cual fuera su contenido. A pesar de ello, los ultranacionalistas españoles nunca habían tenido la oportunidad de tocar directamente la legislación lingüística en Cataluña. Hasta hoy. Utilizando la ya muy conocida excusa que el independentismo es fruto de un supuesto adoctrinamiento perpetrado por la “malvada escuela catalana”, y con la inestimable ayuda del gravísimo atentado a la democracia como es la aplicación del 155, el Partido Popular tiene carta blanca para poder cambiar las normas en materia de lengua en Cataluña. Su propuesta no deja lugar a dudas: dejar escoger a las familias entre una enseñanza completamente en castellano o en catalán, lo cual supondría el inicio del camino hacia la segregación lingüística, que lejos de mejorar la situación social, la agravaría aun más.

Ante esta grave amenaza a la lengua catalana existe solamente una solución: un Gobierno estable en Cataluña. Si el objetivo es proteger las instituciones en Cataluña, su lengua y su cultura de la mano corrupta y homogeneizadora del PP, es imprescindible la unidad de las fuerzas catalanistas, sean independentistas o no. Un frente común para impedir que los intransigentes y los intolerantes nos lleven de nuevo a los tiempos de la una, grande y libre. Y si al final éstos vinieran con todo su arsenal de odio e imposición, no cabe duda que se encontrarían con un sinfín de profesores, alumnos y por supuesto de ciudadanas y ciudadanos comprometidos, para quienes su lengua es uno de sus patrimonios identitarios más importante. ________________

Tomàs Garcia-Espot es socio de infoLibre

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