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Un 90% de condenas y un 0,001% de denuncias falsas: 20 años de la ley que puso nombre a la violencia machista

violencia de género

Los expertos apuntan al discurso de la extrema derecha en un año de cifras récord en violencia machista

Los grupos municipales del Ayuntamiento de Madrid, excepto Vox, durante un minuto de silencio por el asesinato de una mujer a manos de su pareja.

Un total de 40 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas en lo que va de año. Son, por tanto, 40 las mujeres que han perdido la vida en estos meses como consecuencia de la violencia machista, tras los últimos dos casos confirmados, en Madrid y en Jaén. Una cifra récord en la última década: hay que retroceder hasta el año 2010 para encontrar un dato tan elevado. Entonces, fueron 44 las mujeres asesinadas en el mismo periodo de tiempo, desde enero hasta el 19 de agosto. 

Aunque las cifras de la violencia sobre las mujeres no suelen dejar una evolución regular, lo cierto es que una mirada a años anteriores evidencia lo dramático del panorama actual. Especialmente si la comparativa se efectúa respecto al ejercicio anterior. Frente a las 40 mujeres asesinadas en lo que va de año, el mismo periodo de 2018 dejaba 28 víctimas mortales. Es decir, en lo que va de año los crímenes machistas han aumentado un 42,8%. Es la mayor subida entre años consecutivos desde que existe recuento oficial.

Por ejemplo, siguiendo con el 19 de agosto como fecha de referencia, entre los años 2016 y 2017 se pasó de 32 a 37 mujeres asesinadas en el mismo periodo, un aumento del 18,7%. También se constató un ascenso significativo entre 2009 y 2010, pasando de 34 mujeres asesinadas a 44 –una subida del 29,4%–, siempre desde enero hasta el 19 de agosto. Entre 2005 y 2006, el incremento fue de 34 asesinatos a 47 –un 34,2% más de un año a otro–. Todas estas subidas, sin embargo, no alcanzan la proporción que se ha experimentado este año respecto del anterior.

Algo que ha hecho saltar las alarmas de los expertos en violencia de género. Una hipótesis clásica apunta a los meses de verano por ser precisamente una etapa en la que aumenta la convivencia entre agresor y víctima. No obstante, resulta difícil establecer un patrón que consolide la teoría de la estacionalidad. El pasado año el número de víctimas mortales sí fue mayor en el tercer trimestre del año, pero no ocurrió lo mismo en 2017, ni en 2016, ni en 2015. Un vistazo a los datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género tampoco muestran una tendencia que confirme récord de asesinatos en los meses estivales. No obstante, sí es habitual que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) registre un mayor número de denuncias durante el trimestre que va de julio a septiembre.

Para la fiscal Susana Gisbert, sin embargo, la explicación no se encuentra en la esfera judicial. "Es verdad que no se han creado nuevos juzgados especializados, pero tampoco se han destruido", dice, "y aunque ha habido un aumento de trabajo, no hay desprotección".

Entonces, ¿cuáles son los motivos que han hecho del presente año uno de los más demoledores en violencia machista, hasta el momento? Las respuestas, advierten los especialistas, no son determinantes ni tampoco existen claves que apunten a una única causa. Si fuera así, coinciden, existiría también una solución definitiva al problema.

El mensaje ultra

Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, recuerda que el de la violencia machista no es un problema que tenga una sola causa o una explicación directa, sino que gran parte de su análisis es circunstancial. "No hay causalidad, el maltratador no reivindica objetivos concretos" como sí ocurre con el terrorismo, explica. La pregunta entonces trata de adivinar "qué pasa en nuestra sociedad para que, a pesar de la conciencia de que estamos ante un problema grave, todavía haya hombres que decidan matar a las mujeres". Se trata, apunta el exdelegado, de "un crimen moral". El hombre que asesina lo que consigue con la violencia es "satisfacer su posición", razona el experto.

En esa atmósfera, lo que ha ocurrido este año es que "existe una especie de comprensión, racionalización y justificación" de la violencia "desde que ha llegado la ultraderecha". Vox, continúa Lorente, "no sólo ha mandado un mensaje confuso en el sentido de dar criterios distintos a los legalmente establecidos, sino que además está elevando ese planteamiento al criterio político". Coincide con él Altamira Gonzalo, vicepresidenta de la asociación Mujeres Juristas Themis. En conversación con infoLibre, la jurista recuerda que parte del problema podría ser circunstancial, pero sí reconoce que "el mensaje de la extrema derecha también surte efecto, porque por un lado puede disuadir a las mujeres que estén en situación de violencia de género", al tiempo que "puede hacer sentir más impunes a los maltratadores".

También Gisbert cree que el análisis debe contemplar "diversos factores que confluyen", entre los cuales "el advenimiento de determinados movimientos políticos que minimizan la violencia machista" tendría "alguna influencia". Especialmente, matiza, a la hora de "bajar el tono en las campañas" y al diluir "el reproche penal" de la violencia.

A todo ello, completa Lorente, hay que añadir una actividad en redes sociales frenética que "está alimentando ese clima". Muchos hombres, dice el exdelegado, "están indignados, es un estado generalizado, no es puntual ni ocasional". Y en ese escenario es importante no olvidar, resalta, que "quien vive en la violencia responde con violencia".

Pacto de Estado y educación

Gonzalo insiste en que la existencia de picos en la estadística es normal y aconseja observar el problema desde una perspectiva histórica. "Aunque un año haya habido más víctimas, no quiere decir que se siga esa tendencia", sostiene. Pero sí puede ser una llamada de atención, una "advertencia muy seria para que esta lucha no ceje".

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Otra de las claves del análisis se encuentra precisamente en esos picos. El aumento del presente año respecto al anterior se produce tras una disminución previa, de nuevo teniendo como referencia el ciclo que oscila entre enero y el 19 de agosto. En ese periodo de tiempo, las víctimas mortales pasaron de 37 en 2017 a 28 en 2018. A finales de 2017, en septiembre, se aprobó el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que lanzó a la ciudadanía un mensaje claro: la necesidad de desarrollar medidas urgentes contra un problema global. El efecto del acuerdo estatal pudo tener su eco en la disminución de las víctimas mortales. Algo similar a lo que ocurrió en 2004 con la Ley contra la Violencia de Género.

Precisamente otro de los picos anteriormente indicados se ubica entre los años 2005 y 2006. La dinámica vuelve a ser la misma. Ese repunte del 2006 se registra después de que entre 2004 –año en que se aprobó la norma, en diciembre– y 2005 se produjera una disminución, a 19 de agosto, en el número de víctimas mortales, pasando de 43 a 35. También entonces primaba un mensaje de compromiso y de castigo penal que se fortaleció en las instituciones y que alcanzó a toda la sociedad. La teoría es que, tras un movimiento de gran impacto –la ley orgánica y el pacto estatal–, se produce una bajada en los crímenes machistas a la que le sigue después un incremento.

"El Pacto de Estado reforzó ese mensaje y cuando se aplicó la ley del 2004 también el mensaje era mucho más claro, más rotundo", analiza Gisbert, quien recuerda que la sociedad "funciona por moda" y que "estas cuestiones tienen importancia". El mismo valor le otorga la fiscal a la educación en igualdad. "Estamos pagando también otra cosa y es que durante una época determinada se descuidó mucho la educación en igualdad", como consecuencia de los recortes, sostiene. Esas carencias, dice, "no producen efectos inmediatos, sino a largo plazo". Los jóvenes de antes son los adultos de ahora, por eso la experta apuesta por cultivar la lucha contra la violencia desde las edades más tempranas, de forma progresiva y transversal.

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