MERCADO LABORAL
La implantación del SMI en Alemania en 2015 redujo la desigualdad salarial sin perjudicar el empleo de los peor pagados
Las cuantiosas subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) en España los dos últimos años han venido acompañadas de una fuerte polémica entre políticos, economistas y expertos en el mercado laboral. La falta de estudios sobre las consecuencias en el empleo, y en la economía en general, de mejorar el suelo salarial ha sido uno de los lugares comunes que repiten unos y otros para dejar en el aire si la medida es beneficiosa o perjudicial. La controversia no es sólo española. Ha alentado el debate en Estados Unidos, donde California, Illinois, Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York han elevado el salario mínimo a 15 dólares la hora –13,3 euros–; en Italia, donde el Gobierno ha anunciado sus planes para aprobar un SMI de ámbito nacional; o en Polonia, que prevé elevarlo un 73% de aquí a 2023. Boris Johnson también ha prometido aumentarlo del 60% al 66% del salario mediano en un plazo de cinco años, lo que supondría dejarlo en 10,5 libras, 11,99 euros la hora, y convertirlo en el más generoso de Europa, por encima incluso del luxemburgués: 11,97 euros la hora o 2.071,1 euros al mes.
Tampoco fue pacífica la introducción de un salario mínimo nacional en Alemania el 1 de enero de 2015. Entonces se fijó en 8,50 euros la hora. Tras sucesivas subidas, este año ya ha alcanzado los 9,35 euros, 1.584 euros al mes. Como se recordará, tras el último aumento, en España el SMI asciende a 950 euros brutos al mes en 14 pagas –1.108,3 euros en 12 pagas–, tras haberse elevado un 22,3% en 2019 y un 5,6% en el ejercicio actual.
Cinco años después de implantarse, investigadores del University College London (UCL) y del Institut für Arbeitsmarkt- und Berufsforschung (IAB) de Núremberg (Alemania) han publicado el primer estudio que analiza el efecto del salario mínimo en la recolocación de los trabajadores. Sus conclusiones son claras: el SMI aumentó los salarios, no perjudicó el empleono perjudicó el empleo e incluso provocó una recolocación de los trabajadores, que se movieron de las empresas más pequeñas y que peor pagaban a otras de mayor tamaño, mejores sueldos y más productivas. “Por tanto”, concluyen los autores, “el SMI contribuyó a mejorar la calidad de las empresas” alemanas. Si el salario mínimo está pensado para reducir la desigualdad salarial, cumplió su objetivo, subrayan también los analistas. Y no sólo en el plano individual, sino también entre los diferentes Länder alemanes.
Cuestión distinta es si estos resultados se pueden extrapolar al mercado laboral español, muy distinto del alemán. En 2015, cuando se introdujo el SMI, el 15% de los trabajadores germanos cobraban menos de 8,50 euros la hora, unos cuatro millones de personas. En España, cerca de dos millones de asalariados perciben el salario mínimo. El salario medio alemán es de 50.700 euros anuales, o 4.225 euros al mes en 12 pagas, mientras que el español no supera los 23.646,5 euros al año o 1.944,4 euros al mes, según las estadísticas del INE. La tasa de paro alemana era este mes de febrero de sólo el 5,3%; la española se eleva al 13,78%, la segunda más elevada de la zona euro, tal y como refleja la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Hay otras diferencias. En Alemania, tanto los menores de 18 años como los aprendices, becarios y trabajadores voluntarios están excluidos del SMI. Peluquerías e industrias cárnicas estuvieron eximidas de aplicarlo hasta diciembre de 2016. En el estudio, los investigadores sí incluyeron a los 7,5 millones de alemanes que tienen un minijob y sólo cobran 450 euros al mesminijob. De hecho, la desigualdad salarial en el país de Angela Merkel ha crecido de forma espectacular en los últimos 20 años: mientras los sueldos de la parte más rica de la distribución salarial aumentaban un 20% entre 1995 y 2015, los percibidos por la parte más pobre se redujeron un 13%. Además, destacan los autores del estudio, los trabajadores cubiertos por convenios colectivos han pasado del 80% en 1995 a sólo el 55% 20 años después. En España la negociación colectiva también ha perdido cobertura, pero no tanto: del 84,4% en 2013 al 68,3% en 2018.
Según los cálculos del equipo anglo-germano, los trabajadores que entre 2011 y 2013 cobraban menos de 8,50 euros la hora mejoraron sus nóminas un 6,7% a partir de 2015, cuando se implantó el SMI, y los que percibían entre 8,50 y 12,50 euros subieron sus retribuciones un 2,3%. En el resto de los asalariados no tuvo efecto alguno.
Además, el impacto del SMI fue mayor sobre el sueldo diario que sobre sobre el sueldo por hora, subraya el estudio, con un aumento del 10,7%, por lo que sus autores aseguran que la aplicación del suelo salarial permitió a muchos trabajadores pasar de empleos a tiempo parcial a otros a tiempo completo. De hecho, la tasa de empleo a jornada completa en las empresas se elevó un 3%, al tiempo que se recortaba en un 2% la tasa de empleo parcial.
Hace más atractiva la opción de trabajar
Los investigadores rechazan la extendida teoría de que el salario mínimo perjudica las probabilidades de un trabajador de ser contratado. Por el contrario, de acuerdo con sus análisis, el mínimo salarial –es decir, un sueldo mayor– hace más atractiva la opción de trabajar –en lugar de cobrar un subsidio– para quienes se emplean en puestos con retribuciones muy bajas.
Pero el capítulo más novedoso del estudio es el que hace referencia a la recolocación de los trabajadores inducida por el SMI. De ese 10,7% de mejora en el sueldo diario citado más arriba, una cuarta parte procede de los asalariados que cambiaron a empresas con mejores sueldos y los otros tres cuartos tienen su origen en la subida de las retribuciones inducida por el SMI dentro de una misma empresa. Es más, estos trabajadores con sueldos pequeños tienden a recolocarse en empresas con mayor proporción de empleados con altas cualificaciones. “El salario mínimo”, destaca el informe, “provocó una mejora del 4,3% en la tasa de empleo de los trabajadores más cualificados”.
En general, la introducción del SMI en Alemania se tradujo en un traslado de trabajadores hacia empresas “de mayor calidad”, apuntan los investigadores. Con empresas de calidad aluden a compañías de mayor tamaño, con menor tasa de rotación –menos entrada y salida de trabajadores, menos temporalidad– y un mayor número de nuevos fichajes robados a sus competidores en comparación con los contratos procedentes de las filas del desempleo.
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Expulsa del mercado a las empresas menos productivas
Todos estos resultados se refieren a los efectos individuales de la implantación del salario mínimo, pero el equipo anglo-germano también estudió el impacto geográfico de la medida. En Alemania las diferencias entre Länder son sustanciales. En el oeste del país, la tasa de paro es del 4,9%, por un 6,7% en el este. Pero en Bremerhaven se eleva hasta el 12,1% y en Gelsenkirchen (Renania del Norte-Westfalia) hasta el 12,8%. Casi niveles españoles. Y uno de los efectos más repetidos de la aplicación o subida del SMI es que impide la contratación de trabajadores. Así, el estudio compara el impacto de la medida en zonas más y menos expuestas. Su conclusión es que los sueldos subieron con fuerza precisamente en las regiones con peores retribuciones, más que en aquellas en teoría menos amenazadas por la obligatoriedad de aplicar un suelo salarial. “Tanto en el plano individual como en el regional, las perspectivas de empleo de los trabajadores en paro no se vieron perjudicadas sustancialmente por la introducción del SMI”, resumen los autores.
Por el contrario, el estudio sí que revela que el salario mínimo causó un descenso en el número de empresas en las regiones más expuestas, del 0,45%. Un porcentaje que se eleva al 0,65% en el caso de empresas con menos de dos empleados. A juicio de los investigadores, por tanto, el SMI “expulsa del mercado a las empresas menos productivas”. Lo que no significa que el cierre de esas micropymes se tradujera en un aumento del paro de los trabajadores peor pagados. En realidad, esos asalariados se movieron a empresas más grandes, más productivas y más intensivas en capital, por lo que el tamaño de éstas en esas regiones más expuestas al impacto del SMI creció un 0,36%. Por ejemplo, el estudio resalta que un aumento del salario mínimo anima a los trabajadores a aceptar empleos a mayor distancia de sus casas –un 8% más lejos, calculan–. También es mayor en los hombres que en las mujeres el efecto de recolocación hacia empresas con mayores sueldos.