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El auge de la extrema derecha

Hombre cabreado, nacionalista y con dinero explota con el 'procés': una investigación académica radiografía a Vox

Los diputados de Vox Iván Espinosa de los Monteros y Javier Ortega Smith, este martes en el pleno del Congreso de los Diputados.

Si hubiera que resumir en una imagen, una sola, al votante de Vox, podría ser la siguiente. Un hombre de mediana edad, urbano, con dinero en la cuenta corriente e ingresos garantizados, católico de derechas, conservador en lo moral y liberal en lo económico, se sienta ante la televisión. Ya viene muy cabreado. Y encima se encuentra una noticia sobre el procés, el tema que lo saca de sus casillas. “Hasta aquí hemos llegado”, se dice dando un golpe sobre la mesa, mientras agarra una bandera rojigualda con una mano y una papeleta con el nombre de Santiago Abascal con la otra.

Se quedan, obviamente, muchos matices fuera. Pero ahí estaría lo sustancial.

La pregunta sobre quién y por qué vota al partido ultraderechista erigido en tercera fuerza política en el Congreso circula desde el 2 de diciembre de 2018, cuando irrumpió en el Parlamento andaluz y puso fin al espejismo de la “excepción española”. La necesidad de respuesta ha ganado urgencia desde las generales de abril de 2019, cuando obtuvo 24 escaños, y más aún desde la repetición electoral de noviembre, cuando cosechó 3.656.979 votos, el 15,08%, y 52 escaños. El artículo The Baskerville's dog suddenly started barking: voting for VOX in the 2019 Spanish general elections (El perro de los Baskerville empezó a ladrar de repente: el voto a Vox en las elecciones generales de 2019 en España, un título que hace un guiño a la novela de Arthur Conan Doyle), que se presenta como la “primera evaluación del apoyo electoral a Vox a nivel nacional”, busca claves cruzando datos de la primera encuesta postelectoral del CIS tras la entrada de Vox en las Cortes Generales. Y encuentra respuestas, que podríamos resumir así: un votante sin apuros económicos, harto de la política, católico y de derechas, cataliza su hartazgo hacia la situación política dando rienda suelta a su nacionalismo a través de un voto que es a la vez de protesta y de reafirmación identitaria. Ni son perdedores de la globalización, ni son movidos por el rechazo a la inmigración. Hay que insistir: hay de todo, por supuesto, pero el artículo detecta qué rasgos son los que hacen más probable el apoyo a Vox. Y en el cóctel tiene poca importancia la inmigración.

Firmado por Stuart J. Turnbull-Dugarte (Universidad de Southampton), José Rama (King's College) y Andrés Santana (Universidad Autónoma de Madrid), se trata de un artículo publicado en la revista Political Research Exchange, del Consorcio Europeo de Investigación Política (ECPR, por sus siglas en inglés). Los autores –partiendo tanto de la probabilidad de votar a Vox como del recuerdo de haberlo hecho según edad, sexo, ingresos y visiones políticas y económicas– elaboran una tabla que radiografía al seguidor del partido, ubicado en la “derecha radical”. “La probabilidad de votar por Vox es mayor entre los hombres de mediana edad, los votantes de derecha, los católicos y los que frecuentan la iglesia, así como entre los que más se identifican con el Estado nacional español y los que tienen una evaluación negativa de la situación política”, resumen los autores. Ahí está el cogollo [ver aquí en Table 1: Modelling support for Vox].

El artículo identifica rasgos que hacen más o menos probable el apoyo a Vox. Ser mujer hace menos probable el voto al partido en todos los modelos, como ocurre con formaciones similares en el entorno europeo. “Sin duda alguna la base electoral de Vox es masculina”, explica a infoLibre José Rama. Las conclusiones también apuntan a una mayor inclinación por la derecha radical del votante urbano, en contraste con partidos europeos similares. Los que ganan más de 900 euros son más propensos a votar a Vox que los que ganan menos. Y aún más propensos lo son los que ganan más de 1.800 euros al mes. De modo que la situación económica, a diferencia de sus pares en la UE, “tiene el efecto inverso”, “ya que es más probable que las personas que se encuentran en el extremo superior de la distribución de los ingresos hayan votado por Vox”.

También hay resultados consistentes para afirmar que los que cuentan con educación secundaria tienen más posibilidades de votar a Vox que los que sólo tienen primaria. No hay una mayor propensión significativa entre los que tienen estudios universitarios, aunque sí algo más. Es decir, es más probable votar a Vox si tienes estudios universitarios que sólo de primaria, pero no tanto como si tienes secundaria.

A su vez, la ideología derechista y la asistencia habitual a la Iglesia determinan claramente una mayor posibilidad de votar a Vox. Y, por supuesto, la identificación nacionalista, mezclada con una visión negativa de la política. El votante del partido de Abascal se siente interesado por la política y tiende a seguirla por redes sociales.

“Los ingresos aumentan la atracción por Vox. Pero esto no quiere decir que sean de clase alta. Más bien se trata de pequeños empresarios, que no tienen por qué tener una muy elevada educación”, indica Rama, que pone un ejemplo hipotético a título explicativo, sin ánimo de señalar un gremio concreto: “Un carnicero con dos empleados al que le va bien, con ingresos mensuales dignos, y un sentimiento español exacerbado”.

Nacionalismo

Aquí hemos llegado a un punto clave: el nacionalismo. La “identidad nacional desempeña un papel importante”, en un fenómeno de reacción al procés independentista catalán, según las conclusiones del informe. Pero ojo, no por sí solo: “El efecto de la identidad está condicionado por las evaluaciones negativas de la situación política en España”, añade. El votante de Vox es, según las conclusiones del artículo, un nacionalista español cabreado con la política. En palabras de Rama, hay un componente de “voto protesta”. “No basta con el nacionalismo, sino que hay que activarlo [para que se decante por Vox con el potencial movilizador del conflicto territorial”, señala Rama.

El artículo repasa cómo, en España, las crisis económicas, políticas o de refugiados no dieron lugar a la aparición de un partido radical de derecha, como en otros países. Citando a otros investigadores, los autores señalan cómo “la primera crisis, la de la economía, fue canalizada por Podemos; la segunda, la de la política y la democracia, fue canalizada tanto por Podemos como por Ciudadanos, y la tercera, la crisis de los refugiados, no tuvo un gran impacto en España, al menos hasta hace muy poco”. “Más bien, la ventana de oportunidad para el éxito de un partido radical de derechas español fue proporcionada por una importante crisis territorial”, afirman.

Gráfico del artículo con la ubicación de Vox con respecto al resto de partidos españoles de ámbito estatal.

El “efecto del nacionalismo” resulta de “suma importancia”, aunque el “efecto significativo en el apoyo electoral a Vox” se da entre aquellos que además observan “la situación política como negativa”. Al mismo tiempo, existe “un claro vínculo entre las valoraciones políticas negativas y el conflicto territorial” vinculado a la crisis catalana. “Los que son más propensos a ver su identidad nacional de manera centralista van a Vox cuando sienten que la situación política es mala, posiblemente porque consideran que la situación política pone en riesgo la unidad de España”, señalan los autores.

Muy resumido: Vox sería resultado de la suma de un nacionalismo desatado más un hartazgo de la política. Eso como actitud. En cuanto al corte socioeconómico, los autores “descubren notables patrones de divergencia en términos de geografía y, en cierta medida, de ingresos y educación”, con respecto a Europa. “Los electores de Vox son más burgueses” y se encuentran en mayor medida entre “residentes urbanos”, no rurales, y entre los que tienen “altos niveles de ingresos”. “En contraste directo con nuestras hipótesis y con el apoyo existente a la derecha radical en otros Estados, en lugar de los votantes rurales y de bajo nivel educativo, son en realidad los residentes urbanos y los votantes de mayor nivel educativo los que declaran una mayor probabilidad de votar a Vox”, señala el artículo.

¿Inmigración? ¿Perdedores de la globalización?

El artículo rechaza la extendida hipótesis del apoyo a los partidos de derecha populista como resultado entre los “perdedores de la globalización”. No hay evidencia de esta tesis. “Las percepciones socioeconómicas no parecen haber desempeñado un papel en la explicación de la elección del voto para Vox en 2019”, señala el estudio.

Tampoco la inmigración es identificada como un factor clave. “No podemos proporcionar una prueba empírica directa del papel de las preocupaciones de la inmigración o las actitudes hacia la integración en la UE en nuestros modelos dada la falta de instrumentos de encuesta concretos que midan estas variables de actitud en la encuesta postelectoral del CIS”, señala los autores.

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Comparaciones

Sobre la base de su comportamiento político, Turnbull-Dugarte, Rama y Santana ubican a Vox en la “derecha radical”, con una posición “euroescéptica blanda” y la retórica más “populista” de los grandes partidos de ámbito estatal. Vox es también ubicado como el más derechista y el que se sitúa en posiciones de liberalismo más extremo en el terreno económico entre sus pares europeos [ver aquí en Figure 1: Ideological placement in Spanish party system].

Los autores sitúan a Vox como el más conservador y el más a la derecha de los cuatro partidos de extrema derecha comparados, siendo los otros tres Alternativa para Alemania, Rassemblement National (los lepenistas del antiguo Frente Nacional) y el Partido de la Libertad de Austria. De los cuatro, Vox es –aunque con escasa diferencia– el que menos uso hace de la retórica populista, según los autores [ver aquí en Figure 2: Ideological placement among European contemporaries].

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