el chat de 'La XIX del Aire'
Del ruido de sables al ruido de libros: expertos ven en la fase de formación la clave que ancla el Ejército a los valores democráticos
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"Si hasta 2006 estaba la estatua de Franco en la Academia General de Zaragoza, ¿qué iban a decir los libros de texto de las escuelas militares?, ¿que Franco era un genocida?". Quien se lo pregunta con cierto sarcasmo es José Ignacio Domínguez, teniente coronel retirado, antiguo portavoz de la Unión Democrática de Militares (UMD) en el exilio durante el final de la dictadura y miembro del chat donde otros compañeros de su promoción, la XIX del Aire, jalearon la idea de "fusilar a 26 millones de hijos de puta". Justamente ese chat, cuyo contenido fue desvelado por infoLibre y que ahora investiga la Fiscalía a instancias del Ministerio de Defensa, es el que ha aflorado de nuevo una sospecha y un interrogante: si el franquismo pervive en las Fuerzas Armadas y si en las cuatro décadas transcurridas desde la restauración democrática ha hecho el Eormacióntado lo necesario para limpiar la atmósfera de los cuarteles.
Los expertos sostienen que esa limpieza depende en gran medida del proceso de formación de quienes empezarán a mandar como oficiales en cuanto salgan de las distintas Academias. Es así como el ruido de los libros condena al silencio al ruido de los sables. Frente a quienes, como Domínguez, hoy integrante del Foro Milicia y Democracia, creen que en las Fuerzas Armadas aún muchos viven en un mundo paralelo regido por el temible espíritu del franquismo, el Ministerio de Defensa saca pecho, minimiza el peso de las llamadas a fusilamientos masivos o a nuevos alzamientos y exalta la composición de unos cuerpos militares cuya media de edad se sitúa en 38 años: ni siquiera generacionalmente "representan nada" los integrantes del chat de la XIX, repite el Ministerio.
"Si en algún sitio priman los principios de igualdad, mérito y capacidad es el Ejército, que es un reflejo de lo mejor de la sociedad", remarca Amparo Valcarce, subsecretaria de Defensa y cuyo equipo guía y supervisa los procesos de preparación militar. "En el reclutamiento –añade Valcarce– todos están igualados": por las notas de Selectividad [ahora, la EvAU], al margen de las psicofísicas. Y todos siguen luego un programa de formación militar "basado en los valores constitucionales, en el respeto a la diversidad, a la igualdad, a la pluralidad y que concede mucha importancia a la formación ética". Este curso asisten 5.300 alumnos a las academias de oficiales y suboficiales, categoría esta última en la que sargento figura como el punto más alto.
"Un antes y un después"
En opinión de Valcarce, "hay un antes y un después de la Ley de la Carrera Militar de 2007Ley de la Carrera Militar y eso lo tienen clarísimo el presidente y la ministra". Pero lo cierto es que si bien el sistema de reclutamiento y el de formación han introducido cambios sustanciales –cualquier aspirante a oficial ha de poseer o estudiar un grado universitario que también financia el Ministerio y las notas de corte para su admisión resultan abrumadoras–, expertos como el historiador militar Fidel Gómez piensan que la fórmula empleada luego para los ascensos es neutra en lo formal aunque no siempre en la práctica. Entre los mandos en activo resulta habitual encontrar sonados y sonoros apellidos de los que aparecen en las cartas al rey escritas semanas atrás por mandos retirados con un discurso que enlaza de manera atronadora con el de Vox. En esas misivas, sus autores alertan de "grave riesgo" para la democracia. Y lo hacen apenas dos años y medio después de que muchos de ellos firmasen un manifiesto de adhesión inquebrantable a Franco.
La subsecretaria acepta hablar con este periódico, pero solo sobre cómo funciona y en qué consiste el sistema de enseñanza militar que, además de un denso programa de estudios financiados, alimenta, viste y paga a los alumnos una "prestación económica" mensual de 360 euros en el primer tramo y de 480 en el segundo. Otras fuentes del Ministerio que piden no ser identificadas sí responden cuando la pregunta va dirigida a averiguar cómo, si la ley de la carrera militar ha actuado como un verdadero bálsamo de Fierabrás, se explica que soldados cuya edad no sobrepasa los treinta y pocos a tenor de su apariencia celebren una fiesta haciendo el saludo nazi y cantando el himno de la División Azul. Es decir, el de aquella división formada por voluntarios españoles que con el aliento del Gobierno de Franco se sumaron nada menos que a las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial. Para episodios como el de la fiesta organizada en Paracuellos del Jarama, desvelado por el digital La Marea, las fuentes consultadas no ofrecen respuesta que ayude a entender qué está pasando, si es que algo de relevancia pasa. Se aferran al recordatorio de que actos como ese resultan "intolerables" y que el Ministerio ya ha impuesto sanciones.
En un artículo sobre la reforma de la enseñanza militar publicado en 2016, la investigadora de la Universidad de Zaragoza Isabel Adé inserta como premisa lo siguiente: "El proceso de modernización y democratización de las fuerzas armadas durante los procesos de transición después de regímenes autoritarios no es completo si no se lleva a cabo una profunda reforma de la enseñanza militar". Y esa enseñanza –añade– "además de un mecanismo de control ideológico fundamental, es uno de los principales ámbitos de socialización de los militares", escribe. A renglón seguido, Adé lanza el aviso: "La reticencia por parte de la cúpula militar a ceder sus competencias suele ser un indicador de corporativismo institucional. De ahí que el control civil sobre los ejércitos implique también que sea el gobierno democrático quien diseñe y dirija la educación militar. Estas son algunas de las razones que explicarían por qué la reforma del sistema de enseñanza militar suele ser una etapa crucial en los procesos de transición y consolidación democrática".
Desde luego, la subsecretaria de Justicia habla orgullosa del nuevo sistema de enseñanza militar. Y lo hace desgranando, por ejemplo, notas para el acceso a los grados universitarios que cortan literalmente la respiración: "En Medicina, que se hace con la Universidad de Alcalá de Henares, la nota de corte es 13,135" , superior a la más alta del elenco universitario, la de la Autónoma de Madrid.
¿Pero borra la huella del franquismo ese sistema, que –remarca Valcarce– recluta futuros mandos "en todas las clases sociales y en toda España" y les "compromete de manera solemne" con la Constitución? ¿Está garantizado que quienes estudiarán Ingeniería de Máquinas Navales–los de Marina– o Ingeniería de Organización Industrial –los restantes salvo los de cuerpos comunes como médicos, enfermeros, veterinarios, jurídicos, etc.– lo harán en un clima de absoluto respeto a los valores democráticos? ¿Por qué, como denunciaron días atrás en Galicia varios presos políticos del franquismo el callejero del Arsenal Militar del Ferrol mantiene intactos nombres de golpistas? "Por supuesto que esos nombres se eliminarán", aseguran fuentes del departamento que dirige Margarita Robles. "El marco jurídico para hacerlo es la Ley de Memoria Democrática", ya en trámite parlamentario con la oposición frontal de Vox y la renuencia del PP.
El documento oficial que preceptúa las líneas de actuación en cuanto a enseñanza militar dedica un apartado al "fortalecimiento de los valores". Los centros militares –dice el texto– deben continuar en su esfuerzo para fortalecer los valores que "como ciudadanos y militares tienen los miembros de las Fuerzas Armadas". ¿Cómo? "Potenciando el conocimiento y respeto de los deberes y derechos fundamentales contenidos en la Constitución española, en la legislación vigente y en los tratados internacionales suscritos por España".
El plan de estudios que ofreció un militar un año antes del 23F... y que le terminó costando caro
Todo lo anterior se resume en una pregunta, la de si basta el nuevo sistema de enseñanza militar para que se cumpla el principio formulado por el politólogo estadounidense David Pion-Berlin y que Isabel Adé menciona en el artículo antes citado: que "el desarrollo, la calidad y la supervivencia de un sistema democrático dependen de la capacidad del Gobierno de convertir a las Fuerzas Armadas en instrumentos a su servicio y al de la política y no al revés".
En España, algunos analistas creen que, aun habiendo recorrido el Ejército una distancia sideral gracias a la renovación generacional y, mucho, gracias también al nuevo sistema de enseñanza militar, los rescoldos de la dictadura no se han apagado. Entre quienes así opinan se cuenta el general retirado José García Rodríguez, que en el último bienio del Gobierno de Felipe González (1994-1996) dirigió la Academia General del Aire (AGA) en San Javier (Murcia).
Antiguo asesor del ministro Narcís Serra y autor de una obra que destapa documentos inéditos sobre la conspiración que condujo a la rebelión militar de 1936, García Rodríguez detalla cómo en febrero de 1980, justo un año antes del 23F, publicó en la revista oficial del Ejército del Aire un artículo que terminó costándole caro. Bajo el título Algunas consideraciones sobre el militar y la política, el entonces comandante a quien estudiar en horario de tarde-noche y ya con cuatro hijos la carrera de Ciencias Políticas le hizo caerse del caballo y descubrir el valor de la democracia escribió lo que pensaba. Y aquello le hizo topar con un muro de piedra. Topar o golpearse: "Propuse un plan para democratizar el ejército pero no tuve respuesta oficial y sí críticas". En diciembre de 1981 llevaba ya casi cuatro años como profesor raso en San Javier tratando de infundir a los alumnos "los principios democráticos" con lecciones sobre sociología, política y pensamiento filosófico. "A final de año una señora publicó una carta en prensa donde se quejaba de que el general que dirigía la escuela se oponía a las clases que se estaban dando. A las 48 horas, se presenta en mi casa un soldado el 2 de enero, me entrega una carta confidencial y al día siguiente me arrestan por orden del general. Se creía que la de la carta era mi mujer".
En su propuesta de plan de estudios, García Rodríguez proponía reforzar la formación humanística para, en línea con la máxima de Pion-Berlin antes enunciada, transmitir a los futuros mandos que un militar se debe a los civiles. En sus conclusiones, García Rodríguez introdujo este punto sobre cómo debía funcionar la enseñanza militar: que los miembros de las Fuerzas Armadas, desde el primer peldaño al último, "deben recibir una formación, no un ADOCTRINAMIENTO, de carácter político, en el que se les recuerden sus derechos y deberes como ciudadanos y se les inculque el valor del funcionamiento de las instituciones democráticas, que el orden constitucional vigente señala".
Lo escrito por García Rodríguez hace 40 años sobre la formación humanística conserva plena validez para otros expertos. Por ejemplo, para el capitán psicólogo del Cuerpo Militar de Sanidad Juan Antonio Martínez Sánchez, quien en un artículo publicado en 2016 en la revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) destacó lo siguiente: "En el contexto actual de reforma de la enseñanza militar es necesario conceder mayor importancia a la formación humanista del alumno, impulsando la enseñanza de los valores y convirtiéndolos en el punto central del proceso educativo".
Así que si lo planteado por García Rodríguez en 1980 no ha decaído, ¿por qué no llevó a efecto aquel plan de democratización cuando en 1994 él mismo alcanzó la cúspide de la Academia General del Aire? Y es al contestar cuando el militar que hoy dedica su tiempo a rescatar documentos que alumbran los prolegómenos del golpe de 1936 siembra dudas que enlazan con el temor expuesto por otro antiguo general, José Ignacio Domínguez, en el primer párrafo: "Porque no tuve fuerza suficiente para imponerlo". Ni la tuvo luego para seguir ascendiendo. ¿Y por qué? Porque se opusieron quienes tenían poder para auparlo o dejarlo literalmente fuera de la primera división: "En las Fuerzas Armadas, todos los nombramientos importantes son de libre designación. Y si se cojea porque el que quiere ascender es rojillo no le dan entrada, ese es un peligro"cojea . El antiguo general asegura que fue excluido de ascenso tras la victoria de José María Aznar en las elecciones de 1996. En 2003 pasó a la reserva y finalmente se jubiló.