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¡A la escucha!

Tramita tu tiempo

Helena Resano nueva.

La convivencia pasa factura. Y la más intensa que hemos vivido en estos meses, la del confinamiento, post confinamiento, cierres perimetrales y repuntes de segundas y terceras olas, ha sido realmente elevada. Tantos meses sin poder hacer nada más que estar en casa han supuesto tensionar esa convivencia hasta el límite. No sé si les pasa, pero estos días en los que volvemos a encontrarnos con los nuestros, la conversación más repetida en las cenas de amigos es que fulanito se ha divorciado, zutanito ha dado portazo y se ha ido de casa o no sé quién ha descubierto que le cae rematadamente mal su mujer, su marido o incluso sus propios hijos. Un drama para algunos y un alivio para otros, porque aunque no decías nada, seamos sinceros, ¡se veía venir!. De hecho, los datos confirman esas encuestas caseras hechas en las cenas de los viernes o los sábados entre vinos y conversación: el número de separaciones y divorcios se ha disparado en el primer trimestre de este año. Ocurre a la vuelta de cada verano y ha ocurrido tras la convivencia más larga y estresante que hemos podido vivir. No ha sido fácil, y decir en voz alta que tú sales reforzado en tu relación de ese confinamiento es, casi, casi motivo de estudio. Pero sí, ha pasado, me ha pasado. Y doy gracias.

Pero no sólo algunos han descubierto que les cae mal ese compañero de viaje, de vida, que eligieron hace un tiempo. Estos meses hemos “limpiado” muchas relaciones, las hemos sometido a una desinfección tan intensa que han dejado de tener valor. Muchos han descubierto que su red de amigos no era tan amplia ni tan sólida. Leía el otro día que a esto también han puesto nombre los expertos: el hastío social, que traducido es que hemos descubierto que hay muchos allegados, compañeros, conocidos, que nos caían mal pero que ahí estaban, manteniéndose en nuestro círculo. Y pasado el covid, hemos decidido que dedicaremos el tiempo y las ganas a quienes de verdad nos importan. El problema, decían esos expertos en un artículo que leía estos días, es que, tras todos estos meses, son demasiados los que nos caen rematadamente mal. Y eso sí que es un problema. O no.

¿Cómo fabricar un bulo? Lean, lean

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Los grupos de whatsapp, por ejemplo. Yo, lo confieso, me he salido de dos. No soportaba más negatividad en un momento en el que era imperioso tener luz, positivismo, optimismo. Había demasiado Grinch de todo, de la vida, de la sociedad, de qué hacer, lo mismo y lo contrario estaba mal, vamos, que dedicaban su tiempo a criticar por criticar. Y eso es cansino y agota una barbaridad.

En el trabajo, en nuestro entorno, en el círculo de padres del cole, en los de la urba… Hay cierta decepción generalizada porque hemos descubierto que esos habituales de nuestra vida no eran como esperábamos: demasiado radicales, demasiado intransigentes, demasiado intensos, demasiado egoístas, y también por escasez, eh, que no todo ha sido por exceso. Los ha habido muy poco empáticos estos meses, lo único que importaba es que ellos estuviesen bien, sin preocuparse de si su egoísmo perjudicaba a los demás.

Pensar que todos lo que nos rodean nos tienen que caer bien tampoco creo que ayude. Crearnos esa burbuja de afines solo nos aísla más. Los hay que solo tienen un mal día o solo necesitan alguien que les escuche. Los hay que piensan diferente a nosotros pero siempre están ahí con una sonrisa. A mí me ayuda, además de practicar asiduamente yoga, esforzarme en darle menos tiempo a lo que me hace perderlo.

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