Salvando a la ciudad
Un árbol para cada dos habitantes: Vitoria es el sueño de las ciudades que aspiran a ser verdes
Dos minutos y medio. Ese es el tiempo que los habitantes de Vitoria-Gasteiz necesitan para llegar desde su casa a un espacio verde caminando. Para la quinta entrega de Salvando la ciudad, visitamos una ciudad que no necesita consejos verdes. En 2010, la capital alavesa fue seleccionada como Capital Verde Europea. Siete años más tarde el reconocimiento fue mundial: la organización Global Forum on Human Settlements, respaldada por la ONU, la nombró Capital Verde Global. La ciudad vasca es reconocida por comprometerse con el medio ambiente de forma transversal: desde la movilidad, la eficiencia energética, el uso sostenible del territorio, el agua, la protección del patrimonio, hasta la felicidad de sus habitantes. Todos ellos son indicadores analizados por el organismo que la alzó como referente verde internacional en 2019.
Vitoria ha convertido su tejido urbano en un lugar para la biodiversidad. En la capital de Euskadi hay 249.000 habitantes y 115.000 árboles, lo que equivale a una semilla plantada para cada dos ciudadanos. La localidad respira con un pulmón que la rodea desde hace más de 30 años. En 1993, se creó un anillo verde en la periferia. En aquel momento las áreas incendiadas, los humedales donde había llegado la desecación o las graveras hacían de las afueras un espacio muy degradado. El ayuntamiento reverdeció los alrededores y se encargó de mimetizarlos con la ciudad. Junto a la oxigenación del terreno, organizó actividades para la concienciación medioambiental de sus habitantes y lo integró como un elemento más, para que los vitorianos pudieran visitarlo desde todos sus barrios. Actualmente, el anillo está compuesto por parques periurbanos que se enlazan para darle continuidad al recorrido.
La red verde no solo se unió a las calles de la ciudad. Con la facilidad de su acceso, las actividades educativas para la sensibilización con el medio ambiente y la creación de planes formativos de empleo relacionados con la sostenibilidad también se incorporó en el día a día de sus ciudadanos: los vitorianos cuidan del lugar como protegen la vida en los vecindarios.
No solo en el anillo verde, Vitoria germinó en todos los sentidos
Si los gasteiztarras no necesitan más de tres minutos para llegar caminando a los lugares verdes de su ciudad es porque habitan en una localidad de identidad sostenible. A lo largo de sus aceras, 60.000 árboles cuidan del ambiente disminuyendo la temperatura, el viento, el polvo y el ruido. En las calles, las bicicletas circulan por 170 kilómetros de carril bici a diario. Los tranvías y los autobuses, con 22 millones de pasajeros al año, han sustituido en gran medida a los automóviles. Y en sus hogares, los vitorianos reciclan, ahorran energía y agua. La economización del último recurso es la que más ponen en práctica: casi el 90% de las viviendas tienen un grifo termostático o dispositivos para su reserva.
El Ayuntamiento sembró Vitoria y la ciudad brotó cada vez más, gracias a medidas que no han cesado a lo largo de los años. Si bien el anillo verde se creó en la década de los 90, la capital alavesa continuó apostando por el compromiso con el medio ambiente. En 2007 se lanzaba el Plan de Movilidad Sostenible, cinco años más tarde se creó la Estrategia de Infraestructura Urbana Verde. Ambos proyectos forman parte del Plan de Lucha Contra el Cambio Climático 2010-2020, que augura la reducción del 20% de CO2 en las emisiones producidas por el municipio, y de un 30% en las de equipamientos y servicios municipales.
Una de las medidas más recientes de la ciudad vasca es la instalación del Bus Eléctrico Inteligente (BEI). El Ayuntamiento –presidido por el PNV desde 2015– anunció su proyección en julio del año pasado. Siguiendo las pautas del Plan de Movilidad y Espacio Público de Vitoria, cuyo objetivo es mejorar e impulsar el transporte público haciéndolo más sostenible y eficiente, los nuevos autobuses llegaron a la ciudad. Aunque aún no están en funcionamiento, se espera que su uso reduzca anualmente en 1500 las toneladas de CO2 que se emiten a la atmósfera. Hace poco, los vecinos de la capital de Álava mostraron sus dudas ante la iniciativa. Tras encuestar a más de mil vitorianos, un 60% consideró que el nuevo vehículo ocasionaría más problemas que beneficios. Ante esto, la alcaldía iniciará en septiembre una campaña explicativa con el fin de resolver las dudas sobre el nuevo transporte eléctrico.
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Desde 2006, la capital de Euskadi ha reducido en un 30% las emisiones de gas invernadero. El Observatorio de la Sostenibilidad, en su informe 'Aumento temperaturas por ciudades en España (1893-2020)', ha revelado que la temperatura media en Álava se elevará 2,7 grados si no se reduce la contaminación en la atmósfera de forma significativa. La ciudad vasca es consciente de que la actuación debe ser urgente. El año pasado el ayuntamiento puso en marcha el Plan del Clima y Energía Sostenible. Se trata de una iniciativa que vela por la transición energética: se reduce el consumo de este bien mientras aumentan el uso de energías renovables; y se cuida la resiliencia del municipio mediante su adaptación a los impactos del cambio climático.
En junio de este año, el alcalde de la ciudad, Gorka Urtaran anunció su voluntad por hacer de Vitoria una de las cien ciudades europeas climáticamente neutras. La meta es conseguirlo para el año 2030, y así seguir siendo un referente internacional en materia medioambiental. De momento, se prevé que para 2023 la mitad de los desplazamientos en la ciudad se realicen con vehículos eléctricos.
“Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas”, escribió el gran Lorca. Con Vitoria-Gasteiz podemos dar a sus versos un sentido más -de los muchos significados que ya tiene el poema-. La capital vasca, como la localidad que visitábamos en la primera entrega de Salvando a la ciudad, Pontevedra, es un lugar que nos enseña la práctica, ya no más la utopía, de una metrópoli en armonía con el medioambiente. Sea con la pacificación del tráfico, con la reducción de contaminación o con el cambio en la mente de sus habitantes, el compromiso con la sostenibilidad no es una posible opción: es algo que ya está pasando.