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Tristán Ulloa: "Determinados sectores están diseñando un país en el que viva sólo el que se lo pueda permitir"

El actor Tristán Ulloa (Orleans, 1970) ha conseguido colocarse en el plantel de los profesionales consagrados en el mundo de la interpretación en España. Trabajo no le falta: “Acabo de terminar una gira de teatro de una obra que se llama True West, escrita por Sam Shepard, y ahora venimos a Madrid, a las naves del Matadero”. Sin embargo, una circunstancia personal le ha situado como portavoz de un caso evidente de fallo del modelo público de atención a la dependencia en la Comunidad de Madrid: “Me pareció que era importante estar ahí y aportar lo que yo pudiese aportar. Si esto ha atraído a medios que se interesen por el tema, bienvenido sea. Si la popularidad sirve para esto, bienvenida sea”.

La residencia Reina Sofía

“La situación de la residencia Reina Sofía, en la que está mi madre ahora mismo, es una situación en la que el pliego de condiciones de la Comunidad de Madrid no es el el adecuado para una gestión adecuada de una residencia de esas características. Así lo ven varias partes implicadas. Por un lado, la empresa gestora, que es Mensajeros de la Paz, ya no quiere estar ahí, porque se ha dado cuenta de que ha aceptado una gestión con un precio muy por debajo de lo que debería haber aceptado. Por otro lado, los empleados de la propia residencia, a través de su sindicato, dicen que en esas condiciones no se puede trabajar. Y en tercer lugar, estamos los residentes y las familias de los residentes, que son quienes más lo estamos sufriendo. Esa situación nos obliga a mantener una relación insostenible con la Comunidad de Madrid, que es la última y principal responsable de lo que sucede”.

Gestión pública y gestión privada

“No entiendo por qué esta residencia no tiene una gestión pública. Empezó como una fundación, como un centro dedicado a la investigación y con un proyecto a largo plazo. Se trataba de crear un centro pionero en el estudio de enfermedades neuronales. Pero después, al subrogar la gestión y firmar subcontratas con empresas privadas o con ONG, como en este caso Mensajeros por la Paz, se abren las puertas a la especulación, al mercadeo y al negocio, porque son empresas que lo que buscan es una rentabilidad. Esa es la premisa que tienen y si esa rentabilidad no se da, pues no les interesa el proyecto. En ese momento, nos damos cuenta de que la atención pasa a un segundo plano. Para mí el principal problema de todo esto es que del mismo modo que reivindicamos una sanidad o una educación públicas, por qué la dependencia no puede tener una gestión enteramente pública, fuera de intereses particulares”.

Impuestos y servicios públicos

“No sé si una bajada de impuestos es compatible con una atención de servicios públicos, que reúna unos mínimos. No soy politólogo, ni economista, pero sí tengo una reflexión que hacer. No sé si la clave está en una bajada de impuestos o en una redistribución justa de esos impuestos. Hay quienes pagamos muchos impuestos y hay otros que no pagan tanto. Hace poco se discutió en el Congreso el tema de los impuestos a las grandes fortunas y habría que cuestionarse por qué una parte de la coalición de Gobierno fue contraria a la aprobación de esa propuesta de que tributen más los que más tienen. No creo que sea una cuestión de subir los impuestos, sino de redistribuirlos mejor. Seguramente, el ciudadano de a pie paga muchos impuestos o paga, por lo menos, bastantes impuestos”.

Derechos, no privilegios

“No soy contrario a que existan seguros privados o escuelas concertadas. Me parece que es parte de las reglas del juego del sistema en el que vivimos y no podemos eludirlo. Pero eso no puede ir en detrimento de lo público y de los pilares básicos del Estado del bienestar, ya sea una sanidad pública, una educación pública, una ley de la dependencia, un acceso a una vivienda digna o un acceso por parte de todos a la cultura. Que nada de todo eso sea un lujo o un privilegio. Ahora, desde determinados sectores y partidos políticos, se está esquilmando todo eso y se está diciendo que son cosas realmente prescindibles y se está diseñando un país para que viva en él sólo el que se lo pueda permitir. Me puedo pagar un seguro privado y puedo llevar a mis hijos a un colegio privado. Pero soy el primer interesado en que haya una escuela pública y soy el primer interesado en que haya una sanidad pública”.

El peligro de la resignación

“En la población se detecta cierta resignación respecto hacia dónde nos lleva toda esta política neoliberal que va en detrimento de los servicios públicos. Creo que nuestra responsabilidad como ciudadanos es preservar el Estado del bienestar, porque no nos damos cuenta de lo que se nos viene encima. Posiblemente, cuando la gente del baby boom lleguemos a determinadas edades, dentro de quince o veinte años, tendremos una población que hace mucho tiempo que pasó su transición demográfica y seremos parte de una Europa envejecida. Somos ya un país viejo en la composición demográfica y nos vamos a encontrar con un problema muy serio cuando generaciones como la mía lleguemos a edades más avanzadas. ¿Cómo se va a gestionar a toda esa población tan mayor, tan envejecida? Por eso, la lucha tiene que ser ahora, no dentro de quince o veinte años”.

Un Madrid para unos pocos

“Lo que está pasando con mi madre me ha hecho preguntarme si debería haber cambiado de lugar o incluso de comunidad autónoma con el fin de encontrar un sitio mejor gestionado. Al final tiene mucho que ver con los principios que uno pueda tener. Madrid se va a convertir en una ciudad sólo para los que se lo pueden permitir. Están esquilmando los servicios públicos para que sólo se puedan permitir vivir aquí unos pocos y están convirtiendo esta ciudad en una ciudad de elitistas. Eso está pasando ya con muchos profesionales que se tienen que ir a otros sitios, a otras comunidades y a otros países, porque aquí no se les valora, no se les paga lo suficiente. ¿Por qué tengo que cambiar a mi madre de ciudad o de comunidad autónoma, incluso de país, para que tenga una vida digna? A mí me parece demencial consentir o conceder que esta ciudad es sólo para unos pocos. Me niego a pensar eso”.

La función social de los medios

“Creo que también hay una responsabilidad por parte de los medios de comunicación. Obviamente, no pueden ser asépticos. Pero muchos responden a grandes poderes políticos y a grandes poderes económicos sobre todo. Es difícil encontrar medios que respondan a una cierta conciencia social, a ciertos códigos deontológicos, para con la sociedad. Deben ser honestos. Deben servir de altavoz de la gente de a pie hacia el resto de la ciudadanía en problemas tan básicos y tan fundamentales como la atención sanitaria, la educación, la dependencia, el derecho a la vivienda o el acceso libre a la cultura. Los medios no pueden dejar de contar lo que ocurre. Si sólo cuentas una parte de la verdad, no estás diciendo la verdad. Considero que es importante ese compromiso por parte de los medios”.

La independencia profesional

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“Cada línea editorial tiene prioridades y tiene intereses. Es así. Por mucha buena fe que le ponga un periodista que trabaje en un gran medio, por encima de él hay gente que decide que va en primera página y qué espacio ocupa. Probablemente otras publicaciones como infoLibre no dependan de tantos poderes y se puda trabajar de otra forma. En el fondo es como el cine. Uno es más libre cuando probablemente tiene menos supervisores por encima, con menos medios y sin la participación de grandes productores. Seguramente, tu película la verá menos gente, pero verán algo muy auténtico, muy cercano a lo que tú piensas. Y creo que con los medios de comunicación pasa un poco eso, que cuanto mayores son los grupos de comunicación y sobre todo cuando mayor es su dependencia de grandes poderes, no sólo políticos, sino también económicos, sobre todo del Ibex, la libertad del periodista se ve bastante acotada y bastante reducida”.

Derecha y ultraderecha

“Que Vox esté entrando en las instituciones no es solo una victoria de la derecha, también es un fracaso de la izquierda. Sería sano tener una buena derecha en este país. Lo digo como persona de pensamientos no de derechas, sino bastante alejado de esa ideología. Pero creo que sería sano tener una buena derecha en este país, un buen partido neoliberal, que sepa distanciarse de la ultraderecha y que tenga el valor de plantarse ante el chantaje de la ultraderecha. Siempre que hablamos de esto, pensamos en Macron, que le ha parado los pies a Le Pen y no es santo de mi devoción, ni mucho menos. Estamos dando pasos muy difíciles de desandar al introducir a partidos como Vox, que basan su política en la pérdida de derechos y de libertades fundamentales”.

Coalición y desencuentros

“A mí me parece sano que no haya mayorías absolutas y que haya coaliciones, incluso entre partidos que tengan desencuentros. Y ahora mismo hay grandes retos para este Gobierno de coalición. Desde mi punto de vista, hay que preservar el Estado del bienestar. Este es uno de los mayores retos que se puede tener en este momento ante la manera de esquilmar, desde algunas comunidades autónomas, los servicios públicos que no dejan de ser derechos reconocidos en la Constitución. Por otro lado, creo que hay otro gran reto que se está presentando, que tiene que ver con esta crisis de los carburantes que estamos viviendo. Necesitamos una transición ecológica que haga frente también al cambio climático. A mí me asustan mucho las mayorías absolutas en cuanto a que pueden suponer un cheque en blanco y a mí eso no me gusta nada. Ya tenemos experiencia en eso”.

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