'Regiones imaginarias': explorando la ficción para hacer reales lugares míticos de la literatura

Mapa de Macondo

Macondo, Comala, Vigata, Yoknapatawpha. Lugares míticos de la literatura que habitan en la imaginación colectiva pero no tienen unas coordenadas geográficas. ¿O acaso sí? Esa es la pregunta de la que parte Regiones imaginarias (Ediciones Menguantes), una exploración por territorios imposibles que han acabado confundiéndose con lo que algunos llaman realidad.

"Pretende ser una búsqueda, no sabemos si con éxito o no", bromea con infoLibre la editora Lía Peinador, quien acto seguido concreta entrando más en detalle: "Es una búsqueda de los lugares míticos de la literatura, esos lugares que se mencionan en libros como Cien años de soledad o en otros un poco menos conocidos como Ciudades de sal de Abderrahman Munif".

Sitios que pertenecen al ámbito de la ficción pero que, indudablemente, existen más allá de lo imaginado. Y que tienen múltiples topografías en función de la mente de cada lector, tal y como concede Peinador: "Estamos proponiendo una de las miles de opciones acerca de una región y todo el mundo tiene derecho a imaginarse la suya propia".

Diez relatos, diez fotografías reales de las zonas en las que se ubican las regiones imaginarias e incluso diez mapas son el resultado de esta aventura que recorre espacios creados originalmente por autores como García Márquez, Faulkner, Rulfo, Benet, Onetti, Camilleri, Munif, Narayan, Achebe o Lima-Mendes.

Todos los textos huelen a excursión llena de ilusión, pero sus estilos y registros son muy diversos: crónica periodística y literaria, relato de viaje, autoficción... Los autores participantes son Chelo Álvarez-Stehle, Álvaro Colomer, Luis Fernández Zaurín, Bernardo Gutiérrez, Use Lahoz, Gabi Martínez, Valentino Necco, Elisa Reche, Chika Unigwe y Enrique Vila-Matas.

Cado uno de los territorios está también representado por una imagen realizada en el propio sitio gracias a la mirada de fotógrafos como Sandra Balsells, Guillermo Barberá, Óscar Bonilla, Marta Calvo, Albert Ferrer, Jaime León, Daniel Loewe, Kim Manresa, Patricia Martisa y Rex Miller. De la cartografía se encarga González Macías. 

Precisamente este último explica a infoLibre que el reto era "dibujar un territorio que en realidad no se sabe muy bien si existe o no, ni dónde está". Por lo tanto, el resultado final es como "una especie de superposición de capas" de lo que narran los autores sobre esas regiones que se imaginan, así como de las "pistas" que dan los periodistas que han viajado a ellas. Se mezclan, en definitiva, territorios reales, mapas dibujados por los autores de las regiones, información geográfica mencionada en sus obras y documentación aportada por otros exploradores imaginarios.

"A todo eso se suma mi interpretación subjetiva, porque tengo que reconocer que he tenido que imaginar un montón", admite divertido el diseñador y cartógrafo, quien además apunta que algunos autores, como Faulkner o Benet, dibujaron sus propios mapas, con lo que su tarea en estos casos ha sido interpretarlos y adaptarlos. "Cada uno tendrá su forma de ver las cosas, pero no creo que nadie me tire dardos por hacerlo mal", bromea.

Y destaca como dificultad añadida que hay descripciones "contradictorias" en los propios textos, pues hay ocasiones en las que se dice que "de aquí a aquí tardaron dos días, pero luego desde aquí hasta allí tardaron solo uno". "Es posible, claro, porque al final los autores de literatura tampoco están midiendo las distancias, solo imaginan", apunta jocoso.

Este ambicioso y osado proyecto surge de los periodistas Luis Fernández Zaurín y Bernardo Gutiérrez, quienes han estado macerándolo desde hace ya "unos cuantos años", según destaca a infoLibre el segundo de ellos. "Empezamos un poco medio en broma porque nos interesaban a ambos estas regiones imaginarias de la literatura. Hicimos una lista para afinar un poco las que tienen continuidad en la obra de ciertos autores y otras que se pueden ubicar para que haya este puente de inspiración de la realidad y retroalimentación desde la ficción", señala, destacando a su vez que la intención era hacer un periplo por todo el mundo, razón por la cual hay zonas de América, Europa, África, Asia y también concretamente España.

Gutiérrez, encargado del capítulo sobre Macondo, resalta que cada participante del libro "tiene su historia personal y en general bastante intensa con la región". Él, de hecho, ha viajado a la zona, conoce toda la obra de Gabriel García Márquez e incluso tuvo un encuentro con él en La Habana (Cuba). Y ha vivido en primera persona cómo las historias creadas por el escritor "han acabado modificando la realidad", pues siguen estando muy vivas en la comarca del Caribe colombiano donde se desarrollan, que no tiene más de 60 kilómetros cuadrados.

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"Me fui encontrando con que los personajes estaban vivos. Había gente que los encarnaba, que se conocía de memoria la obra de Gabo sin haberla leído", relata Gutiérrez, quien subraya además la "capacidad metafórica" que tiene una región imaginaria como Macondo, que "es Colombia pero también es América Latina, todo un macromundo" que te cuenta la colonización política y el imperialismo económico de Estados Unidos. "Tiene ese poder de evocación, de descripción desde la ficción", apostilla.

Regiones imaginarias es, en última instancia, un juego muy serio que lleva "lo imaginado a algo tan palpable como un mapa" a escala que detalla incluso los kilómetros de cada área. "Es una forma de viajar a un sitio concreto, aunque no real", resume Peinador, quien agrega que cada región tiene su propia ficha explicativa para, de paso, ayudar a conocer a los autores originales. "Es una experiencia de viaje y de descubrimiento", sentencia.

Un viaje que no ha llegado todavía a su destino, ni mucho menos, pues Gutiérrez adelanta que tienen guardado mucho más material gráfico y fotográfico, por lo que están ya negociando exposiciones en Madrid y Barcelona con diferentes museos y agentes culturales. También pretenden poner en marcha un seminario de charlas y debates porque estas Regiones imaginarias, después de todo, se hacen reales en forma de refugio. Como las páginas de este (y cualquier otro) libro que nos sirva de cobijo.

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