LAS CAMPANADAS DE...
Ana Oramas: “Me ha causado un gran dolor y una gran decepción el rey emérito”
Quince años a sus espaldas en el Congreso. Y Ana Oramas (CC) enfila este 2023 pensando en su vuelta a la política canaria. Una de las diputadas más reconocidas, habitual en las sesiones y en los pasillos. Su voto ha sido imprescindible en muchas ocasiones durante estos años. Ha visto de todo en el Parlamento.
Se marchará de la capital dejando amigos diputados de todas las ideologías, pero con una sensación de clima irrespirable en los últimos meses. Esto no lo había vivido nunca. Y se muestra orgullosa de que nunca ha votado en contra de sus principios y que ha hecho hasta vida de barrio en plena Villa y Corte. Que suene el carrillón.
LOS CUARTOS
1. ¿Se puede ir uno de aquí con la conciencia tranquila?
Creo que sí. Jamás he votado en contra de mis principios, mi conciencia y mi tierra. Y no me he encontrado a nadie que me haya dicho que le engañé.
2. ¿Se arrepiente de algo en la Cámara Baja?
Quizá de haber venido el día del entierro de mi padre a votar los presupuestos generales que dependían de mí. Es una espina que tengo clavada.
3. ¿Cuál fue el día que sintió más vergüenza ajena en las Cortes?
En los últimos meses. El ambiente ha sido irrespirable. La gente y los periodistas ven veinte segundos, pero ha sido desde las nueve de la mañana hasta la noche. Y, sobre todo, en el momento en el que la gente lo está pasando fatal económicamente y socialmente. La otra vez fue en mitad de la pandemia, cuando se estaban discutiendo aquí cosas que no tenían sentido mientras la gente se moría.
4. ¿En qué momento se sintió más feliz en el Congreso?
Quiero decir también mi momento más difícil: fue en la sesión de investidura del Gobierno de Sánchez con Podemos. Tomé la decisión de cumplir la palabra que di a los ciudadanos de Canarias y en contra de las directrices de mi partido. Me dijeron que me tenía que abstener y voté en contra. Fue muy duro. Y el momento más feliz fue cuando se aprobó el nuevo Estatuto de Canarias. Fue excepcional.
LAS CAMPANADAS
1. ¿Quién es el mejor orador que ha escuchado durante estos años?
Sin duda, Alfredo Pérez Rubalcaba y Josep Antoni Duran i Lleida. También tuve la suerte de oír a gente como Josu Erkoreka, Soraya Sáenz de Santamaría, Rosa Díez, Toño Alonso o Joan Ridao. Ese nivel parlamentario era altísimo, donde se mataba con la palabra pero los portavoces podíamos pactar. Nadie se levantaba en los grandes debates.
2. ¿Cómo se sobrelleva hacer política viniendo de una isla en la ciudad más mesetaria? ¿Es Madrid una trituradora de políticos?
No. Vengo los lunes y me voy normalmente los jueves por la noche. Así he estado quince años y los otros días tomo aire en Tenerife. Lo que te produce claustrofobia es no ver el mar. Madrid es una ciudad muy acogedora. Soy muy de barrio, tengo mi panadero, mi zapatero, mi mercado. He vivido los últimos seis años en la calle Atocha y me gusta que me salude el de la lotería y que el frutero me diga “Ani, tienes hoy los tomates que te gustan”. Se puede conseguir conocer a tus vecinos aquí.
3. ¿Se puede llevar uno amigos del Congreso?
Muchos, muchos. He sido muy dura con presidentes y he tenido discrepancias muy duras con gente de Bildu y de Vox, pero, sin embargo, tengo amigos. La política me ha dado amigas como Fátima Báñez, María Teresa Fernández de la Vega y Carmen Calvo. Joan Iñarritu, de Bildu, es una persona encantadora, como Joan Tardà. Tengo una anécdota muy curiosa. Tengo el despacho muy pegado a un diputado de Vox, Pablo Sáez, por Valladolid. Nos saludamos y tirando del hilo resulta que su madre y la mía eran íntimas en el colegio. Tengo una foto de las dos. Se tiene que recuperar la relación personal en el Congreso. Lo importante es hablar y escuchar.
4. Cuando llegó en 2007, ¿se imaginó que algún día vería a la ultraderecha como tercera fuerza política en España?
Jamás. Hay dos cosas que nunca pensé que sucederían. Una es que un partido como Podemos estuviera en el Gobierno. Y la otra es que la ultraderecha en un país tan liberal, progresista y tolerante como España llegara a las instituciones. Me produce verdadero horror que en el siglo XXI en este país se vuelva a preguntar a la gente en qué país nació, en qué Dios cree o de qué color es su piel para ver si tiene derechos o no. Era alcaldesa cuando se aprobó el matrimonio igualitario y a los dos días hice una boda. Allí estaban las madres, a las que se les caían las lágrimas. Me abrazaron y me dijeron: “Le has dado dignidad a mi hijo”. Que puedan volverse para atrás ese amor infinito y esa tolerancia me parece horroroso. Trump, Bolsonaro y Meloni ganaron elecciones. Ese avance en el mundo de la ultraderecha con mentiras, manipulaciones y utilización bastarda de las redes sociales me produce horror.
5. ¿Cómo se define ideológicamente Ana Oramas?
Somos nacionalistas, pero soy una mujer muy progresista en materias sociales. Nuestra ideología es canaria, somos un partido nacionalista. No aspiramos a gobernar España, sino a que cualquier Ejecutivo, sea del color que sea, respete y cumpla con la comunidad. No es un nacionalismo insolidario como el vasco o el catalán.
6. Vivió un momento histórico con la abdicación de Juan Carlos I y la proclamación de Felipe VI. ¿Monárquica o republicana? ¿Cuánto le ha decepcionado el emérito?
Fui una de las cuarenta personas que estuvo en el Palacio Real en el momento de la firma de la abdicación. Mi familia ha tenido mucha relación con la institución monárquica. Don Juan de Borbón se quedaba en casa de mi abuelo cuando venía a Canarias. Y un tío mío organizaba reuniones con él con socialistas, comunistas y republicanos. Cuando tenía diez años, yo decía en el colegio que había venido el rey a mi casa. Después tuve la oportunidad de ver el papel excepcional que tuvo Juan Carlos I en la Transición y en la democracia. He tenido relaciones muy estrechas con él y con su hijo. Me han llamado particularmente para oír mi opinión sobre un tema.
Me ha causado un gran dolor y una gran decepción el rey emérito. No supo asumir los errores y le ha hecho un daño inmenso a su hijo y a la institución por no ser discreto y prudente después de haberse ido. Tenía que haber tomado el ejemplo de su padre, don Juan, que fue una persona discreta y excepcional. Tenemos mucha suerte ahora con los reyes, son muy sensibles con la situaciones de vulnerabilidad de este país. Y son unos grandes embajadores de la España del siglo XXI. Creo que los gobiernos de Sánchez y Rajoy no han sabido utilizar esa capacidad internacional.
7. ¿Le hubiera gustado ser ministra?
No. Ni presidenta ni ministra ni miembro de la Mesa del Congreso. Me hubiera encantado haber sido unos años Defensora del Pueblo porque creo que con la garra y el genio que tengo y lo peleona que soy hubiera dado mucha vida en la defensa de la gente a la que nadie hace caso.
8. Ha visto en el escaño presidencial a José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. ¿Quién ha sido el mejor jefe del Ejecutivo?
Todos han tenido su parte buena y errónea. Pero me quedo con lo bueno. Zapatero hizo un avance social increíble. Las leyes de dependencia y del matrimonio igualitario son un antes y un después en los derechos de los ciudadanos. Gestionó mal la crisis económica, no supo lo que venía. Rajoy tiene fortaleza en sus convicciones y cogió el país destrozado económicamente. Lo sacó adelante y evitó la intervención de Europa. Tuvo que tomar medidas muy duras. A Sánchez lo conocí antes que sus propios diputados, en una tertulia en RNE. Me gustaba el Pedro Sánchez con proyecto, ilusión, principios y renovación. El Gobierno lo ha transformado y se ha vuelto una persona soberbia. Pero me quedo con lo bueno, en esta legislatura ha habido avances muy importantes y la crisis del covid se gestionó tarde pero bien. Y me gusta que todas las leyes tengan ese componente social, de tener en cuenta a la gente en pobreza y exclusión social. Eso se le debe al PSOE y no a Podemos.
9. Vio llegar al Congreso la nueva política. ¿Qué queda de Pablo Iglesias y de Albert Rivera?
La nueva política destrozó la tolerancia, el escuchar y la capacidad de llegar a acuerdos. Con ellos llegó la inmadurez de políticos. Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal están pensando como líderes mesiánicos y no tienen capacidad de generosidad y de escuchar a los otros. Esas tres fuerzas no harían lo que se hizo en un momento determinado como la aplicación del 155 con el PSOE y el PP. Con partidos como ellos es imposible porque el líder carismático siempre está pensando en su beneficio personal.
10. ¿Ha sufrido machismo en la política?
Muchísimo. Sobre todo me acuerdo con Pablo Iglesias cuando presentó una moción de censura y lo llamé machista y ególatra en aquel vídeo, que tuvo ocho millones de visualizaciones en España. Lo que es más terrible de todo es que el machismo, el odio y el rencor han subido con las redes sociales. Tuve un ataque por parte de Juan Carlos Monedero con mentiras y falsedades. Y ahora sufro lo mismo con Vox en redes. A una mujer política se le dice “puta”, “que no te follen”, “chúpamela” u “ojalá te violen”. Eso es detestable en una sociedad, además con perfiles falsos.
11. Confiese algo que haya hecho en el Congreso que no se lo haya contado todavía a nadie.
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El puesto más interesante que he tenido en el Congreso fue presidir la Comisión de Investigación de la crisis financiera, a petición del PSOE y del PP. Me lo propusieron Margarita Robles y Rafael Hernando. Y lo que no he contado es cómo pudimos sacar un dictamen muy importante, cómo llegamos hasta el final y cómo resistimos presiones en aquel momento. Trajimos a todas las personas que tenían que venir aquí, pero hay intríngulis que nunca contaré.
12. ¿Ha sentido muchas puñaladas por la espalda en el Parlamento?
No. Siempre he ido de frente. Tengo que reconocer que tanto con los presidentes del Gobierno como con las vicepresidentas siempre tuvimos una relación muy cordial. Y también con los portavoces parlamentarios. No quiero olvidar a Pablo Casado. Me da mucha pena, creo que fue una injusticia cómo acabó su vida política. He tenido con ellos una relación clara y abierta. No me han engañado con respecto a los compromisos personales.