Jaione Camborda: “Las fronteras a las decisiones de la mujer ponen en peligro al ser humano”
Un mismo corazón late en todas las mujeres. La cineasta Jaione Camborda, afincada en Santiago de Compostela desde hace más de una década, cree que eliminando las fronteras artificiales surgen la empatía y la sororidad. Pero, también, los conflictos existenciales que provocan taquicardia.
De todo eso va O corno, Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián, una película con la que Camborda ha hecho historia al ser la primera mujer española en ganar el máximo galardón. La vida de María, una matrona que ayuda a mujeres en sus embarazos (los que son deseados y los que no) en la Galicia del tardofranquismo, llega este miércoles a los cines de toda España. Lo hace tras el disfrute de la crítica y la prensa en la que, inevitablemente, surgen ya preguntas sobre los siguientes pasos de una nueva estrella del cine de autor.
¿En qué anda ahora?
¡Sobreviviendo a esta situación! No lo digo con pesadumbre. Me parece muy bonito tener este espacio para poder hablar de la película y de cine.
No en vano, para cineastas como Camborda, lanzarse a hacer una película no es sólo volcarse en un trabajo de fina artesanía y enorme ambición creativa sino subirse a una montaña rusa llena de sobresaltos y dificultades. En su caso, el viaje (“la necesidad”, dice escogiendo cuidadosamente la palabra) empezó hace cuatro años, justo desde el estreno de Arima, su anterior película (disponible en Filmin).
En este tiempo se ha topado con muchas fronteras que, no por normalizadas, tienen sentido. Camborda conoce los retos de ser directora fuera de las grandes capitales y circuitos y ser una mujer con perspectiva de género. También sabe lo que es rodar en una lengua como el gallego que, en la práctica, limita no la calidad de su cine pero sí su alcance y revela el camino que queda por recorrer en la buena vecindad dentro del mismo Estado.
Para eso, entre otras cosas, ha servido la Concha de Oro. Hace unos días, infoLibre publicó un reportaje titulado “Sin festivales de cine solo veríamos morralla: "Su misión sigue siendo detectar obras maestras" en el se revisaba la vigencia de este tipo de citas. Para O corno, el éxito en el festival es sinónimo de existir mucho más allá de lo inicialmente previsto. “San Sebastián ha supuesto, de momento, muchas más salas. Y en versión original, algo que habitualmente limita mucho el número de salas, pero por suerte la distribuidora es muy valiente y opina, como nosotras, que es así como teníamos que llegar”.
No hubiera hecho la película en otro idioma que no fuera el gallego
Es un asunto controvertido incluso en el Congreso de los Diputados. ¿Se están dando pasos? ¿Condiciona la lengua las decisiones artísticas?
Yo no dudé. No hubiera hecho la película en otro idioma. Todavía en España hay ciertos prejuicios sobre las lenguas cooficiales. Y por eso pensamos que es importante mostrarla en versión original y contagiar a la gente de esta celebración de las lenguas y la riqueza que nos aportan. El cine ya lleva tiempo creando desde distintas latitudes en lenguas cooficiales. Estamos mejorando y hay una generación más abierta. Arrastramos el doblaje desde el franquismo y poco a poco va quedando atrás. Pero queda por hacer.
En O corno, su protagonista se ve obligada a emprender una huida y cruzar a Portugal asumiendo los riesgos y miserias de la clandestinidad. Es, pues, una reivindicación de la libertad de mujer y de las decisiones sobre su cuerpo que tampoco tiene fronteras. Tampoco temporales. Por eso, Camborda se ha cuidado mucho de no hacer una película de época, por más que los derechos reproductivos hayan avanzado mucho desde 1971.
En 2023 también hay amenazas a los derechos de la mujer y, en particular, al del aborto. En España, en otros países europeos o en EEUU.
Planteo la película de una manera existencial, sobre la mujer o su capacidad de dar vida. Pero toda creación es posicionamiento. En este aspecto, la película busca el diálogo con el presente. De una forma estilística, intentando eliminar la distancia. Cuando ves una película de época puedes tener la sensación de algo estanco en el pasado. Intentamos establecer puentes para que la experiencia interpelara al presente porque hay voces a las que se les está dando cada vez más espacio que son retrógradas y quieren controlar o negar las decisiones de la mujer sobre su cuerpo y el embarazo.
Las conclusiones hay que sacarlas leyendo entre líneas.
Para mí era importante buscar la fusión de todo. La vida como algo que se expande. Generar personajes espejo. María [la protagonista] podría ser en su juventud Luisa [una adolescente que busca un aborto]. Podría ser la tabernera portuguesa en un futuro distópico. Podría ser Anabela como inmigrante. Podría ser cualquiera de las mujeres que aparecen. Quería eliminar la distancia para que emergiera esa sororidad. Pero también es una fusión con la naturaleza y el mundo animal. Intentamos que los paisajes no fuesen contemplativos sino que envolvieran al personaje, que se fusionaran con él. Lo mismo con la ropa.
Las fronteras son políticas, son impuestas. Pero no son reales, no son culturales
Esa fusión de la que habla convierte en absurdas las fronteras.
Las fronteras son políticas, son impuestas. Pero no son reales, no son culturales. Vemos a personajes hablando en gallego y en portugués y entendiéndose perfectamente sin que suponga un problema. Las fronteras, que también están en las decisiones de la mujer, hacen que te juegues la vida. Ponen en peligro al ser humano.
O corno es una película en la que la mayoría de las responsables artísticas son mujeres y que comienza y termina con un parto. En toda su crudeza, con gemidos y dolor, que sumerge al espectador. ¿Podría un hombre haber rodado esta película? “Mi experiencia en el parto me ha hecho escribir y dirigir ciertas escenas de una manera concreta. Si no hubiera experimentado eso, no lo habría rodado así y por lo tanto sí creo que era necesario que fuese una mujer. La película ha estado rodeada de mujeres a las que el tema las interpelaba directamente, pero también grandes aliados hombres. Pone en el centro a la mujer, pero también invita al hombre a disfrutarla”.
Ahora, la protagonista es ella, o ella, o muchas ellas, porque el presente del cine se escribe, cada vez más, en femenino. Y cada vez más desde Galicia con mujeres como Camborda, Diana Toucedo, Ángeles Huerta, Sonia Méndez o Anxos Fazáns, entre otras.
Me siento parte de una comunidad de mujeres cineastas transfronteriza
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¿Se siente como parte de una generación de nuevas mujeres cineastas que por fin han llegado y lo han hecho para quedarse?
Me insisto en muchas y diferentes comunidades. Está la comunidad gallega, con muchas mujeres y hombres cineastas muy comprometidos, con los que he compartido muchas inquietudes y apoyo mutuo. También me siento parte de una comunidad de mujeres cineastas transfronteriza, más allá de la raza, más allá de todo. Me parece muy celebrativo que mis compañeras también puedan por fin expresarse. También me siento de una comunidad de cine de autor que tiene que luchar por sobrevivir y hacer frente a muchas adversidades para hacer cine comprometido.
El compromiso es con la “necesidad” que ya asoma en forma de nueva película. ¿En qué anda ahora? “Tengo un tema que me está interpelando constantemente”, dice sin desvelar cuál. “Pero necesito observar si va a ser mi próxima película. Necesito estar segura porque me voy a lanzar durante años en cuerpo y alma”.