Una huelga de maquinistas sacude Alemania y deja al descubierto el deterioro de su sistema ferroviario
La lucha del Sindicato de Alemania de Maquinistas (GDL, por sus siglas alemanas) por mejorar las condiciones de los trabajadores de la Deutsche Bahn, la gran empresa ferroviaria germana, ha llevado a una huelga de cinco días que frena a la economía alemana. Así lo ha comprobado infoLibre en una visita a la Estación Central de Berlín. Allí Olaf, vecino de Hamburgo de mediana edad, ultima un tentempié mientras da un paseo. Este hombre conoce el lugar. Viene a menudo por trabajo a la capital desde la portuaria metrópolis del norte germano. Pero a finales de esta semana, encontraba la estación vacía, sin actividad, sin el bullicio que suele reinar en esta infraestructura, la mayor estación de trenes cubierta de Europa.
Por esta estación pasan al día unos 300.000 viajeros y unos 1.300 trenes de todo tipo: larga distancia, regionales y de cercanías. Pero desde el miércoles y hasta este lunes a las dos de la mañana, está previsto que sea el lugar que sorprendía por su tranquilidad a Olaf. Desde el miércoles a las 14.00 hasta el último lunes de enero a esa hora, GDL ha puesto a sus representados en huelga. El paro es el mayor que se recuerda en la historia reciente del sector. GDL cuenta con 40.000 miembros y su paro se nota. Y tanto. “El tráfico ferroviario está paralizado”, ha señalado el diario generalista editado en Múnich (sur) Süddeutsche Zeitung. Olaf, que tiene que viajar de vuelta a Hamburgo, espera a su tren dando un paseo. “Yo viajo con Deutsche Bahn. Bueno, eso si cumplen”, cuenta a infoLibre aludiendo al tren de servicios mínimos que le llevará a su ciudad, según promete el “plan de emergencia” que rige el transporte ferroviario estos días.
Con Deutsche Bahn iban a viajar también Steffan, Claudine y Peter, tres empleados de la empresa tecnológica alemana SAP, con sede en Walldorf (suroeste). Vinieron a Berlín por trabajo con Deutsche Bahn. No pueden ir de vuelta a Heidelberg (suroeste) en tiempo y forma por culpa de la huelga. “Hemos tomado billetes con FlixTrain”, dice Steffan. FlixTrain es competencia de Deutsche Bahn en el transporte de pasajeros en largas distancias. Estos días se aprovecha de que la gran Deutsche Bahn apenas tiene servicios por culpa de la huelga. “Los billetes han pasado de costar 40 euros a valer 90 euros”, señala Steffan con cara de circunstancias.
Bárbara, una mujer mayor que ha venido a ver a una de sus nietas y al resto dos hijos que viven en Berlín, sonríe. “Yo ya había comprado antes de la huelga mis billetes con FlixTrain, me costaron 19 euros. Ahora están por 99 euros”, cuenta. Entre los viajeros, hay mas resignación que mala sangre. “Yo tengo tendencia a estar del lado de quienes protestan. Pero es verdad que de una situación comprensible, como es una huelga por reivindicaciones salariales, hemos pasado a una situación exagerada”, señala Olaf, el vecino de Hamburgo que espera a su tren mientras pasea y come por la estación.
Con él coincide Peter, el empleado de SAP. “Hacer huelga es algo que está bien y es lo que hay que hacer. Pero en el sector ferroviario, yo creo que los maquinistas tienen mucho poder”, señala este hombre, veterano trabajador al que le gustaría hacer huelga en su empresa también. SAP, la única gran tecnológica especializada en software de Alemania, va a despedir a 8.000 personas, según ha trascendido estos días. “Yo haría huelga pero ellos dos son muy jóvenes, y no dirán nada”, dice Peter entre risas, señalando a sus compañeros de trabajo.
Demandas de mejoras salariales en empresa con bonificaciones en la dirección
Quienes sí están secundando la huelga son los trabajadores de GDL. Esta huelga es la cuarta en tres meses. Anteriormente, los paros duraron un día. Ahora iban a ser seis días de huelga, aunque el sábado, la cuarta movilización, se recortó en una jornada por decisión de GDL y la huelga terminará en la noche del domingo al lunes. Sin embargo, el conflicto parece instalado en una escalada de final incierto en busca de mejores condiciones laborales. Los maquinistas –que cobran entre unos 3.200 y 3.800 euros al mes– quieren, grosso modo, más dinero en sus nóminas. En concreto, cobrar 555 euros más cada mes y una reducción de la semana laboral, pasándola de 38 a 35 horas. Llevan meses pidiendo estas mejoras. Pero las negociaciones no es que no estén dando resultados, es que van de mal en peor.
El presidente de GDL, Claus Weselsky, explica la situación en estos términos: “Estamos defendiendo y luchando por mejorar el sistema ferroviario alemán, pero también estamos luchando por mejores salarios y condiciones de trabajo”. “Los responsables de Deutsche Bahn han hecho tantos ahorros y recortes que han arruinado el sistema. Los problemas que tiene Deutsche Bahn no son culpa de los empleados de la empresa, ni de los maquinistas, ni de los que trabajan en los talleres, por ejemplo”, razona.
A su entender, la mejora por la que GDL está de huelga ahora también aspira a hacer que los trabajos en el sector ferroviario ganen atractivo. La falta de mano de obra es otro de los problemas que acusa Deutsche Bahn. Prueba de ello es que, sólo en 2023, Deutsche Bahn añadió a su personal a unas 30.000 personas sin que el servicio mejorara.
En GDL también hacen ver que si bien llevan ya mucho tiempo reivindicando mejoras a nivel de personal e infraestructuras, frente a ellos han tenido a una directiva que ha hecho oídos sordos. Es más, a finales del año pasado trascendió que la dirección se repartía millones de euros en bonificaciones.
Fue el pasado mes de diciembre cuando se supo que hasta 5 millones de euros iban a repartirse en pluses de 2022 entre los responsables de la dirección de la empresa. Eso, pese a que en los servicios de la Deutsche Bahn se ha normalizado ya el hecho de que haya retrasos en los andenes. Cuentas de 2023 llegaron a calcular que los retrasos de los trenes de la Deutsche Bahn se producían en un 65,5% de los casos. Ese porcentaje es un récord. Los trenes alemanes nunca habían sido tan impuntuales como cuando en mayo del año pasado se registraba ese dato. Posteriormente, no dio pie a que el servicio mejorara.
Se calcula que la huelga cuesta 100 millones de euros al día
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Ninguno de los paros anteriores ha dejado a la Estación Central de Berlín con el aspecto que tenía el jueves. Allí hay una oficina de turismo de la ciudad, y los empleados hablan entre ellos. No hay mucho que hacer. “Es un día muy tranquilo, normalmente hay mucho más trabajo, esto es malo para el negocio”, dicen a infoLibre desde esta oficina. Lena, por su parte, trabaja en una tienda de souvernis de Berlín que hay dentro de la estación. Dice ser solidaria con los trabajadores de GDL que no están yendo a trabajar estos días. “Pero a la tienda está viniendo muy poca gente, menos de la mitad de la gente que viene un día normal”, señala esta responsable comercial.
Que falten “muchos trenes respecto a los que tenían que pasar por aquí”, según reconocen trabajadores de Deutsche Bahn presentes en la estación, implica algo más grave. A saber, un impacto en la economía que tendrá costes millonarios. Estos días, Michael Grömling, economista del Instituto de la Economía Alemana (IW, por sus siglas alemanas) ha calculado que las perturbaciones ferroviarias del país supondrán un considerable lastre. “Una huelga ferroviaria de un día en todo el país cuesta unos 100 millones de euros en producción económica”, según Grömling. Hay que tener en cuenta que no sólo los usuarios de la Estación Central de Berlín se han visto afectados por la huelga de GDL, también han dejado de funcionar los trenes de mercancías. Esto supone que el transporte bienes por vía férrea también está sufriendo por culpa de la huelga.
Así, en Deutsche Bahn lamentan “restricciones masivas de sus servicios”, según los términos de Anja Bröker, la portavoz de la gran empresa ferroviaria de Alemania, una compañía privatizada en los años noventa pero cuyo control está en manos del Estado germano. Para la economía alemana, que cayó en recesión el año pasado –el PIB germano se contrajo un 0,3%–, es un flaco favor la casi una semana de frenazo ferroviario impuesto en esta última semana de enero. Para el Gobierno del canciller Olaf Scholz, cuyo ministro de Transportes ha dicho “no tener comprensión alguna” con los sindicalistas por la huelga, esta situación tampoco es viento a favor.