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Del amor a la traición hay sólo un paso y 'Feud: Capote vs. The Swans' lo retrata a la perfección

Tom Hollander interprentando a Truman Capote en ‘Feud: Capote vs. The Swans’.

Una de las fórmulas para repasar la fortaleza de un guion consiste en preguntar si cada escena cumple al menos uno de estos dos objetivos, o bien avanza en la trama o bien profundiza en los personajes.

Quienes busquen argumentos que solo avancen difícilmente van a disfrutar con Feud: Capote vs The Swans. En cambio, quienes consideran hundirse en las profundidades psicológicas de los personajes uno de los movimientos mas interesantes disfrutarán enormemente de esta serie de ocho episodios. Pueden encontrarla tanto en HBO Max como en Disney+.

La literaria vida del escritor

Truman Capote no solo escribió algunas novelas inolvidables, como Desayuno en Tiffany´s, A sangre fría o Música para camaleones. Convirtió su propia vida en un material literario inigualable.

Deslenguado, divertido, amanerado, brillante y alcohólico vivió varias etapas diferenciadas en su vida, pero en Nueva York se convirtió en una celebridad destacada. Feud repasa su poliédrica amistad con las que llamó sus cisnes.

Un intruso en la corte de las mujeres ricas

Una enfermiza necesidad de pertenencia llevó al exuberante escritor a incrustarse entre un grupo de mujeres de la alta sociedad, entre ellas la hermana de Jackie Kennedy, Lee Radziwill o la icónica C.Z. Guest, pintada por Diego Rivera, Andy Warhol y Salvador Dalí. 

Estas y otras se casaron con millonarios y formaban lo más parecido a una aristocracia en el nuevo mundo. Entre ellas, la absoluta favorita de Capote, Babe Paley, cuyo segundo marido, Bill Paley, era el presidente de la cadena de televisión CBS. 

Una serie sobre rencillas legendarias

Feud es una serie antológica que en cada temporada recrea una rencilla significativa. Hace ya siete años se centró en la rivalidad entre Joan Crawford y Bette Davis, interpretadas por Jessica Lange y Susan Sarandon.

Tras varios intentos fallidos de exponer disputas míticas, esta segunda entrega recoge una relación peligrosa, en la que los secretos más jugosos de las mujeres consideradas iconos de la moda y el buen gusto acababan en los oídos del escritor más agudo. 

La agitada vida de los cisnes debajo del agua

Alguien capaz de apreciar que los cisnes parecen majestuosos y elegantes en la superficie, pero bajo el agua sus patas patalean violentamente como las de cualquier otra ave, como explica entre sus brillantes diálogos en la serie.

El apasionante guion es obra de Jon Robin Baitz, basado en el libro de Laurence Leamer, Las mujeres de Capote. Uno de los muchos aspectos hermosísimos de la serie se encuentra en la mirada a la amistad íntima como un amor. 

La amistad como amor

Puede llegar a ser el amor de la vida para quien la alcanza. Y aquí se muestra en la relación entre el homosexual amanerado, Capote, y la dama ignorada sexualmente por su marido, Babe. Su intimidad y adoración mutua no excluye la pulsión de la traición en el escritor y esa tensión se detalla de tal manera que llega a respirarse, a tocarse.

Por otro lado, se exponen las contradicciones de esa corte de mujeres impecables en su exterior y la dura intimidad de su confidente y en ocasiones bufón. Personalidades que se ayudan y protegen mutuamente

La traición de Capote, cuando decide contar, aunque con nombres falsos, las interioridades de ese círculo hermético, saca a la luz las verdaderas caras de todos los participantes.

Un reparto lujoso

El reparto de la serie es una auténtica gozada, empezando por un Capote efervescente, tremendo, al que da vida el británico Tom Hollander, a quien hemos visto en cine en la saga de Piratas del Caribe y recientemente en The White Lotus.

Entre los cisnes, Naomi Wats interpreta a la protagonista Babe, además de ejercer como una de las productoras ejecutivas. Le acompañan Diane Lane, Calista Flockhart, Chloë Sevigny, Dami Moore o Jessica Lange. 

Una mirada gay

Un festín de estrellas a las que un director experimentado, especializado, aunque no únicamente, en temáticas gays, como es Gus Van Sant, extrae jugosas interpretaciones. Van Sant dirigió las películas Milk, Elephant o El indomable Will Hunting.

La producción de la serie corre a cargo de una de las figuras más importantes de la ficción televisiva estadounidense de las últimas décadas, el también abiertamente gay Ryan Murphy. Director, guionista y productor ha firmado más de diez películas y mas de veinte series, entre ellas Glee, American Horror Story, American Crime Story o Dahmer.

Sobre esta versión acerca del vínculo entre Capote y los cisnes, Murphy señala que la relación por fin resultó idónea porque esta serie, Feud, no trata sobre historias de peleas sin más, sino de discrepancias en historias que en realidad son de amor, aunque sean un amor que se tuerce.

La decadencia de una élite

Además de iluminar los recovecos de una amistad profunda pero tóxica, la serie muestra una élite decadente. Un fin de régimen que como se señala alguna vez en los diálogos acerca el filo de la guillotina a las exquisitas cabezas de sus reinas.

Capote las expuso cuando su alcoholismo y su bloqueo como escritor le llevaron a una calle sin salida. A falta de otro material publicó en la revista Esquire en 1975 un relato, La Côte Basque, 1965, en el que los lectores podían adivinar a sus amigas bajo los nombres falsos

Otra amistad traicionada

En su novela más célebre, A sangre fría, el Capote reportero a la vez que autor ya había traicionado a su fuente más próxima. La novela trató sobre un crimen atroz. El asesinato en su granja a los cuatro miembros de una familia de Kansas. Se había realizado para perpetrar un robo chapucero.

Truman Capote investigó en la zona, captó magistralmente la psicología de los asesinos, de los fallecidos y del entorno, aunque también se tomó licencias. Intimó con uno de los asesinos, Perry Smith, con quien llegó a sentirse identificado en algunos aspectos. Al cabo del tiempo comenzó a desear que se ejecutara su pena de muerte para dar un final redondo a su obra. 

Capote, un gran personaje

Dos estupendas películas se estrenaron en 2005 y 2006, Truman Capote e Historia de un crimen respectivamente, contando el proceso del autor durante la escritura de su aclamado libro

Y es que el propio Capote brilla como personaje inagotable. Abandonado por sus padres tras el divorcio, quedando en casa de unos parientes, su mejor amiga de la infancia fue Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor

Autor y celebridad precoz 

Fue un autor precoz que llamaba la atención de la prensa o de figuras como Andy Warhol por su imagen y talento y que conquistó el éxito con la novela en la que se basaría la película Desayuno con diamantes, que consideró que edulcoraba su relato. 

Tras su novela más aclamada, la que le consagró, A sangre fría, no consiguió completar otra. En su vida privada comenzó una serie de relaciones de pareja tormentosas y empeoró drásticamente su relación con la bebida y las pastillas.

Un amigo imaginario

Ante la indecisión que atormentaba a Capote sobre si exponer o no las confidencias de sus amigas, el episodio 5 inventa un encuentro entre el escritor y activista James Baldwin, que nunca fue gran amigo de Capote, y el protagonista de la historia. 

Baldwin aporta una carga política al dilema del autor. Le insiste en su obligación de contar al mundo una realidad a la que solo él tiene a la vez acceso y herramientas para contar. Se añade así una dimensión subversiva a la personal.

‘Reina roja’, pros y contras de ser un 'bestseller'

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Capote organizó un gigantesco baile de máscaras al que la etiqueta obligaba a acudir de blanco y negro. La serie inventa también un documental sobre su preparación que sirve como recurso de la narración para recrear tanto la parte pública como unas falsas tomas falsas que hurgan en la parte oculta del evento.

Plegarias atendidas

La obra en la que estaba trabajando Capote, a la que alude esta serie, era Plegarias atendidas, título extraído de la reflexión atribuida a Teresa de Ávila: “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que no son atendidas”. No llegó a terminarla y póstumamente se publicaron los cuatro capítulos encontrados entre sus manuscritos. 

Capote declaró que quería hacer una obra proustiana, su propia En busca del tiempo perdido. A su manera, esta serie lo intenta con su nivel de detalle, e incluye al propio autor en el universo extinto aunque inmortal que se recrea. Pertenecer al círculo de estas exquisitas mujeres fue su plegaria atendida, su comienzo del fin. 

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