¿A quién beneficia la crispación? La desafección ciudadana hacia la política rompe un nuevo techo

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.

Rafael Ruiz y Francisco Sande (Logoslab)

Marzo se recordará como el mes en el que se aprobó la amnistía en el pleno del Congreso de la Diputados pero hay otra efeméride menos comentada y que resume el momento que atraviesa la política española, la desafección ciudadana subió 10 puntos en un solo mes rompiendo un nuevo techo: hasta el 40% de españoles la sitúan hoy como el principal problema de nuestro país. El mal comportamiento de los políticos, del gobierno, de la oposición, de los partidos en general y la corrupción cuatriplican las menciones a las dificultades económicas o el paro, y se mencionan ¡13 veces más! que la vivienda. 

A colación de esto, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo decía la semana pasada que “la clase política es la peor de los últimos 45 años”, incluyendo “por supuesto” al propio PP. La hemeroteca está llena de ofensas en ambos lados que no hacen sino escalar una situación que puede acabar afectando a la convivencia. 

No han sido pocos los que han señalado que la pretensión del PP al introducir el marco desafección en la batalla del relato es precisamente sacar rédito electoral del mismo, y lo cierto es que si se analiza la evolución de este indicador en el último año veremos que a mayor polarización y desafección mayor ventaja a favor de la derecha, con el telón de fondo de la amnistía.

La encuesta de 40dB publicada el lunes en El País, con entrevistas hechas entre el 25 y el 27 de marzo, corroboran los datos del último barómetro del CIS analizados por Logoslab para infoLibre: el PP se distancia del PSOE en una horquilla que va de los 6 a los 9 puntos, Vox resiste en el 11% y la izquierda sufre por los efectos de la ruptura entre Sumar y Podemos que sumarían por separado la mitad de los escaños que tuvieron juntos en las pasadas elecciones. Ambos sondeos recogen ya el impacto del caso Koldo.

La “buena noticia” para el PSOE es que la desafección se manifiesta más en términos de desmovilización que de fuga al PP. Lo que nos muestra el gráfico de transferencias entre partidos de 40dB es que la derecha está hoy muy activada: un 92% de votantes de PP y Vox volvería a ir a urnas y optar por uno de los dos partidos, por sólo un 76% de la izquierda. 

¿Es bueno por tanto en términos estratégicos para el PP alimentar o participar de la crispación? Que la transferencia del PSOE a los populares sea sólo del 6,5% (según 40dB) o aún más baja, como advertía el último CIS, es una señal de alarma que los de Feijóo no deberían obviar. Es uno de los valores más bajos de los últimos meses producto del clima de confrontación permanente y de la percepción creciente de que el PP ha endurecido el tono hasta un punto excesivo para algunos de los que están dudando qué hacer con su voto. Que la fuga entre bloques se esté cerrando en un momento de debilidad de la izquierda como el que estamos viviendo es sintomático de las dificultades que tiene el PP para captar en caladeros diferentes de los suyos. Y si el objetivo, como ellos mismos han verbalizado, es ocupar “todo el espacio a la derecha del PSOE” las cosas no parecen estar saliendo del todo bien, frente a un partido –Vox– que se resiste y que tiene unas expectativas razonables tanto en catalanas como en europeas. Por lo pronto está disparado en un votante joven, entre 18 y 24 años, como corrobora tanto el CIS de marzo (16,8%) como la encuesta de 40dB (17,1%). Un resultado que nos debería hacer reflexionar a todos. ¿Oscilará el PP hacia el modelo del primer Feijóo o hacia el más beligerante de Ayuso?

Unas elecciones generales que se celebraran en la actualidad se dirimirían en términos de movilización, hoy muy favorable a la derecha, pero no hay elecciones generales a la vista y las encuestas son herramientas que miden la temperatura del cuerpo electoral en el momento, no el futuro. Todo puede cambiar muy rápido, como ya quedó demostrado en julio del año pasado. En resumen, el clima actual de crispación puede ser un aliado pasajero del PP pero al mismo tiempo está dando oxígeno a Vox y podría ser contraproducente en el futuro, cuando la herida abierta por la amnistía y el caso Koldo se vaya cerrando. 

Y lo mismo puede decirse del PSOE, que tiene el reto de recuperar para la causa a un importante porcentaje de votantes que no comulga con la amnistía. Que la transferencia del PP al PSOE sea insignificante o que entre abstencionistas la derecha esté por delante de la izquierda, habla también de la percepción que existe en la otra mitad de españoles de un Partido Socialista que ha abandonado la senda de los grandes pactos izquierda-derecha al escoger como socios a Junts, ERC y Bildu. 

Algunos de los efectos de este clima los veremos en el trimestre electoral que tenemos por delante. Como decía el exvicelehendakari y exsecretario general del PSE, Ramón Jáuregui, en los micrófonos de Radio Nacional este lunes, no son buenos tiempos para la cultura del pacto entre diferentes.

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Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

Francisco Sande es responsable de investigación social en Logoslab.

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