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Kamala Harris, una de las obsesiones del trumpismo, es ahora la gran esperanza de los demócratas

Joe Biden junto a la vicepresidenta Kamala Harris durante un mitin de campaña en el Girard College de Filadelfia, Pensilvania.

Alexis Buisson (Mediapart)

Nueva York (Estados Unidos) —

En la voz de Chet Whye se percibe una mezcla de emoción y determinación. En 2008, este activista afroamericano movilizó ejércitos de voluntarios para elegir al hombre al que llamaba "Barack". Con el anuncio de la retirada de Joe Biden, este domingo 21 de julio, ahora pretende dedicar toda su energía a Kamala Harris, a quien el presidente demócrata desea que tome el relevo en su candidatura.

Ayer, Chet ya estaba trabajando para fletar autobuses desde Nueva York para llevar voluntarios puerta a puerta por Pensilvania, el swing state (Estado indeciso) más cercano. En un país donde las elecciones presidenciales se juegan Estado por Estado, esos swing states, con resultados muy ajustados, determinan el resultado de la contienda. "Estamos librando una batalla por la democracia. Eso es lo que está en juego. Si perdemos estas elecciones, el resto no importará", afirma Chet tras haber seguido durante años la carrera de Kamala Harris.

Cuando se anunció la decisión de Joe Biden, el partido demócrata suspiró de alivio, consumido durante semanas por las luchas internas sobre el futuro de la candidatura del presidente de 81 años. Pero el apoyo del partido a su vicepresidenta, la primera mujer y persona no blanca que ocupa el cargo, no significa necesariamente que vaya a ser la candidata del partido.

La decisión corresponderá a los casi cuatro mil delegados demócratas, que podrían empezar a reunirse virtualmente desde principios de agosto para designar a la persona que se enfrente a Donald Trump en noviembre. Pero como vicepresidenta actual y ya compañera de candidatura de Joe Biden, Harris es naturalmente la mejor situada.

Su nominación allanaría el camino para un duelo sin precedentes entre dos candidatos que no tienen nada en común. Por mucho que Donald Trump le haya dado dinero cuando hacía campaña por el puesto de fiscal de California en la década de 2010, es difícil encontrar dos personajes tan diferentes: un hombre blanco de 78 años, criado en un entorno privilegiado en Nueva York, frente a una mujer mestiza de 59 años de padres inmigrantes.

Kamala Harris, hija de una científica india y de un marxista jamaicano, creció en la bahía de San Francisco, cuna de la contracultura y cantera de talentos demócratas. Aunque Trump entró en política tarde, esta licenciada por la prestigiosa Universidad Howard, la "Harvard negra" de Washington, entró ya en ella siendo niña.

Su madre fue una de las pocas mujeres indias de Estados Unidos que participó en el movimiento por los derechos civiles. Más tarde, Kamala Harris aprovechó su relación amorosa con Willie Brown, el carismático alcalde de San Francisco en los noventa, para hacer contactos en la comunidad.

Antecedentes políticos variados y "ensaladas de palabras"

Ahora, la probable candidata demócrata está saboreando el momento, pero no siempre ha sido vista como la mujer providencial del partido progresista americano. Construyendo pacientemente una carrera de ascenso lento pero constante, de fiscal de San Francisco en 2003 a vicepresidenta en 2020, fue también fiscal de California en 2010 y luego elegida senadora por este Estado, el más poblado del país, en 2017.

Su primera campaña nacional en 2016 fue un desastre. Se presentó a las primarias demócratas para las elecciones presidenciales de 2019, pero se vio obligada a retirarse antes de la primera votación: la congresista hawaiana Tulsi Gabbard, en pleno debate televisado, la acusó de no ser la "fiscal progresista"  que decía ser. Gabbard también la acusó de ignorar pruebas que habrían llevado a la liberación de un inocente condenado a muerte cuando ella era fiscal de California. Incapaz de defenderse, Harris nunca se recuperó de aquel episodio.

Ahora emergen muchos aspectos poco brillantes de su historial, como su política contra el absentismo escolar en las escuelas de San Francisco. Como "primera policía" de la ciudad entre 2003 y 2010, defendió una medida que pretendía amenazar con la cárcel a los padres de los alumnos que faltasen a clase.

Sonriente antes las cámaras, defendió entonces esa medida, considerada inhumana y cruel incluso en su propio campo, hacia los hogares más pobres. Como fiscal general de California, también se negó a tomar partido en una serie de asuntos sensibles para la izquierda, como los casos de violencia policial contra la población negra, provocando la incomprensión de los políticos demócratas locales. Todo ello le valió el apodo de "Kamala la poli".

Llegada a la vicepresidencia tras ser repescada por Biden al final de las primarias (aunque ella le había acusado entre líneas de racista), comenzó su mandato con un polémico viaje a Centroamérica. Encargada por la Casa Blanca en 2021 de trabajar en las "raíces" de la inmigración ilegal en la región, un asunto que ella no quería, aprovechó el viaje para pedir a los posibles inmigrantes "que no fueran" a Estados Unidos, precisamente ella, hija de inmigrantes.

Luego se molestó cuando un periodista le preguntó por qué no había ido a la frontera con México. "Tampoco he ido a Europa", replicó con displicencia. Esos pasos en falso junto con los problemas de ambiente en sus equipos, han marcado el tono de su vicepresidencia.

Desde el inicio de su mandato, ha sido calificada, incluso por sus partidarios políticos, de demasiado "discreta" o "apocada". Sus "ensaladas de palabras", frases sin pies ni cabeza, tampoco han ayudado mucho. Hace apenas unas semanas, un columnista del Washington Post pedía que fuera sustituida en la candidatura demócrata por... Hillary Clinton.

Candidata de la juventud con el apoyo de los Clinton

A la sombra de Joe Biden, un político más experimentado, aprendió de sus errores –sin duda, efecto de la educación brahmánica que le inculcó su madre, que la empujó hacia la superación y la excelencia– y fue así como ha ido ampliando su agenda de contactos.

Aunque tenía poca experiencia internacional, se ha reunido con líderes de todo el mundo. En su despacho de la Casa Blanca también ha recibido a activistas de diversos ámbitos (derechos civiles, minorías, discapacitados, etc.) y a influencers para cultivar su imagen entre los jóvenes.

Kamala Harris ha recorrido el país para promocionar los éxitos del gobierno Biden en los swing states. Por ejemplo, un día estuvo en Nevada para hablar a los trabajadores de la hostelería, al día siguiente en una conferencia con jóvenes sobre la violencia armada en Florida, o hablando del desarrollo de Internet de alta velocidad en una zona rural de Georgia.

Cuando en 2022 se anuló la sentencia "Roe contra Wade", se transformó en defensora del acceso al aborto, un tema clave para los demócratas. Además de recorrer los campus universitarios de los Estados indecisos para movilizar a los jóvenes, este año se convirtió en la primera vicepresidenta en visitar una clínica abortista.

Después de que Joe Biden anunciara su retirada, el partido ha ido apoyándola poco a poco, ganándose así el apoyo de varios grupos parlamentarios que representan diversas tendencias dentro de su familia política: los progresistas del Congressional Progressive Caucus, los moderados de la New Democrat Coalition y el Black Caucus, que reúne a congresistas negros.

Harris se encuentra en una situación particular: se enfrenta a Donald Trump, candidato republicano conocido por sus comentarios sexistas y racistas

Tristán Cabello — Historiador de la Universidad Johns-Hopkins

Los Clinton también la apoyan, aunque es de destacar que algunas de las principales figuras del partido, como Barack Obama, no han instado a los delegados a que voten por ella. Como en 2020, el ex presidente esperará a conocer la elección final de esos delegados para anunciar si le presta o no su preciado apoyo. Kamala Harris, comparada en el pasado con Obama, mantiene una buena relación personal con él, pues fue uno de sus primeros apoyos durante su improbable campaña a la Casa Blanca en 2008.

Chet Whye teme sin embargo que pueda ser objeto de ataques sexistas y racistas tanto dentro como fuera de su campo. "Seré contundente con quienes cuestionen sus cualificaciones", exclama el hombre que quiso organizarle un mitin en Harlem durante las primarias de 2020, para que pudiera dirigirse a la comunidad negra.

Hace varios meses, el pueblo americano se esperaba unas elecciones poco emocionantes, entre dos personalidades conocidas que ya se enfrentaron en 2020. Esto ha dado un nuevo impulso a la carrera por el Despacho Oval. "Biden no sólo estaba cansado físicamente, sino también agotado políticamente. Con su apoyo incondicional a Netanyahu, las revueltas estudiantiles y las dificultades para promocionar su balance gubernamental, su campaña tenía dificultades para despegar", explica Tristan Cabello, historiador y profesor de la Universidad Johns Hopkins. "Harris aporta cierta frescura, pero es esencialmente cosmética ya que está asociada a todas las decisiones de Biden. Pero no hay nada decidido. Puede distanciarse de Biden, crear un nuevo programa y hacer una campaña entusiasta."

¿Dificultará su trabajo el hecho de que no sea blanca? "Según los sondeos, los americanos están dispuestos a elegir a una mujer de color. Eso ya no es un criterio para elegir a un presidente. Eligieron a Barack Obama y Hillary Clinton ganó el voto popular en 2016", continua el experto. "Ahora bien, Kamala Harris se encuentra en una situación particular: se enfrenta a Donald Trump, candidato republicano conocido por sus comentarios sexistas y racistas, y no cabe duda de que en su campaña explotará ese discurso, lo que podría ser una oportunidad para ella".

Chet Whye se muestra optimista: "En 2008, tuvimos un candidato que era negro, delgado, un joven senador con nombre africano, y ganamos".

Caja negra

Joe Biden renuncia a la candidatura presidencial

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El autor de este artículo publicó una biografía de la probable candidata en 2023: Kamala Harris, l'héritière (Edit. L'Archipel).

 

Traducción de Miguel López

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