El 'criptoclub' que patrocinó Alvise no es el único: la CNMV avisó en 2023 de 394 chiringuitos financieros

Página web del Madeira Invest Club.

Sábado, 6 de abril. Centenares de personas acuden al Hipódromo de la Zarzuela, al norte de Madrid, para asistir al evento anual de Madeira Invest, una suerte de club financiero privado que captaba fondos prometiendo altas rentabilidades invirtiendo en arte digital o artículos de lujo –desde vehículos de colección hasta relojes o metales preciosos–. En un momento dado, quien toma la palabra es Alvise Pérez, entonces aspirante al Parlamento Europeo. "Todos vosotros estáis haciendo cierto tipo de política, que es la contrapolítica a un Estado mafioso y criminal que os roba más del 70-75% de todo lo que producís cada año", lanza el agitador ultra ante un público entregado a un club sobre el que unos meses antes había advertido la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ahora, cinco meses después, todo el tinglado se ha venido abajo.

El estallido de lo que algunos abogados ven como una nueva estafa piramidal empezó a ser una realidad a comienzos de semana, cuando la página del club pasó de estar "en mantenimiento" a colgar el mensaje de "cerrado temporalmente". La bajada de persiana vino acompañada de un vídeo del supuesto líder de la comunidad, que se hace llamar Luis, en el que se vinculaba todo a una supuesta investigación en curso que habría bloqueado todas las cuentas. "Ahora nuestro único objetivo tiene que ser cumplir los contratos", señalaba. El anuncio se produjo días después de que El Confidencial informase de que parte del dinero recaudado para la campaña de Alvise se había desviado a una cuenta de criptomonedas a la que Madeira Invest también inyectaba activos.

Una parte de los negocios que colgaban de dicho club han echado el cierre. Es la crónica de una muerte que parecía anunciar la Comisión Nacional del Mercado de Valores hace ahora dieciséis meses. Entonces, en mayo de 2023, el regulador de los mercados lanzó una advertencia indicando que ni Madeira Invest Club ni la sociedad que aparentemente lo controlaba –una supuesta "consultora legal cripto" ubicada en Nuevo México– estaban autorizadas "para realizar las actividades reservadas a las instituciones de inversión colectiva". Un aviso a navegantes que el organismo cada vez lanza con mayor frecuencia. Desde el año de la pandemia, la CNMV ha soltado casi 1.700 avisos sobre chiringuitos financieros. Más de uno al día.

De Arbistar a Nimbus

La proliferación de este tipo de estructuras ha sido exponencial a lo largo de la última década. Si en 2014 emitió 23 advertencias propias –también se hace eco de los que lanzan los supervisores de otros países–, en 2023 esa cifra se situó en 394, según el buscador que sobre esta materia tiene la CNMV. El dato es similar al de 2022 y 2020 –335 y 388, respectivamente–, pero ligeramente inferior al de 2021, cuando se lanzaron 556 avisos. "Es un problema cada vez mayor", apunta en conversación con infoLibre Antonio Gallardo, responsable de estudios de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin). Y prueba de ello es que un tercio de las consultas escritas que recibió el regulador el pasado año versaban, precisamente, sobre prácticas irregulares de estos chiringuitos.

Porque en la "mayoría de los casos", advierten desde la CNMV, la prestación de supuestos servicios de inversión no es más que "una tapadera para apropiarse del capital de sus víctimas": "Cuando no pueden justificar las pérdidas, simplemente desaparecen o cambian de nombre". Suele ser habitual, apunta Gallardo al otro lado del teléfono, el modelo de estafa piramidal: pagan a los primeros que entran, ya sea con su dinero o con el de otros inversores, importantes beneficios que sirven como cebo para captar luego a más personas. "Muchas veces, pones una pequeña cantidad y el retorno es excelente, lo que te lleva a hacer una segunda inversión mucho más importante que termina desapareciendo", explica el experto de Asufin.

Las rentabilidades elevadas en un corto espacio de tiempo es el principal gancho. Arbistar, un chiringuito sobre el que también advirtió en su día la CNMV, prometía rentabilidades de entre el 8% y el 15% gracias a un supuesto bot con un algoritmo que garantizaba grandes beneficios pero que nunca existió. "Vendía humo", se recoge en el auto de procesamiento, que hace una descripción precisa de cómo funcionaba la supuesta estafa: "El negocio era financieramente inviable desde su origen. Se sostenía por la imagen de seriedad y solvencia que simulaban, para lo que era imprescindible pagar diligentemente a los inversores los intereses y devolverles el dinero invertido. Lograban mantener la apariencia de prosperidad obteniendo liquidez por los ingresos procedentes de nuevos inversores".

Esta macroestafa, por la que se habrían defraudado una cantidad superior a 92 millones a 32.000 personas, no es la única que se ha puesto sobre la mesa de la Audiencia Nacional. En dicho tribunal también se abrieron otras tres grandes causas por presuntas criptoestafas de Kuailian, Algorithms o Nimbus, que habría hecho perder más de 125 millones de euros a 4.000 inversores. Esta última firma, sobre la que alertó el regulador bursátil en 2020, prometía una rentabilidad mensual de hasta el 15%. Antes de su caída, el Madeira Invest Club, que se definía en su página web como un "club privado" creado con el claro objetivo de "ganar dinero", se fijaba como meta "obtener rentabilidades mínimas a partir del 30% anual".

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Los inversores que se meten en estos chiringuitos financieros no están protegidos en caso de insolvencia de la entidad no autorizada. Al fin y al cabo, la misma no está adherida al Fondo de Garantía de Inversiones o de Depósitos, al que las firmas de inversión autorizadas contribuyen con sus aportaciones. Por tanto, una vez que estalla la burbuja es complicado recuperar el dinero. "Primero, hay que saber dónde se encuentran los fondos. Además, estas estructuras operan muchas veces desde lugares muy opacos. Y a veces resulta complicado incluso localizar a la empresa que se encuentra detrás de las mismas, dado que sus propias páginas webs no facilitan dicha información", sostiene Gallardo. De ahí que los procedimientos judiciales sean tan complejos y se alarguen en el tiempo.

Un público cada vez más amplio entre discursos antiimpuestos

El responsable de Estudios de Asufin ha visto en los últimos años una evolución en relación con los chiringuitos financieros. Si antes se requerían importantes inversiones de entrada, ahora con pequeñas cantidades es suficiente. Y si antes se orientaban hacia un público adulto, ahora el auge de las criptomonedas está permitiendo llegar cada vez más a un público joven. "La promoción se hace a través de redes sociales como Telegram o Instagram, recurriendo a los típicos vídeos de un tipo con dos ferraris y ese discurso que juega con la ganancia rápida y la inmediatez", expone Gallardo, que pide a los inversores desconfiar de las "promesas milagrosas de rentabilidades altas" y comprobar siempre si la entidad está regulada –la CNMV cuenta con registros para verlo rápidamente–.

Chiringuitos que crecen, en algún caso, en medio de ese discurso antiimpuestos y de "libertad financiera" que inunda algunas redes sociales y al que Alvise recurrió en aquel acto de abril en el Hipódromo de la Zarzuela. "Básicamente, me dedico a elusión fiscal, pagar los menos impuestos posibles dentro de lo que la ley permite, y hay mucho margen para hacer: sociedades, personas físicas, herencias, criptomonedas... Da igual, hay que terminar con el robo que existe en este país", decía Luis Cryptospain –Álvaro Romillo, según El Confidencial–, la cara visible alrededor de Madeira Invest Club, en una entrevista concedida hace un año a uno de esos múltiples canales de YouTube que cargan contra los tributos y que cuenta con más de un millón de suscriptores. "En Madeira vivo bien porque Hacienda no me toca los cojones y no se les ve el pelo", añadía.

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