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tercer año de guerra

La tubería Sudzha, la última conexión entre Ucrania y Rusia, cerrará en diciembre y la UE perderá el 6% del gas

Estación receptora de gas del gasoducto Nord Stream 1 en Lubmin, Alemania.

Han pasado más de dos años y medio desde que Rusia invadió Ucrania, pero por extraño que parezca el gas sigue circulando entre los dos países hasta llegar a la Unión Europea. El corredor ucraniano del gas, que comienza en Sudzha y atraviesa el país de este a oeste, es imprescindible para abastecer a países como Eslovaquia, Austria y Moldavia, pero Kiev confirmó este lunes que en enero de 2025 cerrará el grifo como represalia por la guerra. Este año ha entrado por allí el 6% del gas importado por Europa, y varios países tendrán que buscar nuevas alternativas para pasar el invierno y evitar que el precio del combustible se dispare en el continente.

El acuerdo comercial entre los dos enemigos se cerró en 2019, antes de la invasión, y por un periodo de cinco años que finaliza el próximo 31 de diciembre. Ucrania lleva meses avisando de que no tiene intención de prorrogar el flujo de gas a través de su territorio, y este lunes se lo confirmó al primer ministro eslovaco, Robert Fico, uno de los políticos que pide a Kiev una extensión del acuerdo para garantizar su acceso a gas. "Ucrania vuelve a decir que no continuará el acuerdo de tránsito con Rusia cuando expire. El objetivo estratégico de Ucrania es privar al Kremlin de los beneficios de la venta de hidrocarburos que el agresor utiliza para financiar la guerra", dijo este lunes Denys Shmyhal, primer ministro de Ucrania, durante una rueda de prensa, según Reuters.

La entrada de gas a Europa a través de Ucrania se remonta más de 60 años y siempre ha sido un negocio muy lucrativo para el país porque ingresa entre 1.0000 y 2.000 millones de dólares al año por los derechos de paso, pero supone una contradicción demasiado grande en un periodo de guerra. También es un acuerdo imprescindible para numerosos países del sur de Europa sin acceso al mar, que necesitan recibir gas natural este corredor. Según datos de la consultora energética Rystad, Eslovaquia, Austria y Moldavia son los mayores dependientes de este combustible, mientras que Italia, Eslovenia y Croacia son clientes ocasionales. Incluso Ucrania se beneficia hoy de ese gas natural ruso, que compra a países europeos y que almacena a medida que pasa por su gasoducto en lo que se conoce como compras virtuales, porque el gas no llega a alcanzar Europa.

Según los datos de la Comisión Europea, entre enero y septiembre de 2024 el 6% del gas natural importado por los 27 países ha llegado a través del corredor de tuberías de Ucrania procedente de Rusia. Si se suma el otro gasoducto que sigue abierto entre Rusia y la UE, el que pasa por Turquía, en total el Kremlin sigue suministrando el 12% del gas europeo por tubería. A esto habría que añadir además el gas ruso que llega por barco en forma de gas natural licuado (GNL), que el año pasado representó el 4,3%. Aunque la cifra es considerable, supone una caída enorme desde el 42% que representó Rusia en 2021, pero todavía está lejos de la meta de 2027 de acabar con todas las compras de carburantes rusos fijada por la Comisión Europea.

Ante este panorama, Ignacio Urbasos, analista del Real Instituto Elcano, duda de que Ucrania cumpla su promesa y cierre en diciembre el corredor gasista, porque podría enfrentarse a Gobiernos europeos que son clave a la hora de aprobarse pactos en Bruselas para apoyar a Kiev en la guerra. "Creo que al final se encontrará una fórmula para mantener el gasoducto abierto porque estos países tienen capacidad para vetar la ayuda a Ucrania en el Consejo Europeo, donde se necesita unanimidad", opina el experto.

Además, sugiere que esa decisión también generaría malestar en otras potencias, porque podría encarecer la energía en todo el continente. "No tengo claro que haya un plan alternativo que permita cerrar las tuberías sin generar la sensación de escasez de gas en los mercados", añade el investigador energético.

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La Unión Europea lleva meses tratando de reconducir la situación para evitar el cierre repentino del corredor ucraniano, y en su lugar ha planteado inyectar gas de Azerbaiyán en las tuberías para que países como Eslovaquia tengan el acceso garantizado a este combustible durante el invierno. La propuesta es una salida aceptable incluso para el presidente Volodímir Zelenski, que en julio reconoció que está en conversaciones con el Gobierno de Azerbaiyán, aunque por ahora no ha trascendido un resultado. Urbasos comenta sobre este punto que "se trataría de un maquillaje estadístico", ya que el origen real de ese gas podría ser ruso por mucho que se acuerde sobre el papel.

Si efectivamente se cerrase, Europa tendría que compensar ese agujero. Los analistas de Rystad calculan que el año pasado entraron a través de Ucrania 13.700 millones de metros cúbicos de gas (o 13,7 bcm, en la jerga del sector) y proponen compensarlos con importaciones extraordinarias de gas licuado por barco y mediante el movimiento de combustible entre países de la Unión. Por ejemplo, plantean que Alemania e Italia sean los proveedores de Austria y Hungría, aunque ese cambio provocaría importantes tensiones en el sistema gasista europeo y presionaría los precios al alza.

La posible clausura del corredor ucraniano de gas sería la cuarta que se produce desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. En mayo de ese año cerró definitivamente la conexión por Polonia (tubería Yamal); en agosto lo hicieron las tuberías del báltico y Finlandia; y en septiembre el gasoducto marítimo Nord Stream 1. De manera que solo quedan activas la conexión de Ucrania y la de Turquía (Tukish Stream).

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