Un chalet en el Aneto

Carmelo Marcén Albero

No recuerdo bien cuándo fue la primera vez, pero el caso es que la moda sigue en aumento. Construir cada vez a más altitud asegura una vida con menos rigores debidos al calor. Además, la situación elevada permite unas vistas sin igual, tal que si fueras volando en un avión o haciendo parapente. Los amaneceres y atardeceres en ese lugar se expanden por las redes sociales a una velocidad de vértigo. Tal es así que están alcanzando cotas (cuotas) inimaginables.

Porque además, que se sepa, la empresa constructora, que por otra parte ha adquirido al gobierno correspondiente unas 5.000 hectáreas circundantes, es americana. Dicen las malas lenguas que es propiedad de unos fondos de inversión radicados en las islas del Mar de Estados Unidos (lo que antes se llamaba Mar Caribe o Golfo de México). Se rumorea que dichos dineros son en realidad una miaja de los que tiene por ahí escondidos el hombre más rico del mundo, de cuyo nombre no me acuerdo. Por cierto, las inmobiliarias clásicas han entrado en pánico; se les ha excluido del negocio.

La citada empresa —se omite su filiación para que el Tribunal de la Haya no la persiga— publicitaba el primer chalet en el Aneto con el eslogan “nunca había soñado vivir tan cerca del cielo”. A lo que después añadió: “La casa-cielo al alcance de todos”. Y, en letras más pequeñas: Lo dice la IA casi ecológica, que por eso ha propuesto que las casas se pinten de blanco y se construyan a una altura donde la contaminación del aire es nula. Así los “chaletes” han crecido sin tino. Tal idea de refugiarse en las montañas, por eso del aumento de la temperatura media global, no escapa a quienes niegan el cambio climático. En su descargo dicen que así lo disminuyen, pues van a construir un AVE hasta la base del glaciar pirenaico, así no habrá atascos en sus accesos.

Se rumorea que dichos dineros son en realidad una miaja de los que tiene por ahí escondidos el hombre más rico del mundo, de cuyo nombre no me acuerdo. Por cierto, las inmobiliarias clásicas han entrado en pánico; se les ha excluido del negocio

Volviendo a la realidad; lo anterior debió ser un sueño. Me ha despertado del letargo mental una manifestación de ecologistas y gentes amantes de dejar tranquila la montaña. ¿Por qué piensan que siempre tienen razón en su defensa de la naturaleza? No era muy numerosa, pero chillona. Expresaban, también con cencerros de vaca, su oposición a la construcción de 2.200 viviendas a pie de pistas esquiables, en un antiguo pueblecito situado a unos 13 km andando del Aneto. En un valle que al paso que vamos se convertirá en la capital de los Pirineos. Aunque solamente sea en la temporada del crecimiento económico incentivado por el esquí masivo.

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Carmelo Marcén Albero es socio de infoLibre.

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