La errata y el gazapo

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Fernando Pérez Martínez

El señor García-Margallo tiene un continente de respetabilidad política y académica que le viene dado si no por las canas, por los años de hablar desde la tarima docente, la tribuna parlamentaria o el banco azul del gobierno.

Ha participado en riñas dialécticas de carácter electoral, en broncas desde la bancada gubernamental o de la oposición, esgrimas polemistas con propios y ajenos, siempre saldadas con bien y manteniendo su imagen aplomada de señor culto y civilizado, que es más de lo que se puede decir de la mayoría de sus compañeros de trabajo.

Su última aventura política se saldó con un descomunal fracaso político al pugnar en las primarias de su partido y no cosechar más allá de 700 apoyos sobre un universo de 800.000, según fuentes autorizadas del propio partido.

Claro que después de rodar el mecanismo de las primeras primarias dicho partido no pudo acreditar más allá de 60.000 militantes. Los otros 740.000, por lo que dejan entrever propios y extraños, eran sólo coartada pecuniaria, para supuestamente lavar dinero con las ficticias cuotas mensuales de tanto fantasma militante de pago, que rendía al mes con su espectro extracontable la friolera de 740.000 carnés por un promedio de 5-10 euros, entre 3,7 millones y 7,4 millones de euros mensuales. Estos extremos, lo habrán de verificar fiscales y jueces.

El señor Margallo consiguió reunir con todo su esfuerzo, el de todo un licenciado en derecho y economía por la Universidad de Deusto, doctorado por la de Elche y experiencia docente, unos pocos cientos de votos, lejos del millar.

Su contrincante mejor parado en la liza resultó ser, a lo que parece, un conocido petimetre oculto tras las bambalinas de un currículo inflado o supuestamente inventado,a tenor de la información fehaciente que nos proporcionan los medios independientes.

Un partido, como el que aspira a presidir y dirigir el diputado por Ávila, chamuscado en los tribunales se compadece con un charlatán desmesurado que afirma, contra las pruebas que la Universidad de Georgetown de Washigton DC y la Escuela de Gobierno John F. Kennedy (Univeridad de Harvard) le han tenido como alumno y calificado, lamentablemente para la rotundidad del embuste, sin poder probar que dichas titulaciones se hayan expedido, si se han expedido, más allá de Las Rozas o Aravaca, pueblos próximos al área metropolitana de Madrid, tan dignos y honorables como el que más, pero eso sí carentes del oropel universitario con el que maquillar el provincianismo del aspirante a manejar la banda de gánsteres que describen los más recientes autos judiciales que han investigado al partido.

El señor Margallo con su currículo, en el que no falta el desempeño del Ministerio de Asuntos Exteriores, tuvo un lapsus desabrido en declaraciones en televisión, declarando cubrido donde quiso cubierto, que todos entendimos como una errata, un lapsus linguae sin más importancia ni trascendencia. Pero quién nos librará de los gazapos de ese señor, pendiente de investigación judicial, acreditado por la Universidad de las rebajas de mercadillo, capaz de acreditar a una muñeca chochona como máster en qué sé yo qué, y ahora el perrito piloto… _____________

Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre

El señor García-Margallo tiene un continente de respetabilidad política y académica que le viene dado si no por las canas, por los años de hablar desde la tarima docente, la tribuna parlamentaria o el banco azul del gobierno.

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