Sumar, asumir y sumir

José María Barrionuevo Gil

De siempre hemos podido saber que es duro viajar solos. Hemos experimentado que el camino se nos hacía largo y pesado. La soledad, a veces, no nos alienta y se nos hace plomizo el andar. Sin embargo, hay veces que nos vemos obligados a hacer el camino solos, porque las compañías nos restaban ánimos más que concedernos alegrías, porque las penas no viajaban solas y nos faltaba hasta aire puro para seguir adelante.

Parece que estuvo bien, como experiencia, el nacimiento de Más Madrid, pero entonces los hados se volvieron de espaldas, porque se perdió la Alcaldía de Madrid y no se recuperó el poder dirigir el gobierno de la Comunidad, tan madrileña ella. Éramos pocos y parió la abuela.

Más tarde, cuando se fraguaba una nueva unidad y se orientaron los esfuerzos en tierras del Oriente español, las risas y las alegrías nos parecían incompletas, porque nuestras cabezas caen en olvidos y nos faltan presencias, aunque se nos sumara la asistencia de la representante del  otro lado del mar, de la plaza ceutí, al evento femenino. Y comenzaron las estrecheces, incluidas las mentales.

Pareció que el parto de unidad traía la postura adecuada y que se daría a luz una unidad positiva que fue bautizada, como no podía ser de otra manera, con el nombre de Sumar. Con todo y tras una serie de vicisitudes, Podemos hizo lo que pudo y se sumó, a pesar del veto, que se nos hizo casi emblemático, además de doloroso. Inocentemente interpretamos que favorecía la unidad y confianza del pendiente electorado que estaba dispuesto a seguir sumando. Entre otras cosas, dolorosamente, se asumió el tema para no perjudicar el crecimiento de lo alumbrado ni asustar a la familia de progreso, para recuperar la asistencia a las urnas. Entre otras cosas, porque muchas y muchos pensamos tan positivamente y que se trataba de  una estrategia magistral por aquello de un nombramiento in pectore, ya que para ser ministra no tenía que ir en las listas. Cabría perfectamente en una solución de compromiso tácito y respeto entre amigas y amigos. Pero no se consiguió enmendar la vía ni facilitar la andadura de los votantes que no pensaron tan positivamente.

Tras las pruebas electorales de Galicia, sobre todo, y de Euskadi, ya no se podía retomar el camino de retorno con unidad de progreso, que como indica la misma palabra es dar pasos hacia adelante.

Como Ciudadanos no tenía buena carta de recomendación, tuvimos que movernos a votar de nuevo, pero tampoco, ya que hacía calor y Pedro no podía dormir

No queremos entretenernos mucho en la marginación de la que ha sido objeto Podemos, desde aquellas elecciones en que hasta Felipe, después de asumir el liderazgo de Pedro Sánchez, lo apoyó con fuerza, pero que vimos que ese apoyo estaba condicionado a recoger y gozar de una mayoría absoluta y, que al no darse tal éxito, se quedó en papel mojado, sin saber a qué letrina se echaban aquellas palabras, de Pedro, de que “los votos de izquierda no serían defraudados”. Como Ciudadanos no tenía buena carta de recomendación, tuvimos que movernos a votar de nuevo, pero tampoco, ya que hacía calor y Pedro no podía dormir con un guisante en el colchón, pero que tampoco pudo conciliar su sueño,  a pesar de que el guisante se apartó del lecho. Por fin llegó la solución maravillosa de unas terceras elecciones, no sabemos si auspiciadas por Redondo, que resultaron llenas de aristas con la entrada en el Congreso, que quiere decirnos “dar pasos juntos”, de Vox, con quien es difícil ir juntos a ninguna parte. El PP sabrá lo que hace, aunque pretenda, como siempre, engañarnos y aproveche que no se les recuerden los desafueros tan tremendos que nos legaron durante sus mandatos. Aquí sí que es justo y necesario recordar todo lo que nos hacía a la mayoría de los españolitos de a pie. No podemos perder tampoco la memoria social y política.

Ahora nos queda por saber si se sabrán asumir los resultados de las elecciones europeas para progresar democráticamente, desde una visión necesaria y un trabajo reposado de unidad y progreso, porque tiempo nos conceden las leyes, aunque no podemos consumir y derrochar tiempo.

Tampoco se trata de asumir todos los resultados como derrotas ni presumir los cortos resultados para hacer gala política, porque otros no han conseguido tanto. Nunca resumir fue sumar.

Tampoco podemos sumirnos en la tristeza, porque lo mismo con las luces del verano se nos aclaran los horizontes y podemos ver claro, con un cielo despejado, sin nubes y sin pájaros de mal agüero.

Si el río de la vida nos lleva, no podemos hacer aguas amargas con la tristeza, porque “la esperanza siempre está cerca, aunque esté lejos la playa”.

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José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre.

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