EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO
"Créanse las historias de mis libros, porque me las he inventado": el regreso muy real de Ana María Matute
"Si en algún momento se topan con algunas de las historias que pueblan mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado". Con estas palabras cerró Ana María Matute su discurso al recibir el Premio Cervantes en 2010, en el que mencionó a su inseparable muñeco Gorogó, ése que le regaló su padre cuando tenía cinco años y la acompañó durante toda su vida (literaria y literalmente, pues también compartió con él, solo faltaba, aquella noche en el hotel tras recibir el máximo galardón de las letras españolas) como amuleto, inspiración y confidente.
A Gorogó le contaría también, con toda seguridad, lo que sucedió aquella vez cuando en 1972 se le impidió salir de España para asistir en Niza al XIII Congreso de la Unión Internacional de Editores de Libros para la Juventud, donde la ganadora del Planeta –en 1954, por Pequeño teatro–, del Nadal –en 1959, por Primera memoria– o del Nacional de Narrativa –también en 1959, por Los hijos muertos– iba a recibir el enésimo premio de su aplaudida trayectoria. Matute llevaba ya por aquel entonces (como tantos otros autores) un par de largas décadas padeciendo la censura franquista, batallando contra advertencias, correcciones, tachaduras y rechazos completos en títulos como Los Abel (1948), En esta tierra (1955, versión censurada de Luciérnagas, cuya publicación íntegra y con su título original no llegaría hasta 1993), Los niños tontos (1956) o el ya citado Los hijos muertos (1958).
Lamentablemente para aquellos censores, Matute sigue hoy más vigente que nunca. Tanto es así que estamos ya celebrando el centenario de su nacimiento en Barcelona el 26 de julio de 1925 (falleció en la misma ciudad el 25 de junio de 2014). Y aunque les pese a aquellos funcionarios franquistas con demasiada afición por recortar palabras, terminó convirtiéndose en una las escritoras más destacadas de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, hasta llegar a ser miembro de la Real Academia Española gracias a ese imaginario de fantasía tan singular con el que, al mismo tiempo, retrata con realismo y veracidad el difícil mundo que le tocó vivir durante la guerra y la posguerra en una España derruida. Si se lo cuentan, no se lo creen. Pero lo es gracias a otros títulos como Fiesta al noroeste (1952, Premio Café Gijón), Los soldados lloran de noche (1964), La trampa (1969), Olvidado Rey Gudú (1996) o Aranmanoth (2000).
"Es una autora con un tinte contemporáneo muy fuerte, porque se adelantó por ejemplo al feminismo. Imagina una mujer en la España los sesenta publicando, ganando el Premio Nadal y enfrentándose a todo", apunta a infoLibre el director editorial de Destino, Emili Rosales, resumiendo la esencia de la autora: "Su obra tiene dos vertientes aparentemente muy distintas. Una es la obra intimista y existencialista, como Primera memoria o Los niños tontos, y luego la parte fantástica en la que desarrolló todo un mundo imaginario completamente libre de cualquier corsé".
Con motivo de tan redonda efeméride, su editorial de toda la vida, Destino, reedita este miércoles Primera memoria, la novela con la que la joven Ana María Matute ganó el Premio Nadal, donde se encuentra ya uno de los grandes temas de su obra: el paso de la infancia a la adolescencia. En este título en particular, "la Guerra Civil está pero no está, es un ruido de fondo que influye en los personajes y lo que sucede", en palabras de Rosales: "Es el difícil equilibrio entre la inocencia y la voluntad de saber, porque en cuanto te adentras en el conocimiento la inocencia empieza a quedar atrás. Ese punto yo creo que para muchos lectores es lo más valioso de la literatura de Ana María Matute, esa pugna continua entre la belleza de la inocencia y la necesidad de conocimiento. La aventura, en definitiva".
"Es una escritora totalmente vigente", coincide la editora y filóloga María Paz Ortuño Ortín, comisaria de la exposición que puede aún disfrutarse en la sede madrileña del Instituto Cervantes hasta febrero Ana María Matute. Quien no inventa no vive. Un título que hace referencia a la férrea defensa de la invención de historias como valor supremo y forma de estar en el mundo que la autora y académica siempre llevó a gala. "Ella tiene las dos caras. Tiene un mundo donde hay fantasía, pero también es muy realista y muy dura", apostilla a infoLibre.
Y continúa: "Muchos de sus cuentos pueden empezar de una forma un tanto poética o delicada y acaban todos dándote un mazazo porque la realidad está ahí siempre. Aunque es verdad que mezclada con la fantasía, porque la fantasía para ella era parte de la realidad. Entre los temas que trataba están la infancia y la adolescencia, que siempre tiene vigencia, sobre todo por la manera en que ella veía a esos adolescentes como náufragos que no están ni un territorio ni en otro. Estos son temas que antes nunca se habían tratado. Además, tiene mucho compromiso en toda su obra, tanto en estos temas como en apoyar siempre a los débiles, la incomprensión, las cosas que no se dicen y terminan siendo como un cáncer. Todos ellos son temas que siguen siendo muy vigentes y universales".
Lo que si aclara Ortuño es esa visión que ha quedado erróneamente en el imaginario popular de Matute como una escritora infantil, algo que "le fastidiaba muchísimo y le enfurecía, porque ella no escribió prácticamente nada para niños". "Su literatura es completamente para adultos, un niño no la puede leer, lo que pasa es que escribió dos o tres libros para su hijo cuando era pequeño, que esos sí son infantiles, pero fue una anécdota, por así decirlo, porque ella es una escritora totalmente de adultos. Otra cosa es que trate problemas de los niños y de los jóvenes, pero su escritura es sin ninguna duda de adultos", explica la editora y filóloga.
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Esta confusión se debe, para Rosales, en que fue una escritora "para niños con libros claramente para niños, pero cuando escribía para adultos, aunque tiene personajes memorables que son niños, no es literatura para niños, sino de alto voltaje intelectual y emocional". "En todo lo que hacía había un espíritu libre, una voluntad de estilo muy poderosa. Por eso es una autora tan admirada como querida, que son dos cosas distintas, pero en ella se dan las dos", apostilla el editor, antes de que Ortuño culpe a la crítica de aquel momento de esta errata "por pensar que si escribes sobre los niños eres una escritora infantil". "Pero no hay nada más lejos de la realidad", remacha.
Una vez subsanada la equivocación, añade Rosales que lo que hace a Matute actual y vigente un siglo después de su nacimiento es que "habla de nuestros temores, nuestro corazón, nuestras ilusiones, independientemente de la época en la que esté enmarcada la historia o de los personajes concretos de cada obra". Temas eternos que nos interesarán siempre porque son inherentes a la condición humana. "Es un referente de anticipación, de determinación y de pervivencia, porque aquí estamos cien años después de su nacimiento celebrando que continúa teniendo muchos lectores. No tenemos una visión historicista de su obra, sino de autora que es leída ahora mismo", apostilla el editor, adelantando que con motivo de este centenario Destino editará también Olvidado Rey Gudú para "proponer al público actual la lectura de un referente de la literatura fantástica, histórica, mágica y medieval", así como Los niños tontos con dos "mini cuentos hasta ahora inéditos que quedaron fuera por acción de la censura y ahora se han localizado y van a ser publicados por primera vez".
Otra forma de adentrarse en la vida y obra de la autora barcelonesa es la exposición en el Instituto Cervantes, un recorrido sobre su figura a través de fotografías, objetos, reproducciones de sus libros originales, premios e incluso pinturas, pues tal y como señala Ortuño, "ella pintaba y dibujaba muy bien, por lo que hay muchas reproducciones de cuentos ilustrados que hacía ella misma". "Porque cuando escribía un personaje lo pintaba también, y en la exposición están todos los de Olvidado Rey Gudú ilustrados por ella misma, lo cual es algo nuevo. También la podemos escuchar, porque nos cuenta determinados temas con su propia voz. La muestra da una visión bastante amplia y ha quedado muy bonita", termina.