Explotación sexual, abusos y violaciones: el abandono de las menores tuteladas en 'Las chicas de la estación'

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Acaba Las chicas de la estación y hay un fundido en negro con un mensaje de apenas cuatro líneas: "En toda España cientos de menores tuteladas han sido captadas por redes de prostitución sin que la Administración haya tomado medidas para evitarlo. La mayoría de las denuncias por explotación sexual a menores tuteladas están pendientes de juicio o han sido archivadas". Esta la queja final, la llamada al espectador a mirar hacia una realidad incómoda que está ahí por mucho que no se quiera ver. La advertencia urgente a una sociedad que no puede tolerarlo más, pero sin embargo lo hace.

Una vez llegados al término, rebobinemos hasta el principio. El 8 de enero de 2020 aparece publicada en un diario de Mallorca una información que causa gran alarma: una menor de 13 años ha sido presuntamente violada por un grupo de chicos en Nochebuena. "Una noticia ya de por sí muy dura", recalca a infoLibre la cineasta Juana Macías, añadiendo: "Pero lo que salió después todavía me desconcertó más, porque realmente eran muchos casos de menores que se prostituían, con titulares como 'cuando vienen con unas zapatillas nuevas sabemos que se han prostituido'. ¿Lo saben los educadores, lo sabe la Policía, lo saben las instituciones? ¿Y qué es lo que se está haciendo? También me llamó la atención que se cuestionaba y culpabilizaba mucho a las víctimas, cuando en realidad esto está pasando porque hay una serie de abusadores que están ahí y en los que no se pone el acento. Durante todo este tiempo que ha durado el proceso de la película he intentado saber más. ¿Qué ha pasado con todo esto? ¿Dónde están esas denuncias? ¿Dónde están esos juicios? ¿Y las sentencias? No es fácil tampoco encontrar datos, cuando lo primero para solucionar algo es conocer su envergadura".

Los autores de la violación fueron condenados a un año de internamiento y 8.500 euros de indemnización para la víctima, pero después se han ido sucediendo otros casos. Como la condena por el Tribunal Supremo de dos proxenetas por drogar y prostituir a tres menores tuteladas por el Gobierno de Navarra, o la denuncia por el acuerdo al que llegó el Ministerio Fiscal con los empresarios acusados de prostitución de al menos once chicas menores en Murcia. Además, el 'Caso Sana' en Madrid, o los doce detenidos en Asturias el pasado mes de mayo por explotar sexualmente a cinco menores de centros de acogida. Todos ellos ejemplos de un problema de grandes raíces que no dejan de buscar la salida asomar por las rendijas.

España está muy arriba en los puestos de consumo de pornografía infantil, y uno de cada cinco niños sufren abuso sexual en algún momento

"No es que nos dé igual, pero es un tema tan oscuro que cuando no te toca de cerca cuesta prestarle atención y mirar qué nos está pasando", lamenta Macías, para quien la pregunta importante es "qué nos está pasando como sociedad". "España está muy arriba en los puestos de consumo de pornografía infantil, y uno de cada cinco niños sufren abuso sexual en algún momento. Son cifras que cuesta mucho creer y nos dicen que hay una realidad por debajo que no vemos", subraya, admitiendo que su propia "incredulidad" es la que le llevó a hacer esta película, que ahora llega a los cines este viernes 22 de noviembre. "¿Esto está pasando? ¿Pero qué nos pasa?", insiste.

María Steelman, Julieta Tobío y Salua Hadra son Las chicas de la estación. Tres chicas que han crecido en un centro de menores sin saber qué es el amor. Cualquier tipo de amor. Para celebrar el cumpleaños de una de ellas quieren asistir al concierto de su trap queen favorita, pero no tienen dinero ni formas de conseguirlo. Por el barrio está siempre, eso sí, una chica algo mayor, exinterna de su mismo centro, que les ofrece citas con adultos en los baños de una estación cercana. Poco a poco y creyendo tener el control, se van viendo atrapadas en una red de prostitución de menores de la que no saben cómo escapar, hasta que la violación múltiple a una de ellas acaba por destruirlo todo.

"Se habla de estos casos como prostitución infantil, pero en la película se remarca que no existe la prostitución infantil, sino niños víctimas de abusos y adultos culpables y responsables de lo que hacen, porque ellas no tienen la culpa", afirma Tobío, a lo que Steelman apostilla: "En Las chicas de la estación vemos que la víctima piensa que es culpable. También vemos cómo va haciendo su proceso al ir dándose cuenta de que, aunque piensa que lo ha hecho de forma voluntaria, ha sido la víctima y todo el tiempo ha sido abusada". "Piensan que están decidiendo ellas, pero lo peor no es que necesiten dinero y hagan esto, sino que han normalizado los abusos. Eso me parece lo más terrible, porque cuando una no se ve como víctima, sino que está dentro de una realidad que sencillamente ocurre, siente que tiene que convivir con ella", tercia Macías.

La directora recuerda, asimismo, que este tipo de abusos no son exclusivo de centros de menores, pues por ejemplo "en los casos de Murcia eran niñas que iban al instituto". Aclara por ello que el film habla de menores tuteladas, que "quizás son las más vulnerables", pero es "algo que le puede pasar a cualquier niño". "En las redes sociales puedes contactar con un menor muy fácilmente, aunque ellas son mucho más vulnerables por sus circunstancias y las experiencias que han vivido", explica.

Ojalá esta película sirva para que las que piensan que por ser decisión suya no son víctimas, se den cuenta de que sí lo son, para así entonces poder denunciar

Y vuelve a tomar la palabra Tobío: "Ojalá esta película sirva para que las que piensan que por ser decisión suya no son víctimas, se den cuenta de que sí lo son, para así entonces poder denunciar. Porque si no te consideras víctima no vas a denunciar. Y que sirva también para ver donde se colocan las culpas y las vergüenzas, porque a las chicas se las culpabiliza mucho más porque se escapan del centro, beben y se drogan, como si fueran malas. En la película puedes llegar a entender por qué tienen ciertos comportamientos, empatizar más con ellas y entonces ver que por mucho que tengan estos comportamientos no dejan de ser víctimas". 

La cinta nos muestra también diferentes tipos de abusadores que, tal y como señala Tobío, van "más allá del evidente que de primeras te ofrece dinero". "También hay otros que se acercan de manera más afectiva", apunta, indicando como denominador común que siempre son "hombres que se aprovechan de la vulnerabilidad de las chicas, en este caso por tener familias desestructuradas, pero puede ser también simplemente por ser joven, porque siendo una cría no tienes mucha idea de nada". "Pero el adulto sabe perfectamente que tú tienes esa vulnerabilidad y se aprovecha de ella, manipulándote, y te hace pensar que estás controlando tus propias decisiones y que creas que te quiere, aunque no sea así. Te pueden atacar por todos los frentes", argumenta.

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Por eso, insisten las actrices en que la historia particular de Las chicas de la estación es cotidianamente extrapolable a la otras muchísimas mujeres que, "aunque no suframos un abuso o seamos prostituidas, a diario recibimos un pitido de un coche, ciertas miradas o comentarios que nos hacen sentir incómodas simplemente por la forma en que nos vistamos o cómo vayamos por la calle", denuncia Steelman. "No tendría que ser así, pero a lo largo de los días tenemos muchas variedad de abusos de todo tipo", acota.

"Lo malo es que esto ya está normalizado", continúa Hadra: "Salgo a la calle a comprar el pan y ya ves miraditas o que alguien te tira un beso. Llega un punto en el que decides no pasar ni una porque es una tras otra, y entonces te salen con el típico 'ay pero si no he dicho nada'. Pero escúchame, eso es acoso, yo quiero estar tranquila por la calle. Eso no es lo mismo ligar. No es normal que me venga alguien a tirar un piropo y me llame 'puta' por la cara si no respondo bien o cosas así. Los micromachismos están en todas partes. Esto es lo que le ha pasado a tu madre y le va a pasar a tu hija, lo que le está pasando a tu hermana. El espectador va a sentir un antes y un después. Es lo que se busca, hacer reflexionar sobre sus amistades, sus vínculos y sus propios comportamientos".

Animaría a la gente a que viera Las chicas de la estación porque, dentro del asunto que trata, es una película luminosa

"Es un tema duro e incómodo y hemos tenido todas que rebuscar dentro de nosotras en nuestros dolores y penas", resalta Tobío, añadiendo mientras sus compañeras asienten: "Al mismo tiempo, sentíamos de antes la rabia y la impotencia de que pasen estas cosas, este dolor general que imagino que tendremos todas las mujeres por esta realidad que sufrimos sobre todo nosotras". Y remata Macías: "Es un tema duro, que está por todas partes, pero mi intención ha sido tratarlo con esperanza. Animaría a la gente a que viera Las chicas de la estación porque, dentro del asunto que trata, es una película luminosa. Puedes salir con mal cuerpo, pero con la idea de que esto puede cambiar".

Acaba Las chicas de la estación y hay un fundido en negro con un mensaje de apenas cuatro líneas: "En toda España cientos de menores tuteladas han sido captadas por redes de prostitución sin que la Administración haya tomado medidas para evitarlo. La mayoría de las denuncias por explotación sexual a menores tuteladas están pendientes de juicio o han sido archivadas". Esta la queja final, la llamada al espectador a mirar hacia una realidad incómoda que está ahí por mucho que no se quiera ver. La advertencia urgente a una sociedad que no puede tolerarlo más, pero sin embargo lo hace.

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