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El hombre que dio músculo a la cultura gay

En el día del Orgullo LGTBI, un grupo de hombres participa en la manifestación madrileña ataviados con pantalones de cuero negro —a menudo abiertos en el trasero y la entrepierna— y tocados con gorras y gafas de sol estilo aviador. Son obra de Tom de Finlandia. ¿Los disfraces de obrero, de vaquero, de policía que convierten a los Village People en icono homosexual? Tom de Finlandia. ¿El bigote de Freddy Mercury, uno de los más famosos de la historia reciente junto a los de Hitler y Stalin? Tom de Finlandia. ¿Los anuncios de Levi's? ¿Los de Calvin Klein? ¿La pasión por los músculos voluminosos y los cuerpos torneados? Todo eso es culpa de Tom de Finlandia. 

Considerado pornografía por unos y arte por otros, el trabajo de Tom de Finlandia es uno de los grandes fenómenos de la cultura popular del último siglo. Pero, ¿quién era el hombre que firmaba esos dibujos eróticos de hombres sonrientes y voluptuosos bajo el seudónimo de "Tom"? Eso es lo que se propone descubrir la película biográfica Tom of FinlandTom of Finland, del cineasta finés Dome Karukoski, que llega el viernes a los cines españoles. El hombre que se escondió durante décadas tras ese escueto nombre se llamaba Touko Laaksonen, nació en 1920, luchó en el frente finés durante la II Guerra Mundial, luchó contra el VIH, y cambió para siempre no solo la cultura gay sino la masculinidad, antes de morir en 1991. Cinco de sus piezas forman parte de la colección del MoMA desde 2006.   

"Su arte fue explosivo en un momento, además, en el que era ilegal. Así que es una cuestión también de libertas de expresión y libertad para ser quien realmente eres", apunta el director por teléfono. "Es particularmente interesante, además, que en el género LGTBI —si es que existe— los personajes suelen estar avergonzados con respecto a su sexualidad. Él era precavido, pero no sentía culpa." Laaksonen comenzó a dibujar a hombres en actitud erótica ya en su adolescencia y solo para su propio disfrute. Y, aunque en varias ocasiones se vio obligado a destruir y esconder su obra, no dejó de luchar por difundirla más allá de las fronteras de su país. En 1953 conoció a su pareja, Veli Nipa Mäkinen, con el que viviría durante 28 años como "compañeros de piso". Y no dudó tampoco en recibir los laureles que le ofrecían sus fans de Estados Unidos, a donde se trasladó al final de su vida. 

Pero su vida contuvo más gravedad de la que hubiera querido. "Es imposible pensar que su arte sea frívolo. No creo que una persona que hiciera lo que él hizo en el momento en que lo hizo pueda considerarse superficial", defiende el cineasta. Su participación en la guerra —por la que ganó la Cruz de la Libertad, un distintivo que quizás hubiera merecido por otros motivos— le marcó de por vida. Karukoski juega con la posibilidad de que Kake, su personaje más conocido, su superhéroe gay por excelencia, fuera el trasunto —o el fantasma— de alguno de los soldados a los que mató durante la contienda. Jamás hizo partícipe a su familia de su condición sexual ni de su arte. Y, en los ochenta, sufrió una intensa crisis de culpa: estaba convencido de que era en parte responsable de la crisis del sida por haber promovido la liberación sexual. 

Los dibujos de Tom de Finlandia tuvieron una lenta y peculiar expansión. En 1957, envía sus trabajos a la revista estadounidense Physique PictorialPhysique Pictorial, una de las publicaciones conocidas como beefcake que sorteaban la prohibición de publicar pornografíahomosexual fingiendo estar dedicadas al culturismo. Son sus editores los que le bautizan: Touko firma como Tom por proximidad con su nombre, y le añaden el apellido "de Finlandia" por la exótica procedencia del sobre. Sus dibujos continúan siendo publicados en este tipo de revistas, pero también son reproducidos y copiados por fanzines pornográficos. En los setenta, una generación entera de hombres homosexuales habían encontrado refugio en sus dibujos y le idolatran. A finales de la década, se le dedican dos retrospectivas en California, adonde viaja. Un estupefacto Touko observa cómo las calles de Los Ángeles, con su licra, sus shorts y sus botas, parecen haber sido moldeadas por su imaginación.

En una de las escenas finales, cientos de leather —una subcultura organizada en torno al cuero y el imaginario motorístico retratado por Laaksonen— le aclaman como a un dios. Nada que no haya ocurrido en la realidad. "No creo que haya una sola razón por la que les marca tanto", dice el director. "Entrevistamos a mucha gente durante cinco años. Había algunos para los que lo importante había sido sentir que no había vergüenza en su arte, y que eso les marcó. Para otros, era el orgullo de esos hombres sonrientes y que no se esconden. Para otros fue la hipermasculinidad. En aquella época, el cliché sobre los hombres gais era el de un tipo afeminado, y Tom hace que otras maneras de ser y de comportarse parezcan posibles."

Tom of Finland defiende que la obra de Laaksonen respondía a sus propios deseos, sí, pero también a la conciencia de que estos no tenían por qué ser reprimidos. Sus estampas sexuales beben de sus propias experiencias y ensoñaciones, y en las primeras aparecen los obreros de los que estuvo rodeado en su infancia y los soldados con los que se relacionó en su juventud. Ha sido particularmente polémica, de hecho, la aparición en algunos de ellos de combatientes con uniformes y distintivos nazis. La película aclara que es con ellos con los que tiene sus primeros encuentros sexuales. Pero Karukoski da otra clave: "Si su obra es política, es en gran medida por su interés en la autoridad". Las fantasías dibujadas y difundidas por Tom están muy relacionadas con el sometimiento, pero también con una subversión de la dominación: guardas y presos tienen relaciones más allá de sus roles y los combatientes dejan de lado la guerra para dedicarse a entretenimientos más placenteros. 

Si en los ochenta de hablaba de los "hombres de Tom" para referirse a ese ideal de masculinidad testosterónica e imposible, ahora todos los hombres quieren ser "hombres de Tom". Esa imagen ha pasado de los dibujos con los que se masturbaba Touko a las revistas, y de ahí a la indumentaria, apariencia y aspiraciones de gran parte de los hombres homosexuales —el modelo e icono gay Eliad Cohen sería la sublimación de esta tendencia—o no. Lo que Tom de Finlandia imaginó como una nueva idea de perfección, subversiva y excéntrica, es hoy la norma. El nuevo Touko está en alguna parte, preguntándose si es posible una masculinidad sin músculos. 

 

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