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¿A quién le importa lo que yo lea, a quién le importa lo que yo escriba?

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Está en todas las agendas: el próximo 28 de junio, fecha en la que se evocan los disturbios de Stonewall, celebraremos el Día del Orgullo, y las vísperas de la fiesta reivindicativa, o de la reivindicación festiva, parecen propicias plantearse una pregunta que puede parecer absurda:  ¿hay una literatura gay?

De entrada, la artista Roberta Marrero nos invita a abrir el foco.

Hay una literatura escrita por gente queer que luego puede ser consumida por quien quiera leerla.queer Me parece interesante ser capaces de leer algo que tampoco tiene que ver con nosotros a priori, como hemos hecho la gente queer siempre, consumiendo cultura que no fue creada especialmente para nosotras y nosotros pero que aun así hemos tenido la capacidad de disfrutar”. Marrero, que acaba de publicar We Can Be Heroes. Una celebración de la cultura LGTB+, nos anima: “Invito a los lectores heterosexuales y cisgénero a leer libros queer”.

Ay, la etiqueta

El marchamo Literatura LGTB puede confundir. “Hay que establecer una diferencia entre la ‘Literatura LGTB’ y la simple aparición de personajes y cuestiones LGTB en la obra literaria. Esta última, de manera muy minoritaria, ha sido habitual durante nuestra tradición literaria. Aquella es el resultado de un convencido activismo reivindicativo que agrupa autores, editores, distribuidores y libreros: presenta la realidad LGTB desde un punto de vista positivo y comprometido con el cambio social”.

Lo dice Ramón Martínez, doctor en Filología, escritor, activista LGTB y autor de Lo nuestro sí que es mundial. Una introducción a la historia del movimiento LGTB en España. En su opinión, podríamos decir que el nacimiento de la Literatura LGTB “supone una de las aportaciones más significativas del movimiento LGTB al plano cultural, porque ha conseguido modificar la tradición literaria para dignificar los códigos de representación de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales en la literatura”.

La referencia a “la simple aparición de personajes y cuestiones LGTB en la obra literaria” me lleva a pensar en quienes piden que su orientación sexual no sea (no siempre) lo mollar de los personajes LGTB que pululan por las obras literarias. “Me parece un comentario bastante diversofóbico ―se revuelve Roberta― porque eso nunca se dice de los personajes de ficción heteros o cis pero sí al revés, tipo ‘¿podemos quitar de Star Wars las subtramas de amor heterosexual?’. ¿A que suena absurdo? Pues eso.”

Ramón empieza señalando una obviedad: cada época presenta los problemas sociales de una manera determinada. Durante muchos años, explica, la principal problemática de la literatura LGTB era la asunción por parte de los personajes de su diversidad sexual: eran fundamentalmente narraciones de corte iniciático. Pero, se han producido avances sociales que van dejando huella en nuestra cultura: “La asunción de la sexualidad ya no resulta tan difícil como lo fue antaño, porque cada vez hay más referentes visibles; y el foco del argumento literario se viene desplazando últimamente hacia otros temas”.

Por eso, empieza a narrar las historias que lesbianas, gais, bisexuales y transexuales viven después de su reconocimiento individual, “exponiendo su interacción con la realidad que los rodea y si resulta fácil o difícil hacerlo. La cuestión LGTB es, lógicamente, central en la trama de la literatura LGTB, pero se detiene ahora en otros temas diferentes. Puede decirse que, si durante años reescribíamos el Lazarillo, ha llegado ahora el momento de escribir Quijotes”.

En ese proceso de (no sé si utilizar la palabra) “normalización”, Roberta Marrero constata que la literatura LGTB ha variado su sustancia, “porque el pasado no es como el presente y las historias, reivindicaciones y luchas son otras. Aparte de que ahora se publican más libros escritos por o con temática LTB, antes parecía que solo existía la G”.

Editoriales especializadas

Marrero ha editado sus libros en Lunwerg, sello del Grupo Planeta, pero gran parte de las obras de temática LGTB siguen llegando a las librerías gracias a sellos especializados.

“Hay autores y realidades LGTB que vienen publicándose en todas las editoriales, sí, pero hemos de reconocer un problema puramente estadístico al que nos enfrentamos. Lo estudié hace algunos años: si partimos de que habitualmente se reconoce que el 10% de la población está formado por lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, lo razonable sería esperar que en la producción editorial encontráramos un porcentaje equivalente en lo que se refiere a la representación de nuestra realidad concreta, pero esto no sucede”, afirma Ramón Martínez.

Según sus datos, de las miles de novelas que se publican anualmente en España, apenas un 1% afronta la cuestión LGTB, lo cual significa que la realidad de ese colectivo está claramente infrarrepresentada en el campo de la edición, “y de ahí nace la absoluta necesidad no solo de mantener, sino también de proteger los sellos especializados”.

Uno de esos sellos es Egales, la primera editorial especializada en literatura LGTBQ en España y Latinoamérica: inició su andadura en noviembre de 1995. Preguntamos a una de sus editoras, Mili Hernández, si siguen siendo necesarios. “La pregunta me da mucha pereza ―se sincera―, explicar la existencia de un sello LGTB cuando a ninguna otra editorial se le cuestiona su especialización en novela negra o en literatura romántica. Llevo 22 años respondiendo a esa pregunta”.

Lo hace una vez más. Son necesarios porque, “no veo en el programa de las editoriales generalistas una literatura destinada al público LGTB o una línea editorial de ensayo de teoría queer o de estudios de género seria y continuada”, la mayor parte de los trabajos, “no se publica en las grandes editoriales, se publica en las pequeñitas, sobre todo en las más específicas”.

Hernández es también el alma de la librería Berkana. “¿Por qué sujeto esta librería? Pues porque las demás librerías todavía no se han puesto las pilas”.

Sin esa editorial y sin esa librería, que afortunadamente ya no están solas, “nos enfrentaríamos al ostracismo cultural”, asegura Martínez. Es verdad que, desde hace años, grandes autores publican en grandes grupos editoriales, y últimamente es perceptible un ligero aumento de los contenidos LGTB dentro de las grandes casas. “Sobre todo en la línea juvenil”, admite Hernández, pero su impresión es que sigue existiendo la necesidad de “publicar textos dirigidos a un púbico LGTB desde una perspectiva LGTB. Creo que tienes que ser gay o lesbiana, o conocer muy bien la sensibilidad gay y lésbica y trans, para poder lanzar al mercado libros que sabemos necesarios”. Aunque su destinatario sea una minoría…

Por algo se empieza

Puede parecer infantil, o inocente, pero pido a Roberta y a Ramón que me den títulos imprescindibles para entender e iniciarse en la literatura LGTB.

“Es muy difícil escoger solo tres obras entre todas las posibles a lo largo de la historia literaria de la humanidad”, me dice Martínez, pero no elude la pregunta: “Te diría que no puede uno salir a la calle sin haber leído al menos a Wilde, a Lorca, a Mendicutti.... y a muchas autoras, faltaría más, como Radclyffe Hall, Esther Tusquets o Isabel Franc”.

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Tampoco se escaquea Marrero, a la que pido tres nombres, y sólo tres. “Oscar Wilde, Virginia Woolf y Virginie Despentes”, afirma sin dudar. “Porque me gustan, porque arriesgan en lo que hicieron y, en el caso de Despentes, en lo que hace”. Es su top three del momento, “en otro momento te diría otros porque hay muchos autores y autoras LGTBQ+ que son increíbles”.

Algunos, incluso, insospechados. “Lo más importante no es ofrecer unos autores concretos, sino reeducar nuestra competencia lectora para saber descubrir mensajes en obras cuya heterosexualidad damos por sentada y cuya interpretación ha sido deliberadamente manipulada para esconder esos contenidos ―asegura Ramón Martínez―. El Quijote, sin ir más lejos, esconde una de las escenas más queer de nuestra literatura, y eso no lo explica nadie, cuando me parece un fundamento básico para comprender mejor la visión de Cervantes sobre la sexualidad”.

Si alguien tiene interés, la tal escena está aquí.

Está en todas las agendas: el próximo 28 de junio, fecha en la que se evocan los disturbios de Stonewall, celebraremos el Día del Orgullo, y las vísperas de la fiesta reivindicativa, o de la reivindicación festiva, parecen propicias plantearse una pregunta que puede parecer absurda:  ¿hay una literatura gay?

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